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Hace 50 años Lamborghini inició su leyenda, y todo lo que presentó fue un chasis. Solo un chasis.

Puede que el nacimiento oficial de Lamborghini fuera mucho antes, concretamente en 1963. Pero para muchos, entre los que me incluyó, la leyenda de Lamborghini nacía entre octubre y noviembre de 1965. Hace exactamente 50 años. Lamborghini acudía al Salón de Turín de 1965. Y no te creas que lo hacía con un superdeportivo increíble, con algo espectacular, ni con bellas azafatas apoyándose con delicadeza en su abrillantada carrocería. Todo lo que presentaron fue un una suerte de chasis desnudo, sin carrocería. Lo sorprendente es que aquel chasis fuera tan importante, influyente, y providencial para que Lamborghini se convirtiera en el verdadero representante del concepto de superdeportivo, que hoy seguimos hablando de él.

Lamborghini se presentaría al Salón de Turín de 1965 con un chasis, desnudo, sin carrocería, tan influyente como para definir la historia de la marca y el devenir del deportivo moderno.

En aquellos inicios, Ferruccio tuvo claro en quién debía confiar. Confeccionó su Dream Team de la mano de Gian Paolo Dallara, entonces un joven que acabaría siendo toda una institución de la competición; Paolo Stanzani; y Bob Wallace, que ya había hecho sus pinitos en las máquinas de carreras de Ferrari.

La confianza que Lamborghini prestó a este equipo de ingenieros, ambiciosos, jóvenes, y cargados de ideas rupturistas, y experiencia en deportivos y competición, les llevaría a concebir la base sobre la que se tendría que construir un deportivo de carreras con licencia de calle. Dicen que el equipo reclutado por Ferruccio trabajó a sus espaldas durante meses, ante el temor de que este detuviera sus avances por considerar que el resultado final sería demasiado caro y exótico. En cualquier caso, cuando Ferruccio se enteró de lo que sucedía aprobó que siguieran adelante. Así nació el proyecto 400 TP.

Ferrari aún mostraba sus reticencias ante el encaje de un concepto de motor central, ya amortizado en competición, en deportivos de calle.

Imaginaos la cara que tuvo que poner Enzo Ferrari cuando se encontró a Ferruccio, otrora orgulloso cliente del cavallino rampante y venido a más, tras ciertas desavenencias, como rival de Ferrari, cuando conoció el proyecto. Lamborghini no había inventado nada. El concepto de motor central no era nuevo. Ferrari ya había demostrado su potencial en competición, pero mientras Enzo tenía sus dudas acerca de aplicarlo en deportivos de calle, y en cómo encajaría en los hábitos de conducción de sus clientes, Ferruccio había dado vía libre a un proyecto para lanzar un Lamborghini de motor central, instalado justo tras la espalda del conductor y su acompañante.

Así acudió Lamborghini a aquel Salón de Turín de noviembre de 1965, celebrado hace justo 50 años. Los asistentes se encontraron con un chasis conformado en acero, y perforado para aligerarlo. Con un habitáculo biplaza, con sendos asientos, tras los cuales había un motor de doce cilindros en uve.

Y no, no se trataba del asalto de Lamborghini a la competición, algo de lo que nunca fue partidario Ferruccio, sino el corazón de su próxima bestia.

Ferruccio no pensaba que aquel Lamborghini fuera a gozar de un gran éxito, no auguró que vendiera más de cincuenta unidades, pero sí confiaba en su desarrollo, por el mero hecho de proporcionar un fuerte empujón a su popularidad. Ferruccio se equivocaría, y el resultado de aquel proyecto, el Lamborghini Miura, vendería más unidades de las previstas (muchas más) hasta rondar las 764. Y lo mejor de todo: aquel concepto de deportivo se convertiría en la verdadera carta de presentación de Lamborghini.

Quien también confiaba en la necesidad de construir un deportivo de motor central, con tracción trasera, era Nuccio Bertone. Imaginamos que el día en que Nuccio contempló aquel chasis, se imaginó que delante tenía el lienzo perfecto, que se sintió por un momento como Miguel Ángel contemplando la bóveda de la Capilla Sixtina en blanco antes de empezar su trabajo. Dicen que Bertone fue directamente a hablar con Ferruccio y decirle que él diseñaría el zapato que se ajustaría perfectamente a su pie.

La idea de crear deportivos de calle con motor central-posterior, no solo presumía unas cualidades dinámicas excelentes, sino que también garantizaba al diseñador una libertad poco usual a la hora de aventurarse en diseños tan atrevidos como los que poco después veríamos en Miura y, décadas más tarde, en Countach, Diablo, Murciélago y Aventador.

E incluso Ferrari, que durante años dudaba en el concepto de motor central en deportivos de calle, acabaría lanzando su respuesta a aquel chasis de Lamborghini.

Aquel chasis estuvo escondido en los talleres de Sant’Agata durante 12 años y a partir de ahí desaparecería durante décadas, hasta 2008. Fue entonces cuando reapareció, y sorprendentemente en un estado relativamente aceptable, lo suficiente para reacondicionarlo y subastarlo años más tarde. Aquel chasis desnudo alcanzaría en una subasta en 2013 los 473.000 dólares, unos 440.000€ según el cambio actual y un precio similar al que se pagó en aquella misma subasta por un Lamborghini 400 GT de 1967, o un Ferrari 365 GTB/4 Daytona de 1969.

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