El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha pedido a la Comisión Europea que mantenga intacta la actual normativa que prohíbe la venta de vehículos con motor de combustión a partir de 2035, en medio de las negociaciones en Bruselas sobre la posible revisión de esa medida, enmarcada en el Pacto Verde europeo.
España en contra de suavizar la política del 2035
Sánchez ha enviado una carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la que insta a no eliminar la prohibición de vender automóviles nuevos que emitan CO₂ después de 2035 (Reuters). La iniciativa original de la UE obliga a que todos los vehículos vendidos a partir de esa fecha tengan cero emisiones, lo que implica en la práctica el fin de los coches con motor de combustión, incluidos los híbridos.
La razón que esgrime el jefe del Ejecutivo español es que cualquier relajación de los compromisos climáticos podría retrasar inversiones en la modernización del sector y poner en riesgo empleos en la industria automovilística europea, un sector estratégico para la economía de la UE y fundamental para la balanza comercial española.
No habría prohibición (total) en 2035… Ni en 2040
El mensaje de Pedro Sánchez llega en un momento de máxima incertidumbre en la Unión Europea respecto al veto de los coches con motor de combustión. Bruselas está dispuesta a levantar la mano y, aunque en principio iba a anunciar su decisión en diciembre, parece que finalmente será en enero.
Lo último que hemos sabido es que no habrá prohibición total de las ventas de coches con motores de combustión interna, ni en 2035, ni en 2040. Al menos eso ha dicho Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo, en declaraciones a la publicación alemana Bild.
Weber apuntaba que no se planteará ninguna prohibición total en el futuro, ni siquiera en 2040, y por tanto los motores que se fabrican actualmente en Alemania o en España podrían, por tanto, seguir produciéndose y vendiéndose. Sin embargo, esta información no es oficial.
Otras fuentes apuntan que la situación más probable pasa por un retraso de los objetivos que se habían propuesto hasta ahora, pasando la fecha límite de 2035 a 2040. En 2040 sí se abordaría el fin de la combustión interna sin ningún genero de dudas.
Europa está dividida y Bruselas, más presionada que nunca
La petición de España se produce en un contexto de división interna en la UE. España y Francia se oponen a cambiar los objetivos para 2035, pero seis primeros ministros europeos han enviado una carta a Úrsula Von der Leyen posicionándose en contra de los actuales objetivos para 2035, argumentando que «la competitividad europea no puede sacrificarse en un modelo único de transición».
La carta la firman los primeros ministros de Polonia, Eslovaquia, Hungría, República Checa y Bulgaria, encabezados por Giorgia Meloni, Primera Ministra de Italia, uno de los países productores de automóviles en Europa que más ha visto comprometida su producción en el proceso de transición hacia el vehículo eléctrico.
Los que piden cambiar las políticas actuales piden más tiempo para ayudar a la industria a adaptarse a una demanda aún insuficiente de vehículos eléctricos y no perder competitividad frente a la competencia china. Meloni aboga por la «neutralidad tecnológica», es decir, que la reducción de emisiones no implique cerrar la puerta a ninguna tecnología, incluyendo el motor de combustión interna en híbridos enchufables o con combustibles sintéticos.
Como suele ser habitual, Alemania tiene la llave
Por su parte, el gobierno español enfatiza que relajar la política climática «socava la credibilidad del Pacto Verde» y la apuesta firme por la electrificación. Sánchez incluso sugiere incentivos adicionales, como etiquetas para el uso de «acero verde» y un mayor contenido manufacturado en la UE para reforzar el valor añadido local de la industria automotriz española y europea.
No podemos perder de vista el enorme peso que tiene el automóvil en nuestra economía. España es el segundo mayor país productor de vehículos de la Unión Europea y, según apuntó Josep María Recasens hace unos días, la industria del automóvil genera «85.000 millones de euros de valor bruto», alrededor del 6 % del PIB del país. Pero hay un dato lapidario en el contexto actual: más del 95% de ese valor agregado bruto está en la cadena de valor del vehículo de combustión, según Recasens.
En cualquier caso, el actor más importante en este escenario, aunque no haya firmado la carta mencionada antes, es Alemania. El mayor productor de Europa aboga, como mínimo, por una flexibilización de los objetivos. Friedrich Merz, canciller de Alemania, habría remitido su propia carta a Von der Leyen, en la que habría declarado que «nuestro objetivo debe ser una regulación del CO2 tecnológicamente neutral, flexible y realista que cumpla los objetivos de protección climática de la UE sin poner en peligro la innovación y la creación de valor industrial» (Automotive News).








