Con motivo de la Gold Coast 500, el Supercars se trasladó a las calles de Queensland, al icónico circuito de Surfers Paradise, tanto el sábado como el domingo los seguidores del campeonato y los fanáticos del deporte motor en general pudieron disfrutar de imágenes realmente sorprendentes porque los coches despegaban al contacto con los morros de la pista para ser lanzados contra las paredes del circuito, Camaros y Mustangs se retorcían en el aire tras el efecto trampolín y seguían su rumbo a toda velocidad. Las imágenes causaron sensación en las redes, más de tres millones de vistas en X, Facebook e Instagram durante las primeras horas de publicación indican que al público les gustó el espectáculo, el control de los pilotos sobre estos grandes coches en un trazado que también es de los preferidos por su vistosidad.
Al ser de los protagonistas de las dos jornadas, Chaz Mostert y Broc Feeney resultaron los más visibles, el primero por ganar ambos eventos con el Mustang de Walkinshaw Andretti United y el segundo por el material que publicó Red Bull, que hizo más visibles las maniobras del Camaro de Triple Eight luciendo como un potro salvaje surcando las calles. Ambos pilotos regalaron imágenes para la posteridad en una categoría que ya venía de ofrecer un gran espectáculo en la Bathurst 1000 con la definición precipitándose sobre el asfalto mojado. Otro aspecto que resultó impresionante es que a pesar de que los coches lucían sin control cuando ejecutaban los saltos, el coche de seguridad apenas apareció en una ocasión, cuando justamente James Courtney salió disparado con su Mustang en la Vuelta 11 tras tocarse con Anton De Pasquale.
En los videos de las cámaras on board se aprecia a Feeney describiendo lo que veía en su cabina, señalando que estaba fuera de control y que en ocasiones lo que aparecía en su parabrisas era solamente el cielo, mientras se preparaba para sentir el contacto con el asfalto en cada vuelta. Inclusive llegó a comentar que se sentía ridículo porque como piloto no sentía que tenía el control sino que era el coche el que saltaba para acomodarse en el aire mientras danzaba por todo el circuito, en tanto él hacía lo posible para no chocar. Supone que en la televisión se llegó a disfrutar mucho, pero a nivel de cabina no eran agradables las sensaciones.
Vía Speedcafe






