En 1999 nacía el Rover 75, un modelo que se comercializó con carrocería de tipo sedán de cuatro puertas y familiar de cinco. Lo más característico de esta berlina era su estilo clásico y la flema inglesa que le costaría verse relegado a un público de cierta edad. Aún así, los planes de MG Rover iban mucho más allá, y es una lástima que los problemas económicos y la definitiva bancarrota de 2005 acabasen con prototipos como el Rover 55, del que ya hablamos anteriormente, o sin ir más lejos, el que os presentamos hoy.
Amparándose en una tradición de coupés que se remonta a finales de los años 40, MG Rover presentaba en 2004 el atractivo Rover 75 Coupé. Se trataba no obstante de un coupé de dos puertas y tres cuerpos basado en la berlina Rover 75. Con la acuciante crisis que afectaba ya a la tupla MG Rover, todo apuntaba a que éste podría ser el canto del cisne de un fabricante cuyo fin ya había sido profetizado. En abril de 2005 se confirmaba que no había rescate para la marca y este flamante coupé jamás llegaría a llegar a los concesionarios.
Los cambios respecto a la berlina del Rover 75 Coupé no se reducían a contar con dos puertas menos. Este coupé lucía una parrilla de mayor tamaño, mucho más elegante, defensas deportivas, una línea bien esculpida con ligera caída del techo hacia el voladizo posterior, donde se dejaba ver un pequeño spoiler cromado y sendas salidas de escape.
En definitiva se presentaba como un coupé de corte deportivo y dentro de la elegancia clásica de Rover, incluso juvenil. Por desgracia para los entusiastas de Rover y MG, jamás llegaría a comercializarse…
Fuente: Serious Wheels
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