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Michael Schumacher

Àlex Garcia | 21 Jul 2015
Michael Schumacher Ferrari
Michael Schumacher Ferrari

Michael Schumacher es una leyenda del automovilismo. El piloto con más éxitos en la historia de la Fórmula 1. Siete títulos, casi cien grandes premios ganados y una personalidad magnética que le ayudó a ganarse el apoyo de una enorme legión de seguidores incondicionales. Schumacher puede gustar más o menos pero es innegable que es uno de esos talentos que solo aparecen una vez en varias décadas.

Los primeros años

Tras destacar en el karting, Schumacher se dirigió hacia los monoplazas, donde debutó en 1988. Las primeras experiencias del alemán en el mundo de las carreras tuvieron lugar en el campeonato alemán de Fórmula Ford y en la Fórmula König. Las victorias llegaron de inmediato y en 1989 ya estaba en la Fórmula 3 alemana en el equipo de Willi Weber, quien pasó a ser su mánager. Allí tuvo sus primeras victorias importantes y terminó el año en tercera posición.

También tuvo su primera participación -poco fructífera- en el Gran Premio de Macao de Fórmula 3. En 1990 las cosas fueron mucho mejor y llegó el título en la Fórmula 3 alemana además del espectacular triunfo en Macao en una batalla histórica contra Mika Häkkinen. El siguiente paso habría sido subir a la Fórmula 3000 pero Weber le recomendó que aceptara la inusual oferta de Mercedes-Benz para competir en el mundial de resistencia. Creía que estar expuesto a ruedas de prensa y pilotar coches tan potentes en carreras largas le ayudaría.

Desvío hacia la resistencia

Michael Schumacher causó una buena impresión rápidamente en su llegada a la resistencia. En su debut en Dijon, compartiendo coche con Jochen Mass, terminó en segunda posición. Repitió resultado en Nürburgring y en su tercera carrera en resistencia, en el Circuito Hermanos Rodríguez en México, obtuvo ya su primera victoria. Era el piloto más destacado de un programa de jóvenes promesas en el que también estaban Heinz-Harald Frentzen y Karl Wendlinger.

Su única participación en una carrera de Fórmula 3000 se saldó con un segundo puesto, pese a ser en el campeonato japonés y no conocer el coche, los neumáticos o el circuito.

En 1991, los resultados no fueron tan buenos aunque Schumacher se vio perjudicado por un equipo Mercedes que no era tan fuerte como el año anterior. A pesar de todo, la joven promesa siguió destacando y mostrando su talento. Lo hizo tanto con Mercedes -con quien llegó a ganar la última carrera del año en Autopolis- como en su única participación en una carrera de Fórmula 3000. Esta se produjo en el campeonato japonés y a pesar de no conocer el coche, los neumáticos o el circuito, terminó segundo.

La llegada a la Fórmula 1

Schumacher estaba listo para la Fórmula 1 y tras unas negociaciones rocambolescas para reemplazar a Bertrand Gachot en Spa-Francorchamps y un primer fin de semana con Jordan en el que podría haber ganado -Andrea de Cesaris fue más lento que Michael Schumacher todo el fin de semana con el mismo coche y rodaba segundo cuando su coche se rompió-, se produjo el paso a Benetton. Flavio Briatore tenía claro que el alemán poseía un talento especial y no quería desaprovecharlo.

Roberto Moreno fue despedido de forma fulminante y en el siguiente gran premio en Italia, Schumacher ya tenía un volante a tiempo completo. Los primeros puntos llegaron en su segunda carrera, en la octava -ya en 1992- se subió al podio y en su décimoctava carrera obtuvo su primera victoria. Se trataba del ascenso meteórico de un piloto que en 1993 se subió al podio en todas las carreras que terminó. Schumacher estaba listo para luchar por el título y solo necesitaba una máquina que le permitiera hacerlo.

Bicampeón del mundo con Benetton

Para cualquier aficionado a la Fórmula 1, la temporada de 1994 es un clásico. Tiene todos los elementos dramáticos que un campeonato de la máxima categoría ha tenido a lo largo de su historia; polémicas, luchas, sanciones, sorpresas, accidentes decisivos y por desgracia, las muertes de dos competidores. El tercer año completo de Michael Schumacher en la Fórmula 1 está marcado por la alargada sombra de lo sucedido en el Gran Premio de San Marino con los accidentes de Roland Ratzenberger y Ayrton Senna. Incluso más tarde en Mónaco, cuando Karl Wendlinger quedó en coma en un accidente durante los entrenamientos.

Para aquel entonces, Schumacher había registrado ya tres victorias seguidas en las tres primeras carreras del campeonato. El motor Ford V8 -Zetec R en el caso de Benetton en lugar del desfasado Cosworth- no era tan veloz como el Renault V10 de Williams pero el chasis compensaba las carencias del propulsor. También hubo quien apuntó a que el Benetton B194 tenía ayudas electrónicas ilegales pero nunca llegó a demostrarse que fuera así. En 1994 la lucha entre Schumacher y Damon Hill fue intensa y se resolvió tras un polémico toque en la última carrera del año. Un solo punto de diferencia le dio el título al alemán. Schumacher era campeón del mundo.

Para 1995, Flavio Briatore se hizo con un contrato con Renault para que Benetton pudiera montar los propulsores franceses. Puesto que Briatore era también propietario del equipo Ligier, Schumacher empezó su preparación para revalidar el título probando un Ligier-Renault a finales de 1994 -el contrato con Ford impedía que Benetton montara un motor Renault antes del año nuevo-. Al final, el propulsor funcionó tan bien como esperaban pero el chasis no era tan competitivo. Esto hizo que Damon Hill fuera una vez más el rival a batir.

La lucha entre los dos se recrudeció y los toques entre ambos en varias carreras empezaron a ser una imagen habitual. A la demostración de talento de España en 1994, cuando pilotó durante muchas vueltas solo con quinta marcha y consiguió aguantar segundo, se le añadían cada vez más carreras destacadas. El Gran Premio de Bélgica fue una de ellas. Partiendo desde la décimo sexta posición en parrilla, remontó hasta cruzar la línea de meta en primera posición, llegando a batallar con Hill sobre pista mojada con neumáticos lisos. Con nueve victorias, el título llegó con más facilidad que en 1994 y Schumacher se convirtió en el bicampeón más joven hasta el momento.

Schumacher se convirtió en 1995 en el bicampeón mundial más joven de la historia de la F1.

Haciendo historia con Ferrari

A mediados de 1995, la vida de Michael Schumacher cambió. En el mismo mes, se casó con su mujer y firmó un contrato con Ferrari. Podría decirse que firmó los dos contratos más importantes de su vida. El piloto alemán era considerado como el mejor piloto del momento y tras dos títulos en Benetton, supo ver que era el momento de irse a otro equipo. A pesar de los éxitos, Schumacher era consciente de que Benetton no debía estar a la altura de Ferrari, McLaren o Williams en cuanto a medios económicos. Si cualquiera de estos tres equipos fichaba a la gente adecuada, podían ganar.

El primer test de Schumacher con Ferrari le hizo bajar sonriendo y soltando aquellas famosas palabras sobre el V12 Ferrari en las que decía que era un motor digno de ganar el título. Tras sendos test con los Ferrari de 1994 y 1995, el bicampeón estaba listo para afrontar una nueva temporada que sería un desafío espectacular. El primer año en Ferrari fue una locura. Williams tenía un coche mucho mejor pero Schumacher se las arregló para llevarse tres victorias que conquistaron los corazones de los tifossi, que hasta 1995 lo veían como su enemigo. Con las bases sentadas, el equipo podía luchar por el título.

Un final polémico en 1997 y un desafortunado pinchazo en 1998 impidieron que Schumacher ganara un título que cada vez estaban más cercano. Lo de 1999 fue algo más inesperado, con un Schumacher que se lesionó en Silverstone y quedó fuera de contención por el título. Algunos llegaron a cuestionar si sería capaz de volver con la misma velocidad pero cualquier duda quedó disipada en su fin de semana de retorno en Malasia. El ansiado título llegó en el año 2000 tras una lucha cara a cara con Mika Häkkinen. Había devuelto el título a Maranello tras 21 años de ausencia. Era el héroe de los aficionados italianos.

A partir de entonces siguió una auténtica fiebre del oro para Ferrari. La temporada 2001 fue incluso mejor que la del año anterior y el alemán firmó un título contundente, claro, con poca oposición. Con Ross Brawn y Rory Byrne como parte del equipo técnico -un equipo que había elegido persona por persona el propio Schumacher-, el trabajo en Ferrari era excelente. Para 2002, el equipo decidió tomar el camino de la evolución en lugar de la revolución. Fue el camino correcto, tal y como demostrarían los resultados a lo largo del año. Ferrari vivió su mejor temporada.

Comparable a lo que fue 1988 para McLaren, Ferrari dominó con mano de hierro. Los coches rojos sumaron tantos puntos en 2002 como todos sus rivales juntos. Fueron quince victorias sobre diecisiete carreras y Michael Schumacher ganó un nuevo título. En el Gran Premio de Francia se proclamó campeón por quinta vez, igualando a Juan Manuel Fangio. Por aquel entonces ya había superado a Alain Prost como piloto con más triunfos en la historia de la Fórmula 1. Con un equipo que funcionaba a las mil maravillas y un estado de forma personal al más alto nivel, iba camino de batir todos los récords.

2004 fue un año de récord para Michael Schumacher: obtuvo trece victorias y fue campeón por séptima vez.

Aún así, 2003 se convirtió en un año de lucha. Michelin consiguió dar un producto competitivo a los rivales de Ferrari y Schumacher se encontró batallando contra dos jóvenes talentos: Juan Pablo Montoya y Kimi Räikkönen. Poco le faltó para perder el título pero al final, en Suzuka llegó la sexta corona. Michael Schumacher se convertía así en el piloto con más títulos a lo largo de los más de cincuenta años de historia de la Fórmula 1. Pero el desafío de Michael no había llegado a su fin. Ferrari era consciente de que no podía dormirse en sus laureles y para 2004 prepararon una nueva bala, comparable al F2002.

Para Michael Schumacher, 2004 fue una temporada de récord. El hombre de Ferrari obtuvo trece victorias -pudieron haber sido catorce, trece de ellas seguidas, de no ser por algo de mala suerte en Mónaco-, volvió a coronarse campeón del mundo por séptima vez y aplastó a los rivales una vez más. Actuaciones como la del cambio de 3 a 4 paradas en el Gran Premio de Francia demostraban que además de máquina, seguía habiendo mucho piloto y un gran equipo que le apoyaba, detrás. 2005 fue bastante más complicado y solo llegó la polémica victoria del Gran Premio de Estados Unidos. Bridgestone no estaba al nivel de Michelin y Ferrari lo había notado.

Su último año en Ferrari fue una lucha cara a cara con Fernando Alonso. El español empezó la temporada con un coche superior pero a medida que avanzaba el año, Ferrari se puso las pila y le dio al alemán un coche espléndido. Pero los problemas técnicos en los dos últimos fines de semana de carreras sentenciaron la suerte del alemán. Se despedía de la Fórmula 1 con un subcampeonato. A partir de 2007, pasó a ser consejero de Ferrari, poniéndose ocasionalmente al volante de los monoplazas de Maranello para ayudr al desarrollo. Lo hizo en 2007 y 2008, puesto que las normativas introducidas en 2009 impedían repetir el procedimiento. Tras lo sucedido con Felipe Massa en Hungría, Michael Schumacher anunció que volvería a enfundarse el mono y rodó con un F2007 con neumáticos de GP2 en Mugello para prepararse. Pero tras valorar los médicos que su cuello no estaba listo para competir -había sufrido una caída en moto algunos meses antes-, desestimó el retorno. Era la última vez que "Schumi" se subía a un Ferrari de Fórmula 1.

El retorno a la Fórmula 1

Tras el retorno frustrado de 2009, Michael Schumacher finalmente reconoció que añoraba las carreras y con una oferta de Mercedes-Benz para finalizar lo que empezaron casi veinte años antes, el alemán decidió volver a la categoría reina. Aceptó la oferta de Mercedes, que había comprado el equipo Brawn GP que se había llevado los títulos de 2009, y se preparó para un programa de tres años. No tenían intención de ganar desde el primer momento. Triunfar lleva su tiempo y Schumacher era consciente de ello. Un test con un GP2 para acostumbrarse y ya estaba listo. Los resultados no llegaron y en 2010 fue claramente batido por su compañero de equipo, Nico Rosberg.

En 2011 el rendimiento de Schumacher mejoró y a menudo se mostró igual o superior a Rosberg. Empezaron a verse flashes del viejo campeón, que volvía para ganar. Pero el verdadero Schumacher no apareció hasta 2012. Entonces llegaron la primera fila en China, el podio en Valencia, las sesiones clasificatorias en Gran Bretaña y Alemania y la pole position en Mónaco -aunque por una sanción previa no salió primero-. Solo la mala suerte hizo que terminara por detrás de Rosberg aunque ya se mostraba tan rápido como su joven compañero. Pudo haberse quedado en 2013 -tuvo oferta de Mercedes- pero no lo vio claro. Se había fijado como objetivo competir tres años y lo había hecho. Además, sus aportes técnicos apuntalaron el dominio que hoy en día vemos en Mercedes. Schumacher se retiró pero su legado sigue consiguiendo triunfos.

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El accidente

Toda historia tiene un epílogo y aunque este epílogo pudo haber sido un sorpresivo retorno a la Fórmula 1 a finales de 2013 -Lotus le hizo una oferta para ocupar el coche de Kimi Räikkönen en las dos últimas carreras cuando este tuvo que ser operado de la espalda-, la realidad es mucho más triste. En diciembre de 2013, el heptacampeón alemán sufrió una caída cuando se encontraba esquiando en Suiza y su cabeza golpeó una roca escondida por la nieve. Schumacher fue trasladado con urgencia al hospital y estuvo en coma varios meses antes de despertar. Aún así, su lento proceso de recuperación -siempre en privado- sigue adelante. La carrera más difícil había empezado.