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La ecología del neumático: ¿cómo se puede mejorar la «huella de carbono» de los neumáticos?

Vivimos en una época en la que cualquier producto es susceptible de ser ecológico, o en otras palabras y a la hora de hablar de un elemento sujeto a un desgaste como el neumático, a reducir su impacto medioambiental. Podría decirse que el impacto de un neumático se produce en tres etapas diferentes de su vida: producción, utilización y destrucción o reciclado. Pensemos que la huella de carbono, es decir, la cantidad de gases de efecto invernadero que se emiten por efecto directo o indirecto de un neumático, se debe en su mayoría (alrededor de un 96%) a esa etapa intermedia de servicio de este, que a fin de cuentas es la verdadera vida útil de un neumático.

El trabajo para reducir su huella de carbono debe enfocarse en estas tres etapas y solo así podremos decir decir que de verdad un neumático se ha ganado el calificativo de ecológico.

Reduciendo el impacto medioambiental del neumático desde su producción

La «huella de carbono» de un neumático comienza desde los procesos empleados en su fabricación y los materiales que se emplean en el compuesto que conforma la goma que recubre nuestras ruedas.

Resulta realmente complejo determinar las emisiones de gases contaminantes derivadas del proceso completo de producción de un neumático, desde el momento mismo en que se recolectan las materias primas y se procede a la extracción del caucho que conforma el neumático en cuestión. Aún así, la ecología de un neumático puede medirse por la propia eficiencia energética de la factoría que se encarga de producirlo, también por el uso de materiales reciclados o en su defecto materiales que ofrezcan ciertas facilidades en su reciclaje.

Las soluciones que se han barajado para lograr que un neumático sea más sostenible desde el momento de su producción, pasan por el empleo de alternativas que reduzcan o acaben con la dependencia de los derivados del petróleo, como el caucho tradicional, resinas naturales, compuestos desarrollados a base de aceites vegetales y químicos derivados del bioetanol.

Por otro lado no nos olvidemos que otros compuestos, como el azufre, el cloro o el silicio, son imprescindibles para mantener ciertas propiedades del neumático y lograr la consistencia necesaria en los procesos de vulcanizado que se llevan a cabo antes de lograr el neumático definitivo.

Un 96% de la «huella de carbono» de un neumático se debe a su vida útil

La mayor parte de las emisiones derivadas del propio neumático se deben a la resistencia a la rodadura.

Pero evidentemente si el 96% del impacto medioambiental se produce a lo largo de su vida útil, parece que la labor más importante de un fabricante para mejorar la ecología de su producto, pasa precisamente por centrarse en esta etapa. Las emisiones de gases contaminantes derivadas del neumático en su vida útil están asociadas principalmente al consumo de energia derivado del rozamiento de la banda de rodadura con el asfalto.

Cuanto menor sea la resistencia a la rodadura del neumático, o incluso su peso y su resistencia aerodinámica, menor será el impacto medioambiental de este. Pero obviamente la resistencia a la rodadura no puede reducirse a cualquier precio y únicamente tiene sentido si se conserva un equilibrio con otros aspectos como la seguridad (distancia de frenado, adherencia en seco y mojado…) y la durabilidad. Esta fue sin duda alguna la razón por la cual se estableció en Europa un sistema de etiquetado de neumáticos.

Es por eso que en los últimos años han aparecido neumáticos que se promocionan específicamente como ecológicos. Un neumático ecológico puede lograr un importante ahorro de combustible. Según Michelin, desde el año 1992 hasta la fecha habrían logrado reducir los consumos en 0,6 litros/100 kilómetros única y exclusivamente con el trabajo realizado sobre el propio neumático.

Destrucción y reciclado de neumáticos

La responsabilidad del reciclaje de un neumático recae en clientes, distribuidores y fabricantes. Aunque no te hayas percatado de ello estamos rodeados de neumáticos reciclados.

Como ya veíamos en la primera etapa de producción, un neumático se compone de diversos materiales como el caucho y otras resinas y pigmentos químicos con azufre, zinc o sílice, altamente contaminantes. Por esa misma razón se requiere de un tratamiento específico de los neumáticos cuando su vida útil ha terminado, un reciclaje cuya responsabilidad recae parcialmente en el fabricante, el distribuidor y en última instancia el cliente (en España pagamos parte del reciclaje del neumático con una tasa que se nos carga en el momento mismo en que lo compramos).

Cuando un neumático ha perdido sus propiedades no siempre se procede a su destrucción o reciclado, pensemos que en su mayoría los neumáticos empleados en industria y transporte se recauchutan, es decir, se reconstruye su banda de rodadura para que puedan volver a ser útiles ofreciendo las mismas garantías que un neumático nuevo.

Lo creas o no, es probable que hayas estado en contacto con productos fabricados con la materia obtenida del reciclaje de un neumático. Estos materiales se emplean, por ejemplo, en la mezcla bituminosa con que se construyen las carreteras, rellenos de grandes obras de ingeniería civil o incluso alcochados para parques infantiles y el firme del césped artificial de algunos campos de fútbol. Los neumáticos a destruir también pueden emplearse como combustible para generar electricidad, a menudo incluso para abastecer de energía a la propia planta de reciclaje.

En Tecmovia: ¿Conoces el impacto medioambiental real de un neumático? | ¿Conoces el proceso de tratamiento y reciclaje de neumáticos?

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