Se suele decir que menos es más, pero si te hartan los motores pequeños con turbos apretados, este Mercedes Clase E W124 es la medicina que necesitas. ¡Te presento al Mercedes 300E 6.0 AMG «The Hammer»!
El martillo de Mercedes Benz y AMG
En los 80, AMG era un preparador, una casa del tuning, un grupo de mecánicos e ingenieros que querían sacar más a los coches que caían en sus manos. Pero no fue hasta que el 300E cayó en sus manos, que AMG pudo afianzarse como fabricante. Mira sus detalles en las fotos de la galería y dime si este aparato no fue suficiente para ello.
BMW sacó su primer M5 en 1984 con el E28. El mayor rival de Mercedes tenía a disposición del gran público una berlina realmente prestacional con 286cv. Había que hacer algo y AMG sería el mejor aliado.






El mejor Mercedes V8 que hizo sombra a BMW
AMG hizo varias versiones del 300E. Comenzaron aumentando su cilindrada de 3.0 litros a 3.2. Más tarde llegaron a 3.4, quedando la potencia a unos escasos 15cv del M5. Se estaban acercando. Solo había que seguir refinando el motor y acompañarlo con piezas de alto rendimiento para el rodaje.
Pero para refinado, un Clase S, ¿no? Eso debieron pensar, porque se dejaron de juegos y tomaron el V8 5.0 litros del Clase S. Ahora, con 340cv, el M5 ya no era rival en el segmento aunque, eso sí, el 300E 5.0 AMG pesaba 400kg más que en origen.
Pudieron mejorar el reparto de pesos y seguir exprimiendo ese V8 hasta los 5.6 litros y 360cv. Era, definitivamente, la berlina más rápida del mercado en su segmento.






Mercedes Clase E AMG 6.0, el mazazo sobre la piedra que apuntaba a los superdeportivos
El motor V8 ascendió su cilindrada hasta los 6.0 litros, desarrollando una potencia de 385cv y 556Nm de par. La recién estrenada Clase E W124 había aumentado su potencia en 200cv, convirtiéndose en una bestia tan poderosa y contundente, que se le dio el sobrenombre de «The Hammer» (El Martillo).
No todo era motor. Se le aplicó un kit de carrocería completo, llantas AMG, un alerón cola de pato y se quitaron todos los logos de Mercedes. Su color negro le incitaba a ser el coche del malo perfecto. Los frenos sobredimensionados, la suspensión deportiva, neumáticos específicos y varios refuerzos de chasis aseguraron un buen comportamiento dinámico.
No solo había barrido a BMW, ahora también podía medirse con superdeportivos de la talla del Chevrolet Corvette, el Porsche 911 Turbo, el Lamborghini Countach o el Ferrari Testarossa. Sí, una maldita berlina con 4 ocupantes y un motor descomunal podía pasar a decir hola a todas esas leyendas.





