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Gran Premio de Gran Bretaña 1968: Jo Siffert firma la última gran victoria del equipo de Rob Walker

A lo largo de las últimas décadas, ganar un Gran Premio de Fórmula 1 se ha ido complicando hasta el punto en el que la mayoría de aficionados saben lo difícil que es vencer sin una máquina competitiva. En realidad, esto ha sido así desde el Gran Premio de Gran Bretaña de 1950 que lo empezó todo… aunque la falta de fiabilidad a menudo ocultaba lo que es un mal endémico en el automovilismo. Por ello son tan valoradas, por quien sigue el deporte de cerca, las grandes victorias in esperadas. Un gran ejemplo es el de Jo Siffert, que obtuvo su primera victoria en la Fórmula 1 en el Gran Premio de Gran Bretaña de 1968, dándole a Rob Walker una histórica última victoria para su equipo de carreras en el que había militado Stirling Moss. Walker se convirtió así en el último jefe de equipo privado en ver a su escuadra ganar con un coche comprado o alquilado en lugar de ser oficial.

El circo ambulante de la Fórmula 1 llegó a Brands Hatch para la séptima cita de la temporada de 1968 tras un Gran Premio de Francia en el que se mezclaron la tragedia de la muerte de Jo Schlesser con el primer triunfo de un Jacky Ickx en la categoría reina. El piloto belga se situaba así en segunda posición de la general, a ‘solo’ ocho puntos de Graham Hill y empatando con Jackie Stewart. El Gran Premio de Gran Bretaña suponía la primera carrera de la segunda mitad de temporada, ofreciendo a los pilotos la oportunidad de resarcirse y acercarse al líder de la general. En seis carreras, solo Hill había repetido victoria, compartiendo elenco con el tristemente desaparecido Jim Clark, Bruce McLaren, Jackie Stewart y Jacky Ickx. Después del accidente a principios de año en Hockenheim, el de 1968 iba a ser el primer GP del Reino Unido sin Clark, con todo el significado que aquello tenía.

Al contrario de lo que solía ocurrir en Silverstone, con inscripciones kilométricas, la carrera tuvo un número de pilotos inscritos tirando a corto, aún dando gracias por tener veinte coches en parrilla. En las sesiones clasificatorias, el hombre más veloz fue precisamente el líder de la general, un Graham Hill que resultaba imbatible con un tiempo medio segundo más rápido que el del segundo clasificado. Precisamente este era Jackie Oliver, joven piloto británico llamado a reemplazar a Clark tras su muerte. Oliver era prometedor pero la mala suerte y su poca experiencia no habían ayudado a que lograra grandes resultados. Sobre cuatro carreras en el equipo oficial, solo había terminado en zona de puntos en Spa-Francorchamps, aunque en el mismo periodo Hill había puntuado solo en Mónaco, gracias a su victoria. La primera fila la cerraba Chris Amon en el Ferrari, mientras por detrás estaban Jo Siffert y Jochen Rindt. El top 10 lo completaban Dan Gurney, Jackie Stewart, Jack Brabham, John Surtees y Bruce McLaren.

La salida vio a Oliver convertirse en el sorprendente primer líder, tomando la delantera y dirigiendo el grupo con Hill y Siffert por detrás, mientras Amon aguantaba en cuarta posición. El primer abandono llegó con un Brabham que no pudo ni arrancar tras fallar su motor Repco. En la vuelta 4, Hill recuperó el liderato y la carrera se estabilizó al frente, aunque llegaban los primeros abandonos con una bomba de gasolina que dejaba fuera a Gurney, un radiador que hacía lo propio con Attwood y un motor que cedía en el coche de Beltoise. Tras once de las ochenta vueltas, cinco de los pilotos estaban ya fuera de contención. En la vuelta 14, Surtees logró dar cuenta de Stewart en lo que había sido una pelea emocionante durante los primeros giros. Y entonces llegó la primera sorpresa; no con el abandono de Elford por problemas en su motor en la vuelta 26, sino por la retirada de un Hill cuyo semieje dijo basta en la misma vuelta.

Contra todo pronóstico, Oliver pasaba a ocupar el liderato de carrera, con Siffert ejerciendo de segundo piloto de Lotus aunque en realidad competía con un 49 del equipo privado de Rob Walker. Los únicos cambios que hubo en las vueltas siguientes fueron el baile de posiciones entre Stewart, Ickx y Hulme, que acabó con el belga manteniendo su sexto puesto mientras el escocés volador caía fuera de los puntos y el defensor del título subía hasta la quinta posición. El abandono del Cooper privado de Robin Widdows anunció el cambio de tercio cerca del ecuador de carrera. Widdows se retiraba en la vuelta 34, mientras en la 37 Amon lograba rebasar a Siffert y se lanzaba en persecución del líder de carrera, desesperado por lograr su primera victoria. Pero el suizo logró recuperar el segundo puesto a tiempo de heredar la cabeza de carrera… pues en la vuelta 44, Oliver sufrió el fallo de su transmisión. El sueño de una primera victoria en casa se esfumó de golpe y porrazo.

En la carrera, Siffert quedaba como único defensor del honor de Lotus, siendo el único de los once supervivientes en pilotar para la marca de Colin Chapman. En aquel momento, Siffert era líder por delante de Amon y un Ickx que poco a poco había ido trabajándose la carrera hasta ser tercero. Cuarto era Hulme, por delante de Surtees y Stewart. Y entonces, el ‘milagro’. Desde el abandono de Oliver hasta la bandera de cuadros, no hubo un solo adelantamiento. Durante prácticamente una hora, los únicos cambios que vivió la carrera fueron los abandonos de Pedro Rodríguez por problemas en su motor y Jochen Rindt por una fuga de carburante, mientras Silvio Moser sufría de algún daño de baja intensidad en su monoplaza que le hizo completar la carrera a 38 vueltas del ganador. Por lo demás, la carrera no había tenido ningún otro cambio en absoluto, en una demostración de que a pesar del romanticismo, del desafío de Brands Hatch y lo bonito del lugar, además de lo espectacular que era ver los coches en el trazado inglés, la carrera no tenía que ser necesariamente una delicia.

Sí es cierto que Siffert no logró escaparse jamás de Amon y después de una carrera entera juntos, apenas cuatro segundos y cuatro décimas les separaron al terminar la prueba. Jo Siffert lograba la victoria para Lotus y Rob Walker, consiguiendo así el último triunfo de un equipo realmente privado en la Fórmula 1. Tras él, los Ferrari de Chris Amon y Jacky Ickx completaron el podio. La cuarta posición fue para Denny Hulme, en el único McLaren en zona de puntos. John Surtees fue quinto a dos giros, al igual que un Jackie Stewart que se llevó el último punto. En el mundo de las efemérides, esta fue la primera victoria para un Siffert que solo se había subido al podio en Estados Unidos en 1964. Repetiría triunfo en 1971, en el mejor momento de su carrera. Siffert obtuvo también su primera vuelta rápida, además de lograr la trigésimo tercera victoria de Lotus y el décimo éxito del motor Ford Cosworth.

El resultado en Brands Hatch dejaba a Hill aún en cabeza a pesar de su abandono, aunque ahora ya con solo cuatro puntos dde ventaja sobre Ickx y siete sobre Stewart, además de nueve sobre Hulme. En cuanto a constructores, Lotus comenzaba a escaparse de sus rivales, ahora ya con trece puntos de ventaja sobre Ferrari. Curiosamente, el éxito de Siffert se había producido justo en el Gran Premio en el que la escuadra estrenó su unidad de Lotus 49B igual que usaba la escuadra oficial. Aunque nadie dudaba de la importancia del coche, ver a Siffert pelear con las máquinas oficiales justo el día en el que por fin tenía un coche competitivo servía como una de las primeras grandes demostraciones sobre la importancia del lado tecnológico del deporte en el automovilismo. Por suerte, el espectáculo general hacía que poca gente se acordara lo suficiente entre carreras como para que hubiera quejas generalizadas… vamos, como ahora. ¿O no?

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