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El coche autónomo de Google está aprendiendo a pitar con la bocina (y no, no es una broma)

Aunque rara vez se utilice con la utilidad para la cual fue concebida, la bocina es un elemento de seguridad imprescindible en un coche. Sí, es probable que solo la escuchemos junto con una ventanilla que baja, y un montón de improperios, o en las celebraciones del título conseguido por un equipo de fútbol, pero advertir de un peligro a otros conductores mediante señales sonoras puede ser la diferencia entre una anécdota y un accidente. Tal vez por eso Google se esté preocupando ya de la lógica de funcionamiento de la bocina de su coche autónomo. Y mucho ojo porque, aunque te sorprenda, no está siendo nada sencillo.

Google nos recuerda un ensayo de Eugene Garfield en el que hablaba en 1983 de «La Tiranía de la Bocina». Probablemente un mundo sin bocinas sería mucho mejor. Mientras escribo estas líneas he tenido que levantarme de mi puesto de trabajo para cerrar la ventana, porque abajo hay un coche aparcado en doble fila y el conductor que ha acudido a recuperar su coche bloqueado no para de pitar. Pero la pregunta que hemos de hacernos es la siguiente, ¿sería más seguro un mundo sin bocinas? ¿cuándo fue la última vez que evitaste un accidente accionando la bocina?

Google piensa que la bocina, en efecto, es necesaria, incluso en un coche que está diseñado para percibir todo lo que suceda en la carretera, con un grado de atención, y sin despistes, imposible de alcanzar por nosotros imperfectos humanos. Pero Google quiere que su coche autónomo sea cortés, considerado, y solo pite para mejorar la seguridad.

He aquí el gran problema para la inteligencia artificial del coche autónomo de Google. La única premisa que ha de cumplir es la de accionar la bocina únicamente cuando sea necesario para evitar un peligro. De esta forma, el gran reto del coche de Google es interpretar un peligro inminente, evitable, y diferenciarlo de falsos positivos. El número de situaciones en el que no existe ningún peligro, y podrían interpretarse como tales, es prácticamente infinito. Y Google quiere que su coche autónomo sea paciente, y amable, de manera que no pueden permitirse que pite cuando no exista ningún peligro.

En sus pruebas, Google nos cuenta que empezaron por una bocina de muy baja intensidad, que emitía una advertencia sonora que solo se escuchaba en el habitáculo, para no desconcertar al resto de conductores. De esta forma, el técnico encargado de la prueba anotaba en un documento si el coche autónomo había accionado la bocina ante un riesgo inminente, o en efecto se trataba de un falso positivo.

Según Google, su coche autónomo ya está en disposición de accionar la bocina en el exterior, y que la oigan el resto de conductores. De hecho, nos cuentan que han diseñado su bocina con diferentes intensidades, según la urgencia de la situación. De manera que si un coche sale marcha atrás hacia nosotros le advertirá con dos pitadas suaves y rápidas, mientras que si el riesgo es inminente, y casi inevitable, pitará a fondo y con gran intensidad.

En fin, la cantidad de parámetros que debe controlar un coche autónomo es increíble, y gracias a Google estamos aprendiendo un poquito más todo el trabajo que conlleva un desarrollo como este. Por cierto, Google ya dispone de 34 prototipos y 24 Lexus RX450h autónomos rodando en público, que ya han recorrido en modo autónomo un total de 2.646.000 kilómetros. ¡Casi nada!

Fuente: Google
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