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Este Ferrari 400 Superamerica cuesta 6.7 millones de euros

La cotización de los clásicos se dispara. Y ya no solo hablamos de clásicos «cotidianos», los que tú, yo, cualquiera, podríamos pagar (ver nuestro artículo sobre especulación en el automóvil clásico). Hablamos del hecho de que no nos sorprenda, absolutamente nada, que se paguen cerca de 7 millones de euros por un Ferrari clásico, e incluso nos parezca una cifra contenida. De hecho, este mismo Ferrari 400 Superamerica SWB Cabriolet by Pininfarina que fue adjudicado hace unos días por 6.7 millones de euros (RM Auctions), hace solo unos cinco años podría haberse subastado por la mitad.

Este Ferrari 400 Superamerica SWB Cabriolet by Pininfarina esconde varias historias interesantes: se creó para exponerse en el Salón de Ginebra de 1962 e incluso llegó a competir en las llanuras saladas de Bonneville.

El mundo no se ha vuelto loco, pero lo que sí parece más que evidente es la certeza de que existe una gran burbuja en el comercio de clásicos exclusivos, de coleccionista. Una burbuja que probablemente jamás se rompa. Tened en cuenta que hablamos de vehículos cuya cotización responde única y exclusivamente al cariz coleccionista. Sabemos que la oferta de estos vehículos no puede aumentar, puesto que las unidades que existen no van a aumentar, y la historias que llevan detrás y su legado es único. Por otro lado, siempre van a existir coleccionistas y multimillonarios dispuestos a pagar por ellos lo que sea necesario, con lo cual la demanda tampoco va a caer.

Concretamente este Ferrari 400 Superamerica SWB Cabriolet de Pininfarina, producido en marzo de 1962, esconde otras historias interesantes. Su motor se basaba en un V12 con tres carburadores Weber y 340 CV. Cuenta con techo rígido desmontable y de alguna forma es una pieza muy especial.

Esta unidad no fue producida inicialmente para un cliente de Ferrari, sino para exponerse en el Salón de Ginebra de 1962. Posteriormente cruzaría el «charco» para exhibirse en el Salón de Nueva York de ese mismo año, y no regresaría jamás a Maranello, al ser adquirida por J.A. «Gus» Stallings, que tuvo la osadía de competir con esta joya, el Ferrari más caro de la época, en un terreno atípico, en las llanuras salinas de Bonneville. Tened en cuenta que ni ahora, ni entonces, este escenario era el más apropiado para un refinado cavallino rampante. Entre muscle cars y hot rods de la época se coló este italiano, que habría llegado a alcanzar 233 km/h.

De Stallings, el coche pasaría a manos de un propietario en Nueva York, y posteriormente regresaría a Europa, a Francia, en los años setenta, donde recibiría las convenientes reparaciones y restauraciones en los 20 años que Norman Silver, su propietario, disfrutó de él. En 2005 regresó a Estados Unidos, donde finalmente fue restaurado para lucir con el aspecto que se aprecia ahora.

Fuente y más imágenes en RM Auctions
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