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La opinión de
Firma de Sergio Álvarez

De volantes hexagonales, octogonales, abiertos o aplanados

Corría el año 1894, y el automóvil no tenía ni siquiera una década de vida. Alfred Vacheron, a bordo de un Panhard 4HP, se presentó a una carrera tras haber instalado un volante circular en su coche. Hasta entonces, el automóvil, lento y extremadamente arcaico, se manejaba con cañas y palancas. La popularidad del volante fue tan inmediata, que en una década se estandarizó como interfaz de control de la dirección de un coche.

Hoy en día todos los coches siguen teniendo volantes, pero desde hace unos años, esta interfaz hombre-máquina está sufriendo una peligrosa deriva. En aras de la diferenciación, el diseño y el marketing, los volantes están perdiendo su forma circular. No penséis que esta es otra rabieta con tintes de ludismo: estoy completamente a favor de los volantes peculiares, con un número de radios no normativo, de colores exóticos, con inserciones de madera o piedra natural, con pespuntes de colores o apoyos para los pulgares. Pero con una condición inexcusable: que su aro exterior sea perfectamente redondo.

Hasta bien entrado el siglo XXI no se empezaron a popularizar los volantes achatados en algunos coches deportivos. Estos volantes se inspiraban en los volantes de los coches de competición, con direcciones extremadamente directas que no requerían más de media vuelta de giro a sus pilotos. El «y yo más» ha terminado derivando en volantes con aros achatados en ambos extremos, en volantes hexagonales, e incluso en volantes tipo «yoke», como el de la imagen que preside esta columna de opinión – un auténtico atraso inefablemente popularizado por Tesla.

El problema radica en que no conducimos coches de carreras, si no coches de calle con direcciones muy desmultiplicadas, que nos obligan a dar varios giros de volante. El radio constante de un volante circular ayuda a nuestro cerebro a saber donde debe colocar nuestras manos, y nos otorga certeza, confianza y seguridad. En conducción deportiva o en circuito, a mi juicio, es absolutamente imprescindible.

Si no me creéis, echad un ojo a la forma del volante de un Porsche 911 GT3. En un futuro de direcciones by-wire con desmultiplicación variable los volantes circulares pueden dejar de ser necesarios, pero a día de hoy, todo volante no circular es dar un paso atrás en ergonomía.

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