Cuando una marca como Volkswagen nos recuerda que algunas de las tecnologías, que pretende impulsar con más fuerza en los próximos, ya habían comenzado a desarrollarse hace más de cuarenta años, tengo sentimientos encontrados. Concedo el valor que tiene que en aquella época ya estuvieran trabajando en tecnologías que ahora son tan importantes para cualquier marca de coches que se precie de serlo. Pero también hay que lamentar que la industria haya tardado tanto hasta llegar a este punto. En los próximos años la gama eléctrica de Volkswagen, la gama Volkswagen I.D., ganara el peso que merece uno de los proyectos más importantes y caros en los que se haya visto involucrada esta empresa alemana. Hay quien dice, incluso, que estamos ante su proyecto más importante desde la transición entre el Beetle y el Volkswagen Golf. Y precisamente hoy queríamos hablaros de aquellos años y del Elektro-Golf de 1976, el mismo que ilustra este artículo. Y es que poco después de que el mundo conociera esa «caja de zapatos», con motor delantero, y tracción delantera, que bautizarían como Golf, ya estaban trabajando en turismos y comerciales eléctricos, que no dependieran de los derivados del petróleo.
Los años del Volkswagen Golf Mk1 y el Elektro-Golf
Para entender por qué una marca como Volkswagen prestó interés a la electrificación en aquellos años, simplemente hay que recordar lo que sucedió unos meses antes de que los primeros Volkswagen Golf salieran de la fábrica. Occidente dejó de recibir el petróleo de Oriente Próximo, una decisión política que llegaba como consecuencia del apoyo prestado a Israel en el conflicto bélico que libró con algunas naciones árabes. En aquel momento, tanto Europa, como Estados Unidos, sufrirían las consecuencias de su dependencia del petróleo – el precio del crudo sin refinar llegó a duplicarse.
Los Volkswagen T2 y Golf MK1 eléctricos
Años atrás Volkswagen había levantado un ambicioso centro de investigación en Wolfsburgo, en el cual se llevarían a cabo proyectos como el desarrollo de coches eléctricos. Antes incluso de la crisis de 1973, Volkswagen ya consideraba este tema de vital importancia. Algunos, por precaución, creían las estimaciones que aseguraban que las reservas de petróleo mundiales podrían agotarse en apenas 20 años.
Uno de los primeros proyectos fue el una furgoneta Volkswagen T2 eléctrica. Sus cifras hoy nos pueden parecer ridículas, pero aquello comenzaba a sentar las bases de lo que hoy entendemos como coches eléctricos. Aquella furgoneta apenas alcanzaba los 70 km/h, no podía recorrer más de 70 kilómetros con una recarga completa, que duraba diez horas y, tenía que arrastrar unas baterías de plomo y ácido que pesaban más que un Volkswagen Beetle de la época.
Aunque ni la T2 eléctrica, ni el Elektro-Golf, llegaran al público general y, por decirlo de alguna forma, murieran prematuramente, lo importante, a mi juicio, es que aquellos proyectos no se quedaron en meros prototipos de exhibición. Volkswagen produjo una tirada pequeña, pero suficiente, tanto de aquella T2 eléctrica, como del Elektro-Golf, que algunos de sus ingenieros utilizar, a modo de prueba piloto, prácticamente todos los días.
De aquel Volkswagen Elektro-Golf, un Volkswagen Golf de primera generación cuyo motor de combustión interna había sido sustituido por baterías y un pequeño motor eléctrico de 27 CV de potencia, se producirían 20 unidades. Buena parte de ellas estarían en circulación, por las carreteras alemanas, durante una década completa, hasta 1986.
Aunque los primeros coches eléctricos de producción masiva de Volkswagen aún estuviesen muy lejos, el proyecto no se detuvo. Sobre la segunda generación del Volkswagen Golf también se probó la electrificación. Y años más tarde se haría lo propio con la tercera. Pero para ver los primeros Golf eléctricos destinados al público general hubo que esperar casi 40 años, al comienzo de la producción del e-Golf.
Más imágenes del Volkswagen Elektro-Golf de 1976: