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24 horas de Le Mans 2016: El verdadero espíritu de la resistencia

A veces, hay carreras que nos dan una lección de todo lo que debería ser el mundo de la competición. Puede que por eso la resistencia siga teniendo esos adeptos, incluso más fanáticos que los de la Fórmula 1. Pero es que es un mundillo que se ha mantenido por lo general bastante fiel a sus raíces. En el caso de las 24 horas de Le Mans de 2016, una vez más nos ha mostrado el verdadero espíritu de la resistencia a varios niveles, incluso más allá del deportivo.

Toyota: Orgullo y respeto

Las 24 horas de Le Mans fueron especialmente crueles con Toyota. Tras ser el mejor de los equipos en LMP1, se quedaron a las puertas de la victoria. Más allá de lo deportivo, la gran carrera francesa se utiliza para vender y las victorias traen grandes anuncios en los periódicos y demás. Toyota tendría ya algo preparado en sus departamentos de marketing cuando ocurrió su drama particular. Pero eso no les impidió acabar sacando pecho de lo que hicieron este año en Le Mans. Para ejemplo, el anuncio usado en Italia: «23 horas y 56 minutos de pura emoción, gracias de todos modos».

Pero más allá de sentirse orgullosos del buen trabajo hecho y tristes por lo que sucedió en carrera, en Toyota se han ganado el respeto de sus semejantes. Loïc Duval tuvo el valor de decir a pesar de ser piloto de Audi y subirse al podio que le habría gustado que Toyota ganara la carrera. Cierto es que el francés estuvo con la marca japonesa en el Super GT y en la Super Fórmula pero sigue siendo sintomático. Lo mismo con Porsche, cuya postura pública ha sido la de reconocer el trabajo de Toyota, agradecerles el duelo de 24 horas y asegurando que se han ganado su respeto eterno. De visionado obligatorio es el vídeo de Porsche post-Le Mans.

Tanto sintió el mundo de las carreras el abandono del Toyota número 5 que las redes sociales se llenaron de menciones de reconocimiento al trabajo de los japoneses. Incluso Sebastian Vettel mostró una cara de decepción y tristeza empatizando con los pilotos del número 5 tras enterarse en la rueda de prensa del Gran Premio de Europa de lo sucedido. El propio Kazuki Nakajima, que pilotaba el TS050, afirma en cuanto a la opinión pública de Toyota que si había 100.000 espectadores en esos últimos minutos, hoy hay 100.000 seguidores más de la marca.

Dos coches por equipo, una bendición inesperada

Cuando a principios de año se supo que en 2016 no habría terceros coches en ninguna de las marcas oficiales en LMP1 por motivos económicos, no hubo prácticamente nadie que no lo viera como algo malo. A fin de cuentas, eso permitía que los pilotos más periféricos de Audi se subieran a un R18 y abría opciones a pilotos de Fórmula 1 para estar en Le Mans -eso sin contar que este año coincidía con el Gran Premio de Europa-. Hay que aclarar que los dos coches por marca no son por normativa sino por motivos económicos. Pero en cualquier caso, ha acabado resultando una bendición.

Con un inicio de campeonato difícil para los fabricantes en LMP1 y muchos problemas técnicos, las 24 horas de Le Mans se convirtieron en un auténtico dolor de cabeza. Ya se sabe que el dicho típico en Le Mans es algo así como que hay que traer tres coches porque uno va a tener un accidente y otro va a sufrir problemas técnicos, por lo que hay que ganar con el tercero. Si se elimina ese tercer coche de la ecuación, los equipos se sienten desprotegidos. Eso es exactamente lo que le sucedió a Audi, que con problemas técnicos no terminales en sus coches quedó sin opciones de luchar.

Mientras tanto, Porsche perdió a nivel competitivo a uno de sus dos coches y Toyota demoró sus problemas hasta el último momento. El hecho de tener solo dos coches por marca obligó a todas ellas a enfocar la carrera de una forma distinta. Puede que no cambie tanto la ejecución de la misma pero la tensión sobrevuela el ambiente y los pilotos y mecánicos son más que conscientes de la importancia de un accidente o problema técnico. Veremos si el año que viene se repite la situación o poco a poco vamos volviendo a los tres coches por marca pero por lo menos, no hay que ser pesimistas si «solo» hay seis coches que opten a la victoria.

Frédéric Sausset, un ejemplo a seguir

Frédéric Sausset podría ser un hombre de negocios más de no ser por el accidente bacteriológico que sufrió en julio de 2012 que le dejó en coma durante cerca de un mes y que le hizo perder las cuatro extremidades en distintos niveles. Durante el primer mes de recuperación decidió que quería tomar el control de su vida participando en las 24 horas de Le Mans. Eso le proporcionó un motivo para entrenar, para recuperar su forma física y para encontrar la motivación para seguir viviendo hasta que la vida le llevara por caminos más positivos. No hay duda de que los encontró al poco tiempo pero la idea de Le Mans estaba ya en su cabeza.

Los apoyos no tardaron en llegar en personas como el Dr. Wolfgang Ullrich, Jean Todt o su compañero para la carrera, Christophe Tinseau. Se les otorgó un espacio como Garaje 56 para 2016 y empezaron a trabajar en sistemas de conducción -o pilotaje, en este caso- para Sausset que podrían aplicarse en un futuro en los coches de calle. En el caso del francés, dos barras conectan sus muslos con los pedales de acelerador y freno y un sistema relativamente rudimentario conecta el brazo derecho del piloto con la dirección, que utiliza con bastante más maestría de la que cabía esperar.

Al piloto se le pidió que hiciera un tiempo que no fuera demasiado lento y por lo tanto peligroso para los rivales y lo alcanzó sin problemas. Al final y más allá de lo admirable que es su proyecto, en el plano deportivo hay que impresionarse también. Sausset, que empezó a competir en 2014 en carreras para prepararse de cara  a Le Mans, no cometió ningún error ni sufrió ninguna salida de pista. Y gracias a la fiabilidad de su máquina, llegaron a ver la bandera de cuadros. Los chicos del SRT41 -Sausset Racing Team 41- no tienen la intención de cerrar el chiringuito tras la carrera del pasado fin de semana. Todo un ejemplo.

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