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Así sería mi Mundial de Rallyes ideal (I): coches y categorías

Este es un artículo de opinión. No pretendo poseer la verdad absoluta. Sólo quiero compartir muchas reflexiones sobre cómo sería mi Mundial de Rallyes ideal, basadas en el seguimiento de otras disciplinas deportivas, la lectura de artículos como los de la serie ‘IndyCar 2018’ de RACER, discusiones con amigos como Iván Fernández y comentarios bajo los artículos de Diariomotor Competición.

¿De qué sirve? De nada. Nadie de la FIA leerá esto, muchas de mis propuestas jamás serán llevadas a la práctica. Pero el ejercicio me entretiene y espero que también le sirva a quien lo lea para reflexionar e imaginarse cómo sería su campeonato ideal.

Los coches

Mal que me pese, los World Rally Cars son la única alternativa. Un certamen intercontinental ya es caro por naturaleza y por lo tanto sólo se sostendrá con el apoyo oficial de grandes fabricantes. Y dado que ninguno de ellos invertiría millones de euros para verse superado por un Porsche privado, la categoría reina deberá estar conformada por prototipos 4×4 que se parezcan vagamente a los modelos de calle.

Para mí, la única manera de ‘atacar’ los actuales World Rally Cars es económicamente: son coches caros de adquirir y caros de mantener. ¿Por qué no imponer no sólo un precio máximo (per se, insuficiente como se demostró con los S2000 y R5) sino también la obligatoriedad de venta de un mínimo de unidades oficiales a precio fijo nada más acabar la temporada?

Puede parecer una locura a priori, pero me baso en lo visto con Hyundai o Toyota estos últimos años. Hyundai antes de presentar su i20 WRC trabajó codo con codo con Stohl Racing y fotografió hasta el más mínimo detalle de su Ford Fiesta RS WRC. Toyota también ha echado un ojo a la máquina de M-Sport y colabora con Motorsport Italia, que fue cliente de Prodrive y corrió el Mundial con sus MINI. ¿Por qué no ‘institucionalizar’ el espionaje?

Las marcas se cortarían al avasallar con presupuestos astronómicos si saben que su tecnología estará a disposición de la competencia al acabar la temporada, creando así una ‘Balance of Performance’ (sistema de equilibrio reglamentario empleado en circuitos) natural y haciendo más accesible la categoría a fabricantes sin experiencia en rallyes. Funcionaría especialmente si el precio fijo de venta es lo suficientemente bajo como para dejar los coches también a disposición de los equipos privados.

A nivel de reglamento técnico, siendo estricto en el sentido del término, no tocaría tanto. Los motores turbo son más económicos de desarrollar que los atmosféricos y quizá sólo intentaría frenar el desarrollo de las suspensiones y aumentaría un poco la potencia. Ah, y abriría la puerta a los híbridos sólo si se cumplen mis deseos de venta obligatoria de unidades oficiales incluso a la competencia: es el mejor modo que se me ocurre de desincentivar los presupuestos astronómicos. Las homologaciones anuales son suficiente “patente” para que quien ose ser el primero en este terreno disfrute de una temporada de monopolio sobre esa tecnología.

Las categorías

De manera oficial, mi mayor cambio sería eliminar el Mundial Junior. ¿Qué tiene de Junior un certamen donde se puede competir con edades en las que ya ha habido campeones del mundo? ¿Y qué tiene de Mundial un campeonato que no sale de Europa?

Preferiría que WRC2 se mantuviera como una categoría abierta a todos los Grupo R y N de cuatro ruedas motrices, siendo WRC3 para dos ruedas motrices de todo tipo, incluyendo los R-GT. ¿Por qué no dar a unos coches tan espectacular algo mayor a lo qué optar? Abriendo la puerta a los tracción trasera y obligando a los jóvenes pilotos a luchar por un título absoluto daríamos sentido a una categoría que desde su creación ha venido suscitando escaso interés.

Ojo, con esto me refiero única y exclusivamente a los certámenes FIA. Obviamente al margen de estos las marcas siempre podrán crear sus monomarcas siguiendo el calendario del Mundial de Rallyes y el deber del promotor será colaborar para que éstas saquen el máximo provecho, por ejemplo facilitando imágenes de televisión o especios reservados en las asistencias. Pero todo ella entra ya en el dominio del marketing, del que hablaremos en una próxima entrega.

Próximamente | Calendario y formatos (II)Marketing y TV (III)

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