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El Peugeot 508 PSE nunca será tan especial como el Peugeot 405 T16

El Peugeot 508 Peugeot Sport Engineered – abreviado como 508 PSE – marca la vuelta de Peugeot al reino de las berlinas deportivas. Un nicho de mercado que abandonó en 1995, cuando cesó la producción de los Peugeot Mi16 y T16. Hace ya 25 años que Peugeot se ausentó del mercado de las berlinas deportivas, centrándose en compactos y utilitarios deportivos. 2020 marca el retorno a las berlinas de altos vuelos con un híbrido enchufable de 360 CV. Una fórmula cuyo éxito está por ver, para un coche, que nunca será tan especial como el espectacular Peugeot 405 T16.

La historia de la última gran berlina deportiva de Peugeot, lanzada al mercado en 1993, comienza con el lanzamiento del Peugeot 405 en 1987. Y comienza con la creación del hercúleo Peugeot 405 Turbo 16 por parte de Peugeot Talbot Sport. La escudería de competición de Peugeot, liderada por Jean Todt, creó un monstruo de carrocería coupé y motor central-trasero diseñado para competiciones de ascenso como Pikes Peak. Tenía tracción total, 660 CV, y una base técnica realmente similar al Peugeot 205 Turbo 16 que había competido hasta el año 1986 en el Grupo B.

Los 405 de competición se apellidaban Turbo 16, los de calle, de forma abreviada, «T16».

Además de regalarnos cortos tan icónicos como el «Climb Dance» de Ari Vatanen – conmemorando el ascenso de récord del año 1988 – este desarrollo también participó en dos París-Dakar, venciendo en las ediciones de 1989 y 1990. De hecho, fue tan exitoso que formó la base de los Citroën ZX Rally Raid, que conquistarían el Dakar en cuatro ocasiones durante los años noventa. ¿A qué viene esta lección de historia de la competición francesa? A que Peugeot necesitaba homologar sus 405 de competición con un coche de calle, y la verdad, iban francamente tarde.

Pero como dice el refranero, más vale tarde que nunca. Así que ni cortos ni perezosos, lanzaron al mercado un Peugeot 405 T16 de calle, con el que se homologaba la participación de la marca en todas las competiciones hasta la fecha. El alma del Peugeot 405 T16 era su motor, conocido como XU10J4TE. Era un 2,0 litros de cuatro cilindros y 16 válvulas, sobrealimentado por un turbo de geometría variable. Este propulsor desarrollaba 196 CV con el turbo soplando a 1,0 bar, pero con su función de overboost y una presión de soplado de hasta 1,3 bar, alcanzaba los 220 CV.

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Con una velocidad punta de 235 km/h, eran berlinas realmente rápidas. A la altura de lo mejor de Alemania.

Su par motor pasaba de 288 Nm a 318 Nm con el overboost activado – una función que duraba 45 segundos como máximo – y el 0 a 100 km/h era de 7,0 segundos, según el catálogo. Una cifra impresionante para el año 1993, en que fue lanzado en T16, coincidiendo con el lavado de cara de los Peugeot 405. Con todo, muchos propietarios admitían que el coche era aún más rápido en la realidad. Muchos preparadores sacaron partido de la solidez del bloque motor, logrando potencias superiores a los 350 CV sin necesidad de reforzar los componentes internos del propulsor.

Por lo demás, el otro elemento definitorio del Peugeot 405 T16 era su sistema de tracción total permanente. Un sistema que empleaba un acoplamiento central viscoso a modo de diferencial central, logrando un reparto de potencia fijo del 53/47. Su caja de cambios era una caja manual de cinco relaciones, dotada de un volante de inercia reforzado y un disco de embrague más resistente. Y es aquí donde empiezan las incongruencias y las excepciones en la información disponible acerca de este Peugeot, siempre hablando a nivel técnico.

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Fue uno de los primeros coches de la historia en emplear un turbo de geometría variable, un Garrett VAT25.

Se tiene constancia de que algunas unidades montaban un eje trasero hidroneumático autonivelante – idéntico al del exótico Peugeot 405 Mi16x4 – y se habla de que algunas unidades montaban diferenciales Torsen en ambos ejes. También hay discrepancias en lo tocante al nivel de potencia del motor. Todo esto no hace más que aumentar la «leyenda» de este coche, que se rumorea, fue una suerte de laboratorio rodante de ciertas tecnologías, sin que hubiera un gran control de la directiva sobre el mismo. Se construyeron sólamente 1.061 unidades entre los años 1993 y 1995.

De este total – comunicado por Peugeot, e inconsistente con otras fuentes – se sabe que 46 unidades fueron entregadas a la Gendarmerie francesa. Estas unidades estaban destinadas a intervenciones rápidas y tenían un equipamiento mucho más básico que el resto, con asientos de tela y kits de carrocería idénticos a los del resto de 405 para pasar más desapercibidos. Auténticos sleepers, en definitiva. Porque los 405 T16, a ojos entrenados, eran coches especiales. Su kit de carrocería diseñado por Pininfarina, sus llantas de 16 pulgadas… no eran precisamente un 405 GL.

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Con un peso de solo 1.340 kilos y una suspensión deportiva, era un coche ágil y rápido en tramos revirados.

Su equipamiento de serie era opulento, con asientos deportivos eléctricos, climatizador, volante deportivo y una instrumentación muy detallada. Era, en definitiva, lo máximo que Peugeot podía ofrecer en la época, en un coche de calle – en lo tocante a deportividad. Un coche muy especial, un coche irrepetible, nacido de la necesidad técnica de homologar la participación en competición de sus «primos de Zumosol». Un coche que nada tiene que ver con el Peugeot 508 PSE, que por muy buen coche que sea, nunca llegará a ser tan especial como su antecesor directo.

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