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Diario de viaje: No, el Rallye Monte-Carlo Histórico está lejos de ser un 'paseo' de coches clásicos

“¿Vienes al Monte-Carlo?… Ya verás que movida” Ese fue uno de los primeros mensajes que recibí de parte de uno de los integrantes de la expedición de SEAT Coches Históricos, algo que para muchos hubiera sido una frase muy poco halagüeña, se convertía en música para mis oídos. Había ganas de volver a los orígenes, a volver a ver en su salsa a los coches que una vez dominaron el Rallye más icónico a nivel mundial, y entre ellos, el SEAT 124 Grupo 4 que coló dos de sus unidades entres los cuatro primeros en aquella edición de 1977.

Los participantes salieron de la Ciudad Condal el pasado viernes con la mirada puesta ya en la que iba a ser la etapa de concentración y con la necesidad de saber si en los primeros tramos del sábado se iban a encontrar algo de nieve. No se tardaría demasiado en ver los primeros copos. Tras subir a Puigcerdà y dejar la frontera atrás, los competidores que salían de Barcelona ya tuvieron su primer contacto con el blanco elemento, buen momento para quitarse todo ese letargo que produce una ceremonia de salida, y especialmente las horas de espera, en los participantes.

Veintiséis horas sin dormir:

Puede llegar a parecer que el Rallye de Monte-Carlo Histórico es una exhibición de coches de competición clásicos, con al menos 40 años de antigüedad y que en su día compitieron en la cita mundialista, sin embargo, detrás de esta carrera hay mucho más. Si hemos hablado una y mil veces de lo mágica que es la noche de Turini (la cual también tiene su propia versión en la variante añeja ‘del Monte’), la primera vez que cae el sol ya con el rally recién iniciado también tiene sus alicientes.

Es una noche en la que los participantes tienen que completar hasta 800 kilómetros hasta llegar a la etapa de concentración en la que se juntan los competidores llegados de las siete ciudades desde las que se da la salida (Barcelona, Mónaco, Milán, Atenas, Glasgow, Reims y Bad Hombourg). Una noche en la que prácticamente no se duerme, o directamente, no se pega ojo. No solo los pilotos y copilotos, sino también las asistencias sufren esta primera jornada sin descanso en la que los más afortunados consiguen conciliar el sueño apenas una o dos horas en el coche de asistencia, o en el caso de los más aventurados, en el asiento trasero y entre las barras de seguridad del SEAT 127 que desplazó el departamento de Coches Históricos de la marca. Las caras de cansancio a la llegada del control horario de Buis les Baronnies eran más que evidentes.

Por delante todavía quedaba una jornada que no iba a acabar hasta el ocaso del sol, cuando los competidores llegaran al parque cerrado del Estadio Georges Pompidou que había sido adecentado para acoger a la carrera y el epicentro de la carrera antes de viajar el día 6 de febrero hacia Mónaco. En total, 26 horas sin dormir que se hicieron prácticamente eternas para más de uno, especialmente por las condiciones de los tramos y aderezado además por la presencia de las protestas de los chalecos amarillos que también condicionaron el transcurso normal de la prueba según los organizadores tenían planeado.

La nieve marcaba el inicio competitivo del rallye:

Si alguien hubiera dicho que esa lluvia que mojaba nuestras cabezas durante el control horario iba a transformarse en una copiosa nevada un poco más adelante hubiera sido difícil de creer, sin embargo, el Col de Perty ayer no estaba dispuesto a hacer prisioneros. Tras el paso de los primeros ouvreurs todavía de madrugada, el cielo se abría, dejando una estampa completamente blanca en los últimos 6 kilómetros de la subida a tan icónico emplazamiento de las carreras. Esos “¡Ojo! Placas de hielo peligrosas en la bajada” que habían apuntado Fernando Lobón y su copiloto para los tres pilotos oficiales de SEAT en esta prueba, pasarían a ser apenas una anécdota solo horas después.

El Rallye Monte-Carlo Histórico tiene la particularidad de que, al ser una carrera de regularidad, los pilotos pueden encontrarse tráfico en las secciones competitivas, e incluso, que los medios acreditados puedan seguir a los competidores para ver en vivo y en directo cómo transcurre una jornada de este tipo. En el caso del primer tramo, Mountauban sur l’Ouveze – Saint André de Rosans, las condiciones eran dantescas, algo que nos dejó la posibilidad de ver cómo los más expertos en nieve conseguían dar caza a otros pilotos que sufrían para domar a estas viejas glorias con la presencia de zonas muy deslizantes. Esto es el Monte-Carlo, ellos sabían también a lo que venían. Apenas se podía dar gas, especialmente algunos de los nueve-once que estaban tratando de dominar la caballería germana y que lamentablemente algunos no lo consiguieron…

El resultado para SEAT Coches Históricos esa primera jornada no era el más satisfactorio. Después de perder a la unidad de Jaime Hernández Anna Vives, el SEAT 127, por un problema con el embrague ague (reparable, pero que en dirección de carrera decidieron que no continuara en carrera), Josep Viaplana y Carles Jiménez se colaron entre los 100 primeros, mientras que Salvador Cañellas y Eloi Alsina tuvieron problemas en una de las secciones al encontrarse a otro competidor mucho más lento. La carrera, obviamente estaba muy condicionada por el orden de salida del primer día, por ciudades, algo que perjudicó mucho a las que salían más atrás, entre ellas a los de Barcelona, permitiendo que la clasificación general estuviera copada precisamente por los competidores que salían de Milán y Mónaco, de los primeros en salir al tramo.

Para el domingo, cuatro tramos, de los cuales ya se conoce que Burzet no se disputará por las condiciones hielo y nieve de prácticamente todo el recorrido. La carrera aun así regala postales prácticamente de otras épocas, con imágenes en las que tradición e historia se dan la mano en pleno Siglo XXI. Pequeñas instantáneas que nos trasladan directamente a otras épocas y que hacen de esta cita todo un viaje en el tiempo y una competición idónea y necesaria para seguir disfrutando de estas glorias de otra época.

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