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Pikes Peak 2018: "Old Smokey" o la Ford F1 de 1949 con 1.200 CV que competirá en la Carrera hacia las nubes

Tengo que reconocerlo, llevo días dándole vueltas a cómo presentar al Chevrolet Sedán de 1936 que competirá en Pikes Peak en la edición de este año y especialmente al hecho de denominarlo como “el coche más loco” de 2018 en la Carrera hacia las nubes. Especialmente porque más allá del Volkswagen I.D. R Pikes Peak y del Gillet Vertigo de Vanina Ickx nos encontrábamos con que en la categoría de Exhibición había un nombre aún más llamativo que estos dos proyectos modernos, una Ford F1 de 1949 pilotada por su constructor Scott Birdsall, propietario de Chuckles Garage.

Y es que más allá de los siempre competitivos y atractivos proyectos europeos, algunos de ellos con respaldo de fabricantes, la carrera norteamericana siempre nos ha dejado espacio para este tipo de preparaciones realizadas por talleres más pequeños. El ideado por Birdsall tiene ya más recorrido que el Chevy de Ray Evernham. Ya mostrado al público durante 2016, el equipo ha ido evolucionando el prototipo el último año hasta convertirlo de un coche ideado para las carreras de aceleración a un vehículo de competición preparado para afrontar la Subida de Montaña más famosa del planeta. Una de las últimas decisiones antes del debut fue el de introducir un alerón trasero en la zaga con grandes soportes anclados directamente al chasis que trabajaría de forma solidaria con el difusor. Todo era poco para asegurar la suficiente carga aerodinámica que permitiera al Ford F1 del 49 mantenerse sobre el asfalto.

Tanta importancia a la aerodinámica venía obviamente ligada al bestial motor diésel de 1.200 CV que utiliza este monstruo que fue recuperado por los propios trabajadores del garaje, los cuales encontraron una camioneta Ford F1 entre los arbustos y árboles del bosque aledaño. Tras comprarlo por 225 dólares a su propietario, el Chuckles Garage la restauró con el objetivo de venderla, sin embargo, se terminó convirtiendo en un proyecto personal con la intención de batir el récord del mundo de la camioneta diésel más rápida del planeta que está establecido en 172 mph.

Esa estética Rat-Rod que luce la pick-up clásica no se debe a una falta de presupuesto o a la posibilidad de no contar con repuestos originales o adecuados. El propio Scott reconocía que el faro derecho iba a ser lo último en arreglarse, sin embargo, cuando la vio terminada sin él decidió dejarla así por su aspecto triste que le había gustado. Tanto es así, que incluso cuenta con un repuesto en su garaje, pero ha decidido mantenerlo así, roto, al igual de la rallada pintura que muestra el repintado al que fue sometido la carrocería. Había tenido una vida dura ese coche y ahora estaba preparado para tener una segunda vida como coche de competición.

Además de los cambios aerodinámicos y las medidas de seguridad, se ha cambiado prácticamente todo salvo la carrocería y el salpicadero interior. Comenzó colocándole un motor de otro viejo Dodge donante, pero ha terminado instalando un bloque Cummins de 5.9 litros que está equipado con dos turbos Garrett y un intercooler firmado por Bell. Airaid aporta los filtros de aire, además de ser uno de los patrocinadores principales de esta aventura. En total, son 1.233 CV de potencia y 2.000 lb-ft de par máximo en el eje trasero. Aunque no lo utilizará para la Subida a Pikes Peak 2018, tradicionalmente este coche cuenta con un sistema de óxido nitroso que aporta otros 375 CV de potencia cuando es activado.

¿Por qué no lo he considerado como el proyecto más loco de la Subida a Pikes Peak de 2018? Sencillamente porque no ha sido hasta esta tarde cuando se ha confirmado su participación después de un accidente sufrido durante unos test en la carretera del Colorado a principios de este mismo mes. La salida de carretera del “Old Smokey”, apodado cariñosamente así por las grandes nubes de humo que provoca su brutal motor diésel, obligó al equipo a realizar un esfuerzo extra, regresando al garaje en Santa Rosa, California, y recibiendo ayuda de otras empresas para tratar de llegar a tiempo para la carrera estadounidense.

Afortunadamente los pequeños árboles que se encontró en el camino Birdsall ayudaron a que el coche se frenara con daños que no fueron tan severos como parecían. El error lo reconocía el propio Scott: se le había resbalado el pie cuando estaba frenando, un grave fallo que esta montaña no suele perdonar.  A pesar de que algunos medios apuntaron a que no podría disputar la edición de este año, finalmente esta Ford de carreras está ya en Colorado y ha formado parte de los test celebrados este mismo lunes. Ya con esta información es un buen momento de otorgarle el título honorifico compartido con el Chevy del 36 del “coche más loco de la edición 2018 del Pikes Peak”.

Bonus vídeo – Cómo se construyó la Ford F1 de 1949:

Fotos | AIRAID y Chuckles Garage

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