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¡Los Autos Locos son reales! Este FIAT del año 1905 con motor de avión se conduce diariamente

Bendita locura. Hace un tiempo vimos en Diariomotor varios vídeos de «La Bestia de Turín», un FIAT de principios del siglo XX con motor de avión de 28,5 litros, que despertaba de un letargo de cerca de un siglo en Goodwood. De la misma zona británica descubrimos este FIAT Isotta-Fraschini del año 1905, un vehículo ideado para batir récords de velocidad que FIAT no llegó a completar hace más de 100 años. Una pareja de genios locos lo han devuelto a la vida, y se mueven diariamente con esta bestia, escupiendo fuego y humo sin control.

Políticamente incorrecto

No te pierdas el especial de SpeedHunters sobre esta impresionante máquina, léelo aquí.

Nació como un FIAT 200 IP en 1905. FIAT quería batir récords de velocidad, y planeaba instalar dos de sus motores de competición, con unos 100 CV la pieza, en forma longitudinal. De ahí la enorme longitud del coche, que es en su gran mayoría todo motor. Pero el proyecto no cuajó debido a cambios en las normativas. FIAT abandonó el proyecto y el coche quedó almacenado, cogiendo polvo durante décadas y décadas. Hasta que una pareja británica lo rescató y decidió darle la vida que nunca tuvo hace 110 años.

Durante 8 años el coche fue minuciosamente restaurado y recibió un motor en sus entrañas. El motor fue adquirido a los herederos de Gar Wood, un americano apasionado de la velocidad que tras la Primera Guerra Mundial, compró varios motores de aviación para instalar en sus lanchas rápidas. El motor Isotta-Fraschini V6-V de 16,5 litros y seis cilindros en línea que terminó en este FIAT nunca fue usado en competición, por lo que su estado era relativamente bueno. Su potencia es de unos 250 CV… pero su par mueve montañas.

Nada menos que 1.150 Nm de par motor, transmitidos a las ruedas traseras mediante una gigantesca cadena de enorme calibre. El motor aún conserva el mecanismo de sincronización que impedía que la ametralladora del avión donde habría ido montado destrozase la hélice a balazos. Con una bajísima relación de compresión, este leviatán mecánico escupe fuego y humo a discreción, con un sonido que llama mucho la atención allá por donde va. Con todo, es un propulsor de muy bajo régimen de giro. Siquiera llega a las 2.000 rpm.

Su velocidad máxima es superior a los 200 km/h, pero no me atrevería a ir a esa velocidad sobre ruedas «de bicicleta» y con un equipo de frenado que sólo funciona en el eje trasero, operado por cable. Es un coche terrorífico, muy rápido y temperamental, con un voraz apetito por la gasolina. Es impresionante que esta pareja lo conduzca frecuentemente, ataviados con gafas y abrigos de invierno. Aún quedan locos en el mundo, aquellos que nos hacen creer que «Los Autos Locos» y Pierre Nodoyuna son reales.

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