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¿Cuál debería ser la referencia para tiempos de vuelta tras los nuevos límites en Nürburgring?

Si la decisión no es revocada próximamente, parece ser que se han acabado los intentos de récord de vuelta en Nürburgring. La comisión gestora del circuito ha impuesto límites de velocidad en algunas zonas y ha prohibido expresamente a los fabricantes usar el circuito para batir récords por vuelta. Esta decisión deja en vilo a muchos departamentos de marketing y aficionados, que usaban el tiempo de vuelta de los coches como punto de comparación. Nosotros lo hemos hecho, y todo el mundo lo ha hecho.

Tras estas prohibiciones, ¿qué deberíamos hacer para medir diferentes coches por el mismo rasero?

Es necesaria una referencia. ¿O no?

¿Nos habremos dejado llevar por un excesivo afán de cuantificar tiempos de vuelta? Las sensaciones no se pueden medir.

Hasta ahora el tiempo de vuelta a Nürburgring era el rasero por el que se podían medir coches muy diferentes. Una prueba común para máquinas muy diferentes. Un Ferrari 360 Módena es capaz de fundir en línea recta a un Honda Civic Type R, pero no lo huele en un circuito que pone a prueba todos los componentes del coche y su puesta a punto. Ahí estaba la gracia de los tiempos de vuelta en Nürburgring, especialmente en coches deportivos diseñados para devorar curvas. El punto de comparación era absolutamente ideal.

Y es este punto de comparación el que ahora desaparece. ¿Debemos entristecernos? ¿Debemos alegrarnos? Reflexionando en voz alta, ¿es mejor coche aquél que es más rápido al Infierno Verde? Objetivamente, lo es, porque los números mandan. Pero el coche es una máquina inherentemente pasional, subjetiva, al menos desde el punto de vista de un aficionado como yo. ¿No será mejor coche el que más sensaciones o diversión transmita a su conductor? Midamos su rendimiento en sonrisas, no en minutos y segundos.

El problema es que estas sonrisas, estas sensaciones no se pueden cuantificar, no se pueden convertir en esos números con los que todos estamos un poco obsesionados. El empuje del motor, las inercias del coche, los rebotes de la suspensión o el chillido de los neumáticos, sensaciones puras imposibles de medir. Un ejemplo rápido. El Audi A3 con motor 2.0 TFSI es sin duda capaz de dar una vuelta a Nordschleife en menos de 10 minutos. Un Peugeot 106 GTI no le huele. ¿Es peor coche? ¿Con cual te lo pasarías mejor?

¿No será mejor coche el que más sensaciones o diversión transmita a su conductor?

Quizá todos – nosotros y vosotros – deberíamos entonar un mea culpa por habernos dejado llevar tanto por los tiempos de vuelta a Nürburgring. Pero en el fondo, sé que los echaremos de menos. Nordschleife no es un circuito cualquiera. Es una meca de la velocidad con un hueco especial en el corazón de los aficionados. Un circuito mágico con casi 100 años a sus espaldas en su actual configuración. Uno de los circuitos más largos y técnicos del planeta, con la peculiar característica de estar abierto al público.

Técnicamente, es una carretera pública de peaje, que hasta ahora no tenía límites de velocidad. Hasta ahora. Estos límites significa que el récord de vehículos de producción en Nordschleife se quedará en posesión del Porsche 918 Spyder, con 6 minutos y 57 segundos. Marcas como Koenigsegg se quedarán sin récord para máquinas como su nuevo Regera, el superdeportivo híbrido enchufable más potente del mundo. Siendo francos, el mayor problema lo tienen los departamentos de marketing de muchas marcas de coches.

Pero nos vemos obligados a preguntarnos cual será el próximo rasero para coches deportivos. Ni siquiera será posible un «Nürburgring con límites de velocidad» junto al vídeo de turno, ya que la sociedad gestora lo ha prohibido a los fabricantes. Periodistas o pilotos independientes podrán hacerlo con sus coches, pero los datos estarán desvirtuados y no existe suficiente número de cifras para permitir establecer comparaciones justas. Necesitamos un nuevo circuito, o una nueva prueba. Vamos a ver qué se nos ocurre.

Algunas propuestas por parte de Diariomotor

Pikes Peak, Spa-Francorchamps y la Isla de Man. Tres propuestas para adictos a la velocidad.

La primera propuesta es clara. Pikes Peak. Un ascenso a Pikes Peak, en Colorado, EE.UU. Una de las competiciones más veteranas del mundo, y por primera vez tiene un trazado 100% asfaltado. Aunque la orografía nada tiene que ver, el resto de datos son sorprendentemente similares a Nürburgring: es una carretera abierta al público gran parte del año, tiene 19.983 metros de longitud y 156 curvas. Su récord está en posesión de Sebastian Loeb, con un tiempo de 8 minutos y 13 segundos.

Evidentemente, no podemos obviar que tiene un desnivel promedio de 1.435 metros, termina a 4.301 metros de altura y tiene un desnivel medio del 7%. Es un ascenso, y como tal pone un fortísimo estrés sobre los motores de los coches y motos que se atreven a enfrentarse a ella. Sus curvas son de primer orden y es peligroso como el solo. Hay tiempos registrados desde hace más de un siglo. El problema quizá es que está lejos de la civilización y no muchos fabricantes harían pruebas en un lugar tan apartado.

Pero es un lugar muy popular entre los aficionados y es una carretera pública, por lo que nominamos a Pikes Peak como la mejor alternativa. No obstante, vivimos en Europa y no podremos coger nuestra pelotilla racing y hacer un roadtrip hasta las montañas de Colorado. Para eso, podemos irnos al circuito de Spa-Francorchamps. Es uno de los mejores y más técnicos circuitos de Europa, sólo un paso por detrás de Nordschleife. Eau Rouge es una de las curvas más complicadas, míticas y admiradas del mundo.

Spa está a poca distancia de Nürburgring y los fabricantes podrían establecer allí sus centros técnicos.

Está a relativa poca distancia de Nordschleife y no supondría un gran quebradero de cabeza a los fabricantes de coches desplazar sus centros técnicos a las Ardenas belgas. En su actual configuración tiene 7.004 metros de longitud y 20 sinuosas curvas. Ya se celebran campeonatos de resistencia en Spa – las menos conocidas pero muy exigentes 24 Horas de Spa – y el circuito está abierto habitualmente para trackdays de aficionados al motor. No obstante, cierto es que no tiene el estátus de carretera pública de Nürburgring.

Pero es un trazado mítico donde los haya, con una historia que data del año 1920, cuando se disputaban carreras en carreteras públicas de la zona. Su configuración actual ha sufrido cambios mínimos desde el año 1978 y tradicionalmente ha sido la sede del Gran Premio de Bélgica. El récord actual es de 1:45,108, en posesión de Kimi Raikkonen desde 2004. Si esta opción no os convence – creo sinceramente que es la más lógica desde todos los puntos de vista – tenemos una tercera opción: la temible Isla de Man.

La Isla de Man es un gran corte de manga a la seguridad vial. Es la competición más peligrosa del mundo.

El trazado del Tourist Trophy de la Isla de Man se remonta al año 1907, año desde el que se celebra casi sin interrupciones, a pesar de ser considerada – con motivo – el circuito más peligroso del mundo. 246 motociclistas han perdido la vida en el trazado, en ocasiones llegando a cinco fallecidos por año. Es una celebración de la locura colectiva, que lleva a superbikes de litro a alcanzar velocidad superiores a los 300 km/h en caminos rurales de una isla perdida en el Canal de Inglaterra.

El trazado del Tourist Trophy tiene 60.720 metros y el récord actual está en posesión del británico John McGuiness, con un tiempo de 17:03.567 a una velocidad media de 213,56 km/h. Subaru llevó un Impreza STI a la Isla en 2014, donde batió el récord de coches con un tiempo de 19:15. Aunque no es una competición de coches, podría ser un buen benchmark para que los fabricantes luchasen por sus tiempos de vuelta. Desde un punto de vista utópico, porque es la opción menos viable de las tres propuestas por varios factores.

En primer lugar, es extremadamente peligrosa y exige un nivel técnico profesional para los pilotos, además de un claro conocimiento del circuito. El problema es la logística. Se celebra en carreteras abiertas y no será fácil cerrarlas al público durante más días de los que dura el Tourist Trophy. Es un corte de manga a la seguridad vial y sería imposible para muchos fabricante por logística establecerse en un lugar tan inaccesible, a pesar de su cercanía a Reino Unido e Irlanda, a tiro de piedra del centro de Europa.

Por supuesto, hay muchísimos otros circuitos que se podrían usar, pero estos son nuestros tres candidatos a la «presidencia». Os pedimos que en los comentarios nos déis más opciones o comentéis qué os parecen estas alternativas. Siendo francos, el próximo rasero posiblemente sea idea de algún departamento de marketing, y el que establezca el estándar será ascendido. O quizá no sea eso lo que suceda. Quizá nunca volvamos a tener una alternativa a Nordschleife. El futuro está por escribir.

En Diariomotor: Nürburgring-Nordschleife, un circuito con límites de velocidad y el adiós de sus récord de vuelta rápida

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