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Gran Premio de Gran Bretaña 1986: Nigel Mansell gana a Nelson Piquet con su propio coche

Las batallas entre Nigel Mansell y Nelson Piquet a lo largo de las temporadas de 1986 y 1987 son uno de los grandes clásicos de las batallas entre compañeros de equipo de la historia de la Fórmula 1. Compartiendo dos años en los que Williams estaba entre los coches más competitivos, su rivalidad alcanzó cotas altísimas, superadas solo por lo que se viviría en años venideros entre Alain Prost y Ayrton Senna. El Gran Premio de Gran Bretaña de 1986 es uno de los ejemplos de gran duelo entre los dos campeones.

Esta carrera fue la última en disputarse en el legendario circuito de Brands Hatch. En ese entonces, la cita del Reino Unido se alternaba entre este trazado y el de Silverstone. En dos ocasiones, 1983 y 1985, cuando Brands Hatch no era la sede del Gran Premio de Gran Bretaña, se disputó allí el Gran Premio de Europa. En el caso que nos incumbe, la carrera era el Gran Premio de Gran Bretaña, nuevo evento de la temporada de 1986. La lucha por el título estaba en pleno apogeo con tres pilotos separados por tres puntos al frente del campeonato.

Alain Prost encabezaba el mismo con McLaren-TAG, con un solo punto de ventaja sobre Nigel Mansell y su Williams-Honda y tres sobre Ayrton Senna con el Lotus-Renault. Algo más atrás estaba Nelson Piquet con el otro Williams. Para todo el equipo era un fin de semana especial, el primero con Frank Williams de regreso al paddock tras el terrible accidente que le dejó en silla de ruedas. Por ello, tanto Mansell como Piquet partieron con energías renovadas y ganas de satisfacer a su jefe. Así, la primera fila de los FW11 no sorprendía a nadie.

En la salida, se produjo el caos y un fortísimo accidente obligó a sacar la bandera roja. Desafortunadamente, dicho accidente terminó con la carrera deportiva de Jacques Laffite, que recibió la peor parte del golpe. Incluso Jonathan Palmer se paró para ayudar, aprovechando el hecho que él era doctor… Pero como suele decirse en estos casos, el espectáculo debe continuar y los equipos se estaban preparando para la segunda salida. El problema para Williams llegó con el coche de Mansell, que había sufrido una rotura de transmisión -el coche parado había sido uno de los causantes del accidente- y no podía repararse.

De esta forma, el equipo Williams se veía obligado a usar el coche de repuesto. Ningún problema, en teoría. Excepto por un pequeño detalle. En 1986, los dos pilotos partían con el mismo estatus y por lo tanto el coche de repuesto se iba turnando en cada carrera. En una era de Mansell y en la siguiente era de Piquet. Por lo tanto, en cada carrera el coche se reglaba a gusto de uno de los pilotos. Y en Brands Hatch, el coche estaba puesto a punto para el estilo de pilotaje del brasileño, mucho más fino que su compañero. El coche seguiría siendo competitivo pero no estaría en sintonía con Mansell de la misma forma que Piquet con su máquina.

De esta forma, cuando se dio la salida, Piquet mantuvo el liderato de carrera por delante de Mansell. Los dos Williams rodaban en formación ¡pero no lo hacían por gusto! Piquet intentaba escaparse de su compañero y rival, mientras que Mansell estaba obsesionado con atacar al líder de carrera y ganar en casa. En un principio, el pilotaje de este último era algo más torpe pero poco a poco se fue habituando a lo que le pedía el coche de Piquet y al cabo de unos giros, estaba ya en tiempos del brasileño. Y entonces llegó el momento clave de la carrera, cuando en la vuelta 23 Piquet cometió un pequeño error en un cambio de marchas.

Mansell no dejó escapar la oportunidad y tomó la cabeza de carrera, que ya no cedió hasta la bandera de cuadros. Hacia los compases finales, Piquet dejó de forzar el asunto y llegó a meta a poco más de cinco segundos del héroe local, que se quedó además sin gasolina en la vuelta de honor y tuvo que ser llevado en volandas hasta el podio. El público lo amaba. De forma justificada, además, puesto que el triunfo le daba el liderato en el campeonato del mundo, algo que a falta de seis carreras tenía una importancia destacable. El título estaba visible a lo lejos.

Por detrás, Senna había abandonado con una caja de cambios rota, regalándole la tercera posición al siempre hábil y calculador Prost. Aunque en Brands Hatch el McLaren no había sido rival del Williams, se iba a casa con cuatro valiosos puntos que bien podían valer su peso en oro a la hora de luchar por el título -así acabó siendo-. René Arnoux con el Ligier-Renault igualó su mejor resultado del año con un interesante cuarto puesto aunque a una vuelta del tercer clasificado, a dos del vencedor. La zona de puntos la completaban Martin Brundle y Philippe Streiff con los dos Tyrrell-Renault.

En un domingo especialmente duro, la carrera la completaron tan solo nueve coches. Pero en cualquier caso, por una vez la Fórmula 1 celebró un doblete por todo lo alto. Era la mejor manera de darle la bienvenida de nuevo a casa a un Frank Williams que no había estado en ninguna de las ocho carreras anteriores, mientras se habituaba a su nueva vida. En cuanto a Mansell, obtuvo su sexta victoria, igualando a pilotos como Gilles Villeneuve y Jacques Laffite. Era la sexta de un total de 31 triunfos… pero esto ya son historias para otro día.

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