Corren tiempos raros, ambiguos, para los fabricantes de coches. La transición al coche eléctrico plantea muchos retos, pero tal vez el mayor de todos reside en ser capaces de sostener los ingresos en rangos saludables, lo que significa seguir vendiendo coches a cierto ritmo, algo que los eléctricos todavía no permiten. Es por esto que coches como el que hemos probado esta semana se están convirtiendo en la salvación para muchos cuando ni ellos mismos se lo esperaban.
Y es que el Volvo XC90 no tenía previsto, realmente, tener una vida comercial en paralelo al EX90, que estaba planteado como su reemplazo 100 % eléctrico, pero la demanda y la situación del mercado hizo que los suecos alargaran la vida de su modelo térmico, que sigue siendo uno de los SUV más llamativos de su categoría por su relación entre precio, tamaño, calidad y tecnología.
Imágenes del Volvo XC90
Esta misma semana, con motivo de las Jornadas de Conducción de Volvo, hemos podido catar la renovada versión del XC90 así como también el EX90, aunque de manera un tanto peculiar, ya que en lugar de rodar con ellos por carretera los hemos sometido a las exigencias del pequeño test 4×4 en las instalaciones del Circuito del Jarama, en Madrid, con unos sorprendentes resultados.
Relanzado en principio únicamente bajo la forma de un híbrido enchufable, la realidad es que más tarde Volvo lanzó también versiones híbridas ligeras del XC90 en el mercado europeo, lo que hizo que el precio de partida se rebajara desde los casi 100.000 euros que tiene de partida el PHEV hasta unos mucho más atractivos 82.200 euros. Esto lo convierte en un coche que es 12.500 euros más asequible que uno de sus mayores rivales, el BMW X5, que con un motor diésel microhíbrido tiene el precio de acceso emplazado en los 94.750 euros.
A favor del alemán, sin duda, encontramos que no sólo se trata de un bloque diésel, que es mucho más apropiado para coches de este tamaño por el sólido empuje que suelen ofrecer estos propulsores acompañado de mejores consumos, además del hecho de que estamos ante un seis cilindros en línea, pero la diferencia es tal que la balanza, comercialmente, se inclina al modelo sueco, como demuestran las 571 matriculaciones que lleva cosechadas el X5 en lo que va de año, por las 642 del XC90. Son cifras bajas, realmente, pero algo normal en categorías con estos precios, y por tanto la diferencia es significativa.
La versión más sencilla del XC90 hace uso de un motor de 4 cilindros y 2 litros de capacidad que rinde 250 CV, disfrutando también de un sistema eléctrico de 48 V que lo convierte en un microhíbrido y le otorga la etiqueta Eco de la DGT. Homologa entre 8,5 y 8,7 litros cada 100 kilómetros de consumo (según la versión elegida) y hace el 0 a 100 en 7,7 segundos con una velocidad punta de 180 kilómetros por hora. Todo esto combinado con las capacidades de un sistema de tracción total, y es ahí donde viene la sorpresa.
Imágenes del Volvo XC90 haciendo 4×4
Sin llegar a demostrar la absoluta solvencia con la que los mejores todoterreno a la venta en España hubieran solventado los cruces de puentes, bajadas y subidas por rampas deslizantes copadas de arena suelta y peraltes, el Volvo XC90 ha demostrado que por capacidad de tracción y altura libre al suelo de su suspensión neumática en el modo que más espacio deja con respecto al piso, tiene capacidades reales en circunstancias de todoterreno muy superiores a la que cualquiera de sus compradores será capaz de llegar.
Es por esta serie de cualidades que tiene, para acabar, y por el hecho de que no se trata de un 4×4 puro, por lo que a un servidor le gusta establecer un punto intermedio entre los SUV que inundan nuestras carreteras y los todoterreno de toda la vida calificando a coches como el Volvo XC90 como un todocamino: su foco está puesto en el asfalto, sí, pero tiene capacidades reales fuera del mismo por las que merece distinguirse de los SUV.
Imágenes del Volvo XC90
