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MG ZT 260 (2003): la berlina deportiva con ADN americano de la que te habías olvidado

Parece mentira, pero han pasado ya 11 años desde que MG-Rover cesara su producción y dejara de existir. Aunque las marcas ahora son de capital chino – y han atacado el mercado británico de forma tímida con una pequeña gama de productos – nada tienen que ver con la MG-Rover de antaño. Poco antes de su quiebra, MG lanzó al mercado una berlina deportiva a la que la historia ha tratado de forma injusta. Es el MG ZT 260, un delicioso sedán de propulsión trasera con ADN americano, que seguro ya habías olvidado.

Denostado y olvidado, el MG ZT 260 fue uno de los mejores sedanes deportivos de la época.

Y no te culpamos, si por algo se caracterizó MG-Rover en sus últimos años, fue por lo anodino de sus productos, y por su escasa evolución, tanto estética como tecnologíca. El MG ZT nació un año después de la ruptura de MG-Rover con BMW, una alianza fracasada, de la que BMW se llevó los derechos de MINI como «premio de consolación». El MG ZT no era más que una versión del Rover 75 vendida bajo la marca MG, con una estética algo más deportiva y algo más agresiva, menos enfocada a un tipo de cliente tradicional.

Sus ventas nunca llegaron a superar una cuarta parte de las del Rover 75. Y fue quizá gracias a ello que el equipo de MG tenía algo más de autonomía para llevar a cabo proyectos… paralelos. Ya que era una marca con gran tradición en competición y una modesta inversión en motorsport, decidieron crear una versión verdaderamente deportiva del MG ZT. Lo que nadie esperaba es que transformaran el coche a propulsión trasera y le acoplaran bajo el capó un V8 de 4,6 litros de origen Ford, directamente sacado de un Mustang.

Sólo 883 unidades fueron producidas entre los años 2003 y 2005, antes de la quiebra de la marca.

El MG ZT era un coche de motor delantero transversal y tracción delantera. Para convertirlo a propulsión trasera y poder montar el V8 en posición longitudinal, gran parte del chasis del coche tuvo que ser modificado. La empresa encargada fue Prodrive, con la ayuda de ingenieros de MG. El programa había comenzado aún bajo el paraguas de BMW, pero no fue hasta 2003 que MG lanzase su versión 260 del ZT. ¿En qué se diferenciaba el MG ZT 260 de otros MG ZT? Los cambios eran sustanciales, pero sutiles.

Estéticamente, sólo unas llantas de 17 pulgadas y un doble escape trasero – con cuatro colas – lo distingue de otros ZT. Al menos hasta que el motor arranca, y el gorgoteo del V8 inunda los tímpanos de quienes lo rodean. El V8 era un 4,6 litros de dos válvulas por cilindro, heredado de la cuarta generación de los Ford Mustang. Desarrollaba 260 CV a 5.000 rpm, acompañado de un par máximo de 410 Nm a 4.000 rpm. Se asociaba a una caja manual de seis relaciones, o a una caja automática de cuatro relaciones y origen Ford.

Era capaz de alcanzar los 250 km/h e incluso Jeremy Clarkson quedó enamorado de su comportamiento dinámico.

Aunque su peso de 1.700 kilogramos no lo hacía especialmente ligero, podía hacer un 0 a 100 km/h en 6,2 segundos y alcanzar una velocidad punta de nada menos que 250 km/h. Pero con diferencia, lo mejor era lo pleno en par motor que era el MG ZT 260. Desde las 1.500 rpm y hasta las 5.000 rpm siempre tenía un mínimo de 350 Nm de par disponibles. Y sí, su consumo de combustible delataba el origen de su motor. Por supuesto que BMW o Mercedes lograban más potencia con motores más pequeños, pero la gracia del ZT 260 era su entrega.

Con una puesta a punto de suspensiones diseñada por Prodrive y un autoblocante trasero, muchos probadores de la época certificaban un comportamiento intachable: suficientemente cómodo y suficientemente deportivo al mismo tiempo. Incluso recibió el aval de Jeremy Clarkson. El MG ZT 260 estuvo disponible con carrocería familiar – llamado ZT-T – y se vendió en toda Europa, llegando incluso a recibir un ligero lavado de cara en 2004. Su habitáculo también era más deportivo que el de otros MG ZT.

Rover llegó a vender el 75 con el mismo motor V8, orientado a un público más tradicional.

Tenía asientos deportivos forrados en Alcantara y un volante deportivo, aunque su instrumentación parecía heredada de un Rover 75. El gran problema del MG ZT 260 fueron sus escasas ventas, y el mal timing de su lanzamiento, con una MG-Rover en serios apuros económicos. Sólo 883 unidades fueron fabricadas, y hoy en día se cree que quedan menos de 400 circulando. La proporción de carrocería familiar es desconocida, pero dudo que llegue a un tercio de la producción total. Es un coche difícil de ver.

En septiembre de 2003, MG llevó un ZT-T 260 a las planicies saladas de Bonneville. Su objetivo era batir un récord de velocidad en la categoría de familiares modificados. Con un motor Roush de 776 CV ensamblado a mano en California y un kit aerodinámico especial, llegó a alcanzar 363,082 km/h sobre la sal de Utah. Rover llegó a vender un 75 con el mismo motor V8, que presentó en el Salón de Ginebra de 2004. Se cree que sólo 75-100 unidades fueron vendidas antes de la quiebra definitiva de la marca.

Fuente: MG Owners Club
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