Las pick-up siguen siendo el segmento más popular de Estados Unidos y, aunque en Europa no son precisamente la categoría con mayor demanda, el posicionamiento de muchos de estos coches como versiones más baratos de algunos todoterreno empieza a hacer que tengan una posición muy atractiva en el mercado frente a algunos 4×4 de carrocería cerrada.
Además, un punto en el que pueden converger el mercado americano y el europeo es que a los yankees les están empezando a gustar cada vez más las pick-up de tamaño algo más compacto y estructura de aluminio tradicional, como la de un coche convencional. Incluso Toyota baraja un hermano pequeño para la Toyota Hilux de concepto similar al Hyundai Santa Cruz o el Honda Ridgeline, en el que nos cetramos con estas líneas, modelos que no son más que pick-up derivadas de modelos todocamino.
Y es que, aunque no lo parezca, el Ridgeline no es más que la versión con cajón de carga del Honda Passport, un modelo que a mitad de camino entre todocamino y todoterreno, acaba de ser renovado, y es la única pick-up que Honda tiene a la venta en Estados Unidos, posicionando así en el mercado un rival tanto para el mencionado Santa Cruz, como también para la Ford Maverick, modelos que componen un segmento al alza, pues a pesar de la popularidad de estas carrocerías, realmente no todo el público necesita una pick-up de 5,5 metros para el día a día, aunque con 5,3 metros de largo, cabe señalar que seguimos estando ante coches grandes, igualmente.
Del Honda Passport anterior, la Ridgeline hereda de manera total el frontal, con una parrilla que flanquea dos faros en forma de ‘C’ en la que una enorme logo de Honda y su característica ‘H’ preside la estampa. El resto de su imagen es la típica de una pick-up, con una silueta marcada por su alto capó y una altura libre al suelo de 20 cm, que no es mucho para un coche de este tipo, aunque sí es lo normal dentro de esta categoría de pick-up basadas en monocascos de alumunio.
Mientras que en el interior apenas hay nada destacable, pues se trata de un habitáculo típico de la penúltima generación de interiores de Honda, lo que sí es muy destacable es el propulsor que toma lugar bajo el capó. Se trata de un archiconocido dentro del porfolio de motores de Honda: el V6 de 3,5 litros que hemos visto en multitud de modelos de la marca, incluído el último NSX híbrido.
En esta ocasión la potencia se queda en 280 CV, lo que junto a un par motor de 355 Nm es suficiente garantía para desplazar, prácticamente, cualquier peso que el cajón pueda asumir, que es de 717 kilos, mientras que la capacidad de remolque se va hasta los 2.268 kilos.
Todo lo anterior lo ofrece Honda en Estados Unidos por un precio realmente contenido: parte desde los 40.500 dólares, que equivalen a 34.399 euros, exactamente, mientras que las versiones más caras y equipadas rondan los 47.000 dólares, unos 39.900 euros, precios a los que nunca se podría poner a la venta en Europa, a no ser que, como la Ford Ranger PHEV, llegase a nuestras calles con un motor híbrido, algo que no se espera que suceda ni con la renovación que tendrá la Honda Ridgeline en los próximos meses para ganar la apariencia del nuevo Passport.







