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BMW i: tecnología al rescate de la tecnología

BMW i es la submarca bajo la que BMW engloba sus desarrollos eléctricos. A través de los conceptos BMW i3 y BMW i8, la marca germana nos muestra una visión del futuro inmediato repleta de soluciones tecnológicas para los problemas planteados por la propia tecnología. ¿Un poco de análisis?

La propuesta eléctrica

Por razones técnicas que ya hemos comentado en anteriores artículos, un vehículo eléctrico es energéticamente más eficiente que uno de combustión interna incluso considerando los sistemas de generación actuales abundantes en carbón. Además, la ventaja de la electricidad tenderá a incrementarse, porque un vehículo enchufable se beneficia de los avances en el terreno de la generación de energía, a través de las renovables (eólica, fotovoltaica, geotérmica…) donde las perspectivas de incremento y mejora son muy grandes.

No obstante, existen problemas sin solución a ningún plazo visible al respecto de la movilidad eléctrica. Básicamente uno: la portabilidad de la energía eléctrica.

Es difícil almancenar energía eléctrica dentro de un vehículo por dos razones: la densidad energética de las baterías es ridículamente baja comparada con un tanque de combustible, lo que implica muchos kilos de baterías y, además, los tiempos de recarga son prolongados si los comparamos, de nuevo, con llenar un depósito de gasolina.

Y ese es el estado actual y previsible de la tecnología. Aunque parezca increíble, nadie tiene una solución definitiva a este problema ni nadie ve claramente, hoy, cómo se podría resolver, en menos de 10 años. Existen multitud de vías de investigación, por supuesto, pero también el mismo número de razones técnicas por las que ninguna de esas vías pueda triunfar de forma clara e inmediata.

El enfoque BMW

Llegamos a BMW i y su enfoque para resolver los problemas de la tecnología que parece condenada a imponerse, de un modo u otro, en nuestro parque móvil.

Propuesta BMW i: el concepto Life-Drive. No podemos hacer más pequeñas ni más ligeras las baterías, pero podemos situarlas en el mejor lugar posible (en el fondo del coche entre los dos ejes) encuadradas en el bloque motriz (denominado Drive) como parte estructural del coche en la que también va el motor.

Con respecto al habitáculo (denominado Life), que va sobre esta plataforma, podemos utilizar los materiales más ligeros y resistentes conocidos hasta ahora (fibra de carbono combinada con polímeros, un compuesto llamado CFRP) si desarrollamos la tecnología necesaria para una producción en serie económicamente viable.

La masa total del vehículo debería ser asumible después de este adelgazamiento de todo lo adelgazable, lo que hace posible mover el lastre de las baterías sin penalización en prestaciones y consumos. El centro de gravedad es bajísimo. Además, esta configuración abre la puerta a un nuevo planteamiento de la distribución de espacios y, consecuentemente, del diseño del coche en sí.

La posición de las baterías y el motor en beneficio de un habitáculo muy espacioso (un clásico en los coches eléctricos) o el concepto de «sandwich» bajo el habitáculo (Mercedes clase A) no los ha inventado BMW. Lo que sí hace BMW es reunir todo lo conocido hasta ahora en una concepción estructural que sí es totalmente nueva, con una combinación de materiales revolucionaria.

Propuesta BMW i: el concepto de recarga inteligente. No podemos hacer la recarga mucho más rápida ni obligar a las eléctricas a generar energía limpia, pero sí establecer una comunicación multidireccional a través de la red eléctrica, de modo que la red sepa qué coches están enchufados, qué demanda de energía tienen y para cuándo la necesitan.

Esta «red inteligente» integraría esos vehículos como una parte más de sus propios recursos, aprovechando al máximo las horas de valle para recargarlos y utilizándolos incluso como acumuladores en momentos de máxima producción de renovables (días de sol y viento).

Tampoco es un invento de BMW y en estas mismas páginas hemos hablado ya del concepto de Smart Grid, en el que productoras, distribuidoras, fabricantes de coches y usuarios tendrían un papel, pero sí es la primera vez que un fabricante lo incluye como innovación a incorporar en modelos concretos. Se trata de un paso importante y un compromiso de futuro, aunque quede mucho camino por recorrer.

Con respecto a la energía consumida durante la fabricación de vehículos, BMW i no la olvida en su presentación pero, analizada con detenimiento, se trata de una gran declaración de intenciones. «BMW Group se ha fijado metas ambiciosas en producción sostenible. Por ejemplo, el objetivo de la empresa es reducir su demanda de energía en un 50% y el uso de agua en un 70% por vehículo. Además, busca garantizar que el 100% de la energía utilizada en la producción proceda de fuentes renovables»

«Metas ambiciosas», «objetivo», «busca garantizar»… frases y cifras prometedoras. No dudo que tengan todas esas intenciones, y creo que es la única manera de poder avanzar. Sólo falta hacerlas realidad.

Los vehículos presentados: BMW i3 y BMW i8


El BMW i3 es un compacto con vocación urbana y proporciones marcadamente verticales. Sin entrar en consideraciones estéticas, en un vehículo urbano la configuración vertical es la más eficiente, pues permite obtener el máximo espacio disponible ocupando la mínima superficie de suelo, que en el tráfico urbano es el factor escaso.

La contrapartida de la configuración vertical en un vehículo son los problemas dinámicos que implica (elevado centro de gravedad y deterioro de la aerodinámica). Ambos efectos pasan a un plano secundario en ciudad, de ahí que la forma vertical parezca la mejor en un vehículo urbano.

Para quienes no vean belleza en sus líneas, les propongo que intenten buscar belleza en su lógica. A mí me parece realmente bonito.

Este concepto es un eléctrico puro, dependiendo únicamente de sus baterías y un motor eléctrico de, según BMW, «más de 143 cv» ¿serán 144?

Dudas numéricas aparte, un vehículo sin embrague ni marchas, que se frena soltando el acelerador y recuperando parte de su energía cinética en forma de recarga, con el agrado de conducción y el silencio de un motor eléctrico y sin emisiones contaminantes parece, también, el esquema motriz perfecto para la ciudad, donde la autonomía limitada no es tan crítica.

La ciudad es el terreno natural de un eléctrico. Se puede decir que no tiene rival.

El hermano rebelde de esta generación es el BMW i8, un deportivo agresivo cuya misión principal parece ser demostrarnos que la pasión y las cualidades dinámicas siguen muy vivas en BMW i.

En busca de prestaciones, las formas horizontales predominan aquí como no podía ser de otra manera, por las razones contrarias a la verticalidad del i3: prioridad total al comportamiento en curva y la aerodinámica, frente a otras consideraciones.

En este caso, la propuesta es un híbrido enchufable, con una gran autonomía en modo eléctrico pero también con un pequeño, eficiente y potentísimo motor de combustión interna (tres cilindros y 220 cv) que nos garantiza la posibilidad de repostar, aportando la tracción del tren trasero (la delantera es eléctrica con el mismo motor que el i3) y apoya fuertemente las prestaciones del vehículo.

En un momento en el que la imagen popular de un híbrido es un Toyota Prius (practicidad y racionalidad), es importante para BMW remarcar lo que se puede llegar a conseguir en el terreno de la deportividad pura con este tipo de plataformas. A mi juicio lo consiguen con creces.

Cifras impresionantes de prestaciones y consumos bajísimos, combinados con una estética que busca la espectacularidad para asegurarse de que transmite el mensaje de pasión y deportividad buscado, construyendo imagen de marca a toneladas. Promete, además, 4 plazas gracias a su concepción Life-Drive.

Conclusiones

Los de marketing tienen buenas razones para estar encantados y el departamento técnico también lo estará si logran sacar al mercado todo lo prometido. Supongo que no habrá dudas de esto, después de anunciarlo.

Sí nos queda la duda del coste y el precio de semejantes escaparates tecnológicos, especialmente en lo que respecta al chasis de fibra de carbono, aunque todo aquí parece carísimo de fabricar.

El tiempo resolverá todas estas preguntas pero, de momento, no podemos sino alabar lo acertado de todo este despliegue de medios, lo correcto que parece el enfoque dado a cada modelo y el movimiento estratégico que supone para BMW volver a situarse en la vanguardia tecnológica ante los ojos del mundo.

Y todo ello con una «i» y dos coches que ni siquiera existen (aún).

BMW i

Fuente: BMW
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