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Ridiculez, salseo y autocrítica

El Singapore Sling de esta semana es algo más criticón. Y es que la prensa de este país está fatal, ¿no? Cualquier situación, cualquier noticia, cualquier caso y cualquier… cosa, es a menudo tergiversada, alterada, manipulada y en definitiva, usada para los fines que interesen al medio que trabaja la noticia. Y total, decimos trabaja por usar un verbo que se entienda… Es algo de lo que es difícil escapar, ya sea desde el punto de vista del aficionado que recibe información de menor calidad o de la parte implicada -a menudo departamento de prensa o patrocinadores- que ejerce presión sobre el informante.

Incluso se debe tener en cuenta el punto de vista de este último, que puede encontrarse sin opciones de transmitir un hecho al público con objetividad. Siempre hay algún prisma que cambia como se emite la luz. Pero evidentemente, no todos los prismas son igual de gruesos, como tampoco todos los informadores ceden de la misma forma o en la misma cantidad. El problema real viene cuando no solo ceden ante todo lo que se les pide sino que además lo hacen a gusto, creyendo que aportan a una causa mayor, normalmente bajo el pretexto de un patriotismo que es poco más que una forma de justificar ciertas actitudes con respecto a ciertos elementos, deportistas y demás. ¿Qué más da decir la verdad? Es más, ¿qué es la verdad?

Por descontado, esto existe también fuera de España. Pero como se suele decir, esta es nuestra lucha y no nos vamos a quejar de las de los demás. Lo que queda claro es que la prensa en España deja actualmente mucho que desear. Mientras unos llevan una bandera rojigualda con orgullo sectario, los otros lucen el estandarte de la justicia, de la salvación del mundo de la información -con un punto de sarcasmo lo decimos-. Y a  veces no se es suficientemente justo con esta información por el mero hecho de ser algo “polémico”, que va a ser tratado en ambos lados de esta interminable contienda y por lo que hay que luchar. La información acaba convirtiéndose en arma arrojadiza.

¿Que Fernando Alonso hace una gran carrera? Pues se cuenta, y con alegría. ¿Que le sale un mojón por lo que sea? Oye, pues es una pena y se cuenta, sin más. Pues no. Resulta que no ha sido culpa suya sino que un mono que pasaba por allí pensó que Alonso quería robarle la comida y fue a hablar con la FIA mientras algún piloto elegido al azar le zancadilleaba y un jefe de equipo suelta pestes de él. Y la FIA por supuesto cree que Alonso es un malnacido y no tiene absolutamente nada mejor que hacer en este mundo que fastidiarle. Que fastidiarnos. A nosotros. Porque Alonso es español. Y nosotros. Y Alonso somos todos.

Esto es lo que parece cuando se ve hablar a ciertas partes de la prensa y  a ciertos aficionados. ¡Si es que cualquiera diría que la FIA prefiere que gane otro! Total, todos enganchados a la Fórmula 1 para acabar respetando como frase célebre aquello de que la Fórmula 1 ya no es un deporte. Como el novio despechado que le pide a su chavala que vuelva con él y cuando esta le dice que ni de broma, aquel le espeta que en realidad no quería, que solo se lo decía para fastidiar. Claro, hijo, claro. Que la Fórmula 1 es una mierda y por eso la miras cada maldito fin de semana y hablas de ella a cada rato libre que tienes. Menudas tonterías que hay que leer.

Ojo, y que nadie se piense que solo los hay de un lado, ¿eh? Que también los hay que parece que en cuanto oyen hablar de Alonso se enervan ya y se les empieza a hinchar la vena. Alonso hace algo bien y están esperando para desmerecer sus méritos. Hace algo mal y ya están listos para demostrar que en realidad no es tan buen piloto. Hombre, pues igual la solución es aquello tan sobado del “ni tanto ni tan calvo”. Pero no, en España somos unos machotes y no tenemos término medio. Diantres, aquí o hacemos las cosas a lo bestia o no las hacemos. Y así nos va, supongo.

Y al final, pasa lo que pasa. Que nos pasamos las semanas “disfrutando más” de la actividad entre grandes premios que de las carreras en sí. Y una vez más, volvemos a lo de siempre. La gente lo que quiere no es deporte. El deporte es lo de menos. El deporte no importa un pepino -¿alguien había pedido pepino para la bebida? ¿No?-. La gente quiere en primera instancia a un deportista que pueda ganar y hacerles sentir partícipes de algo con lo que no tienen nada que ver. Como el aficionado que siente orgullo por Alonso. ¿Orgullo? ¿De sentarse ante el televisor, propiciar insultos a los rivales de “su” piloto y celebrar triunfos de un deportista al que ni conoce? Madre mía.

Pero si el éxito no es posible -y seamos sinceros, en la mayoría de casos no va a ser posible por un sinfín de motivos-, lo más importante es el “salseo”. En efecto, esa palabra que describe lo polémico, las movidas que hay entre bambalinas, las discusiones, debates airados, enfados, situaciones incómodas… el salseo. Eso es lo que la gente quiere en realidad si no hay victorias. Porque hay que divertirse con algo y si las carreras no son divertidas -o si no gana el que queremos, mejor dicho-, pues habrá que encontrar la forma de entretenerse. Así, podríamos hacer una lista interminable de conspiraciones anti-Alonso o de los enemigos públicos que ha tenido a lo largo de los años.

Pero total, ¿para qué? Para acabar volviendo al puesto de salida. Porque en realidad tenemos lo que nos merecemos. Les hacemos caso a estas noticias, a esta gente, a estos aficionados que desmerecen el deporte. Pedimos calidad pero leemos la basura informativa. Este mismo artículo es en ese sentido una contradicción espectacular. Nuestra columna semanal que debería aportarnos un poquito de diversión formulera se nos convierte en algo que resalta todo aquello que desea ignorar. Pero para bien o para mal, parece que la Fórmula 1 se ha convertido en esto, por lo menos en este rincón del mundo. Y puesto que formamos parte de todo esto, tenemos que entrar en el trapo… aunque sea solo un poquito.

Así que ya sabéis, nosotros seguiremos a lo nuestro. Y de momento, eso significa que entramos en semana de carreras. El Gran Premio de China se acerca y allí entramos en un primer momento en el que lo que hagan los pilotos de Mercedes puede empezar a definir de forma real el campeonato. Ferrari tuvo problemas en Bahréin con Sebastian Vettel. Si en China sigue perdiendo puntos, se le empezará a complicar la situación. Por su parte, Nico Rosberg buscará su sexto triunfo consecutivo, tercero del año, marcando aún más a Lewis Hamilton. Pero, ¿se lo permitirá el británico? Desde luego que no lo hará voluntariamente. Lo vemos esta semana.

 

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