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A bordo del Ford Fiesta WRC: ¿Cómo han evolucionado los World Rally Cars desde el 'asiento del miedo'?

No todos los días puedes decir que te has sentado en un World Rally Car y mucho menos poder reconocer que has pasado por los asientos del copiloto en las últimas dos generaciones que han animado la categoría reina durante la última década. Si en 2015 pudimos experimentar las sensaciones de montaña rusa que generan el lanzarse con un WRC por los bosques fineses, ahora llegaba el turno de aprovechar la invitación por parte de M-Sport Ford España para comprobar cómo han evolucionado los coches durante los últimos tres años.

Sería uno de los últimos en llegar a la categoría absoluta del Mundial de Rallyes, Gus Greensmith (al día siguiente Pontus Tidemand), el que sería el encargado de mostrarnos las capacidades de estos vehículos en la sección de 3,52 kilómetros elegida en el Greystoke Forest. Era un trazado típico de los bosques ingleses, marcado por el barro de las últimas lluvias y con secciones muy rápidas de cambios de dirección, así como una horquilla que era precedida por una curva de derechas en apoyo en la que la zaga pasaba relativamente cerca de los troncos amontonados y preparados para ser transportados y empleados por la industria del papel.

Allí nos esperaba Carlos, un Ingeniero de Competición cordobés salido de la Escuela de Monlau que era el encargado de ayudarnos a encajarnos en nuestro baquet en lo que están siendo sus primeros meses como miembro de M-Sport Ford WRT.

Desde las entrañas de la bestia. Un ‘paseo’ en el Ford Fiesta WRC:

Cuando te acomodas dentro del Ford Fiesta WRC la sensación es similar a la de la generación anterior de World Rally Cars. Visualmente hay elementos similares, con la leva derecha detrás del volante (con más botones y más grandes, así como ruletas de selección con la llegada del nuevo diferencial central), el display a color muy intuitivo y una posición si cabe todavía más retrasada en el caso del copiloto. En la unidad de test podías en este caso ir completamente apoyado en el reposapiés (donde se establecen otros botones como el claxon o el limpiaparabrisas), lo que te permite hacer incluso fuerza para no sufrir las inercias en la frenada.

El procedimiento de salida era similar al que recordaba, con el piloto activando el sistema, engranando marcha, mano en la palanca de freno vertical y a subir de revoluciones el motor 1.6 turbo. Obviamente hay una gran diferencia en cuanto a caballos respecto a sus predecesores y esa patada inicial sigue siendo sorprendente, sin embargo, donde más diferencias se pueden apreciar es cuando llegas a la primera curva.

El piloto balancea mucho menos el coche, confiando en la aerodinámica para dirigir el disparo a golpe de acelerador hacia donde tiene puesta la mirada. El volante se convierte en un arma de precisión y Greensmith no se cortó a la hora de acercarse a los márgenes. La velocidad era notablemente mayor en las secciones de curvas rápidas, con cambios de dirección que se hacían todavía más rápidos respecto a la primera generación de los 1.6 Turbo. La aerodinámica trasera mantiene mucho más estable el tren trasero, por lo que vas acumulando menos deriva en curvas sucesivas, algo que lleva a que no solo la sensación de velocidad sea mayor gracias a los 380 CV, sino que además se tiene la sensación de que el ritmo es muy superior y que se conduce prácticamente de memoria.

A pesar de que fui el segundo en sentarme en el Ford Fiesta WRC esa fría mañana de jueves, estaba claro que Gus conocía a la perfección la sección de test después de haber estado rodando el miércoles y que ya la había hecho en más de una veintena de ocasiones. Es entonces cuando comprendes aún mejor que las nuevas generaciones se basen tanto en trabajar el vídeo y las cámaras OnBoard, llegando en muchas ocasiones a memorizar algunas zonas. Solo de esta forma puedes llegar a competir a unas medias tan altas con cambios de recorrido tan acusados y diferencias de agarre dramáticas.

En esos momentos vuelves a reparar en lo importante de la presencia de ese reposapiés metálico que antes mencionábamos, ya que a pesar de ir muy atado y encajado en el asiento, lo cierto es que puedes hacer presión con las piernas constantemente para evitar los vaivenes y disfrutar aún más de la experiencia única de sentarse en uno de estos coches junto a un piloto profesional. Parco en palabras, Greensmith no quiso ahondar demasiado en su temporada, la cual continuará con su presencia este mismo fin de semana en Turquía dentro de la categoría WRC2 Pro. Lo que quedó claro es que aquel día siguió acumulando kilómetros para seguir conociendo a los World Rally Cars. Son más potentes, más veloces, más eficientes, pero hay sonidos como el ‘clank’ metálico al engranar primera o las piedras rebotando en la carrocería que siguen siendo inconfundibles… Estás sentado en una bestia de los rallyes.

La nueva pista de test de M-Sport, excusa perfecta para probar el Ford GT:

Recta, cambio de rasante con salto en el ‘mejor de los casos’ y curva inmediata de izquierdas que pone al límite la capacidad de frenada el coche. La pista que M-Sport ha estrenado justo al lado de su factoría de Dovenby Hall se empleará para desarrollar los futuros modelos de la estructura dirigida por Malcolm Wilson y además se podrá alquilar a terceros para que estos la vayan a probar sus propios vehículos o realicen cursos de conducción y otras iniciativas. Actualmente ya son uno de los grandes motores económicos de un condado rural como es Cumbria, por lo que se espera que el impacto económico a medio plazo sea muy importante para la región.

El trazado, muy estrecho, se encontraba regado por la lluvia, quizás no las condiciones que uno desea cuando quiere tomar confianza en pocas curvas con el Ford Mustang Bullitt o el Ford GT, pero al final de cuentas será la meteorología típica con la que contarán en estas latitudes. Una de las primeras advertencias de los instructores fue precisamente la de tratar tocar lo mínimo posible los pianos, especialmente en la chicane rápida que anticipaba la larga curva de derechas que desembocaba a la recta de atrás. Prohibido tocar la hierba, aunque la presencia de barreras era muy reducida, la responsabilidad de llevar un coche que superaba los 650.000 euros siempre genera una sensación de placer culpable.

En total 2,5 kilómetros de una pista que cumple con los estándares FIA y que cuenta con una recta que llega hasta los 750 metros. El objetivo será el de completar este circuito construido en 2017 con un nuevo centro de conferencias (incluido un hotel de futura creación con 65 camas de capacidad) y un taller que elevará el espacio de trabajo hasta los 10.273 metros cuadrados. El objetivo es que el M-Sport Evaluation Center dé otros 100 puestos de empleo más además de los 200 ya existentes y que se convierta en unas instalaciones de pruebas para pasar muy desapercibidos y con todas las comodidades de tener la opción de tener un taller a unos metros de distancia.

Sería Sebastian Priaulx, hijo del pluricampeón mundial de turismos, el que nos mostraría finalmente todas las capacidades del Ford GT sobre el asfalto mojado de la pista de test de M-Sport. La conclusión era que es uno de esos coches que se llega un poco más lejos a cada vuelta. Muy de carreras, capaz de emocionar al piloto del británico de GT’s. Tras muchas vueltas él sí fue capaz de apurar al máximo la frenada tras la larga recta, aprovechando la estabilidad del deportivo estadounidense y metiéndolo en curva con su precisa y pesada dirección.

Transiciones rápidas, mucha confianza al dar gas a pesar del poco agarre que había en esos momentos en pista y una vuelta que supo a poco. El ronroneo del V6 twin-turbo, la patada brutal que te hacía temblar a pesar del Control de Tracción mientras mantenías los músculos preparados en caso de tener que rectificar algún extraño… toda una experiencia. El entusiasmo que mostraba Sebastian en sus redes sociales nos hacía pensar que nosotros no eramos los únicos a los que les había cautivado esta bestia de 650 CV.

La experiencia la completaría otro joven británico, en este caso el piloto del JWRC, Tom Williams, el cual estuvo presente ataviado con un mono ignífugo de Bentley para mostrarnos las capacidades de otro de los productos de la gama Ford Performance, el Ford Raptor de serie, el cual rodaba por los mismos caminos de Greystoke Forest por los que pudimos volar con el Ford Fiesta WRC, pistas en las que M-Sport puede tiene distintas configuraciones (la más larga de más de 10 kilómetros) para hacer las experiencias de copilotaje y para probar nuevas piezas en pequeños Shakedown. Precisamente allí Ken Block tuvo un inoportuno accidente días antes del Rally de Gales 2010 con el Ford Focus RS WRC que estuvo muy cerca de dejarle sin competir. En nuestro caso, la jornada fue 100% disfrutable y sin sobresaltos.

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