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Diario de viaje (II): todo es según el color del cristal con el que se mira

No se puede negar que hoy ha sido un día muy duro en Hyundai. A los accidentes de Neuville en el shakedown y de Hayden Paddon (según el propio equipo, el coche está completamente destruido y el neozelandés con molestias en las costillas aunque nada grave) ayer se ha sumado la salida de pista de Dani Sordo y el contratiempo de que el motor de Thierry se haya quedado en únicamente tres cilindros de manera intermitente. Afortunadamente para el equipo y para el rally en sí (no se puede permitir más bajas), tanto el coche de Sordo después de la “chapa y pintura”, como el de Neuville tras el reseteo de la electrónica parecen estar listos para remprender la marcha.

Pero dejemos el final para volver al inicio del día. Junto a un heterogéneo grupo de personas venidas de Reino Unido, Alemania, Australia o Francia (algunos de ellos responsables de medios digitales sobre viajes) he podido ver de nuevo cómo esta disciplina llamada rallyes engancha y de tal forma, que los recién llegados sólo quieren saber más después de sólo un día conviviendo con ellos. En muchas de esas caras he podido ver un rostro similar al que yo tenía cuando descubrí lo que son los rallyes. La misma ilusión de un niño que acaba de encontrar la pasión, el hobbye e incluso el tema del que va a hablar y escribir cada día durante los siguientes años.

Todo ello a pesar de que algunos de ellos se han encontrado con la parte negativa de los rallyes. El madrugar, estar bajo tormenta con el único abrigo (el más afortunado) de un árbol o de un trozo de plástico. Caminar entre el barro durante kilómetros en busca de la zona buena donde ver pasar los coches e incluso los sinsabores de ver como un pilotazo como Jarko Nikkara abandona justo frente a ti por un problema de motor y poco o nada puede hacer para volver a poner el coche en marcha.

Pero no sólo han visto la parte mala, sino que se han encontrado un mundo, dentro de la competición, completamente distinto a lo que algunos conocían gracias a la NASCAR o la Fórmula 1. Precisamente Finlandia es el lugar correcto para presenciarlo. Todo el mundo está volcado con los rallyes: los hoteles tienen parkings exclusivos para los taxis y los coches de rallyes, familias enteras asisten a pie de pista el paso de sus deportistas favoritos. Los niños no sólo ejercen la labor de espectadores desde los hombros de sus padres o subidos a un sofá en lo alto de la pala de un tractor. Ellos mismos ayudan en las granjas a aparcar a los afortunados poseedores de uno de los pases de esta cita mientras no dejan de lado sus monturas de dos ruedas, al fin y al cabo, ‘las bicicletas son para el verano’.

Eso sí, el verano finlandés es caprichoso. Los tramos no sólo han amanecido embarrados, complicando aún más el feeling a aquellos pilotos que ya ayer ya no se encontraban demasiado confiados. Sino que la lluvia de la tarde, en forma de gran tormenta, ha dejado las especiales muy delicadas, siendo los Ford Fiesta RS WRC los que más han sufrido en estas condiciones, viendo a los coches del ovalo buscando tracción mientras la trasera se desbocaba. Los Volkswagen en cambio parecían de nuevo sobre raíles y en el caso de Citroën, el salto ha sido más que evidente a pesar de que Kris Meeke se empeñe en ensombrecerlo.

Queda Hyundai y aquí me gustaría detenerme ya que gracias a ellos estamos pudiendo vivir este fin de semana desde los ojos de un equipo del WRC. Lejos de lamentarse o esconder la cabeza tras los problemas mecánicos y los accidentes, los máximos responsables del equipo han salido a dar la cara. Entre ellos el máximo responsable de la marca, que junto a Michel Nandan o Alain Penasse se han presentado frente a periodistas e invitados haciendo gala una vez más de su compromiso con el proyecto y una vez más han enardecido el eslogan de que la firma coreana está en el WRC porque se lo han propuesto y desean ganar e incluso ante las cuestiones sobre el hecho de construir tres World Rally Cars distintos en cuatro años, para ellos es una demostración del potencial y de su incansable e infinita filosofía de trabajo. Lejos de mostrarse derrotados o de encontrarnos con caras largas a la llegada del hospitality, la de hoy parece una lección más de la que aprender y salir fortalecidos.

De un proyecto relativamente nuevo, pero del que hemos podido preguntar abiertamente (y del que hablaremos más adelante) pasamos a los experimentados SiT (sistemas integrales de telecomunicaciones), compañía española que se encarga de la logística y de todo lo que rodea el cronometraje del Mundial de Rallyes. Sus responsables nos abrieron las puertas de sus oficinas en el Parque de Asistencia de par en par, resguardándonos de la copiosa lluvia y ayudándonos a saber más de su trabajo. Los problemas en el pasado sufridos (muchas veces sin ser responsabilidad suya), además de otras curiosidades como el ataque hacker que sufrieron en Gales’13, los problemas que pueden deparar accidentes como el de Tänak en México o el trabajo que está realizando actualmente Surhayen Pernía para ellos, encargándose de verificar que en cada tramo todo el sistema de cronometraje y de localización funciona. El despliegue de medios de la empresa madrileña es espectacular y a veces no nos paramos a pensar en todo el trabajo que hay detrás cayendo en la crítica fácil, un servidor el primero. Y es que todo es según el color del cristal con el que se mira.

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