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Los "ninis" chinos se divierten jugando a Fast & Furious en la vida real (y generando graves problemas de seguridad)

En Sina Weibo, una de las redes sociales más populares en China, se podía leer mensajes de ciudadanos indignados del tipo «el socialismo es tan bueno que la gente sin empleo conduce superdeportivos». La presencia de jóvenes compitiendo con deportivos por las calles de Pekín se ha convertido en un verdadero problema de orden público en un país que ha visto emerger a una nueva generación de ninis, herederos de las fortunas de magnates de la ciudad, con poco reparo para emular a sus estrellas en Fast & Furious (IBTimes). Y a menudo acabar estrellados con sus flamantes deportivos italianos.

Hace unas semanas, un Lamborghini y un Ferrari se estrellaban en plena carrera callejera a más de 160 km/h por las calles de Pekín.

Este mismo año se producía un espectacular accidente en el túnel de Datun, en el distrito de Chaoyang de Pekín, en el que se habían visto involucrados un Lamborghini Gallardo y un Ferrari 458 Spider. Según el atestado oficial, se estima circulaban a más de 160 km/h, el triple del límite máximo de velocidad en ese tramo. Los conductores, dos jóvenes conocidos por el apodo Yu y Tang, de 20 y 21 años respectivamente, se encontraban en el fragor de una carrera callejera, e ilegal, según los testigos de la escena (ver South China Morning Post).

Semanas más tarde, los tribunales condenarían a Tang a cinco meses de detención y a Yu a otros cuatro meses, así como el pago de multas de 10.000 y 8.000 yuanes, respectivamente, y otros 320.000 yuanes que sus adineradas familias pagarían para compensar los daños (CCTV). Cerca de 50.000€, que aún así puede parecer una cantidad ridícula para el coste de los daños que sufrieron sus deportivos.

China está asistiendo a un auténtico repunte de las clases medias, cada vez más acomodadas. También ha visto el surgimiento de una clase alta muy adinerada, en la cual ya han puesto su objetivo fabricantes de vehículos de lujo como Bentley y Rolls-Royce, y deportivos como Ferrari y Lamborghini. El problema es, que incluso en este nuevo panorama, la imagen de chavales sin trabajo, y prácticamente imberbes conduciendo deportivos de cientos de miles de euros, está desatando las iras de muchos ciudadanos. Especialmente si tenemos en cuenta la impunidad con la que cometen sus fechorías y con la que arriesgan la vida de otros conductores protagonizando peligrosas carreras dignas de la última entrega de Fast & Furious, que ha sido todo un éxito en China.

Cada vez son más los ciudadanos preocupados por esta segunda generación de millonarios, que a diferencia de sus discretos progenitores, no tienen reparos en hacer ostentación de sus costosas propiedades y, para más inri, poner a prueba la rigidez de las autoridades.

En Diariomotor: Miedo y asco en Japón: los Lamborghini tuneados de los tipos malos de Tokio

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