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No, yo no echaré de menos a Pastor Maldonado

Como seguidor confeso de Williams, Pastor Maldonado debería tener reservado un hueco reservado en mi memoria. Suya fue la última, e inesperada, victoria de la escudería en aquel sorprendente Gran Premio de España de 2012. Siempre le estaré agradecido por aquello (por lo menos hasta la próxima) pero más allá de aquel hecho puntual soy incapaz de recordar otro buen momento del venezolano con la escudería de Grove.

Es más, sí algo recuerdo, fueron sus malas palabras hacia la escudería a la hora de decir adiós. Y eso que Maldonado tenía parte de razón. Su último año en Williams fue de esos que hacen que no vuelvas a la Fórmula 1 salvo que cuentes con un patrocinador y de los gordos. Pero esta vez el karma actuó y fue como esas venganzas que se sirven en plato frío. Maldonado salía de Málaga para meterse en Malagón y su primera temporada en Lotus fue un fracaso de tintes épicos.

Sea como fuere, todo aquello debería quedar en un segundo plano. Tengo que justificar el por qué no echaré de menos a Maldonado dentro de la Fórmula 1. Y una de mis razones es su dudoso historial como piloto. Ya sea en su camino de llegada o durante su estancia en la Fórmula 1, el piloto de Maracay acumula penalizaciones de todo tipo. En sus cinco años en la Fórmula 1 acumuló la friolera de 39 sanciones (en 91 carreras) y si somos justos, sí quitamos aquellas provocadas por los problemas del monoplaza, 8, Maldonado fue sancionado en 1 de cada de sus tres carreras en la Fórmula 1 incluyendo 12 sanciones por provocar una colisión, 9 por exceso de velocidad en el pit-lane o detrás de un Safety Car o 4 por no respetar las banderas azules. Salidas falsa, adelantar antes de la línea de safety-car, colocarse mal en la parrilla…la lista podría ser un guía breve de sanciones deportivas en la máxima categoría.

Al igual que me pasa con Kimi Raikkonen, al que considero uno de los pilotos más sobrevalorados de los últimos tiempos en la Fórmula 1, el protagonismo por razones extradeportivas de Pastor Maldonado y sus casi continuas sanciones o accidentes no hace que mejore mi opinión. Sí bien el finés ha tenido sus momentos, tanto dentro como fuera de la pista, Maldonado no nos ha dado momento épicos, ni grandes batallas y mis recuerdos sobre el ahora mismo se centran más en el lado de la polémica.

Más allá de cierta vinculación por tratarse de un piloto latino (y compartir idioma) no encuentro con Pastor Maldonado esa afinidad que muchos aficionados y especialistas han encontrado justo en el momento que anunciaba, vía comunicado, que en 2016 no estará en la parrilla. Si no llega a ser por los millones de PDVSA, que posiblemente fuesen el mejor patrocinador personal de las últimas décadas, dudo mucho que nadie le hubiese dado una oportunidad en la parrilla. Y con ello doy estoy dando una de las mayores razones de peso. Con todo lo que nos quejamos de esta Fórmula 1 llena de piloto de pago que están quitando opciones a grandes talentos, que Maldonado contase con esa oportunidad permanente casi divina hacía más mal que bien dentro del gran circo.

En mi opinión Maldonado no cuenta ni con el carisma ni con el talento necesario para justificar una carrera de cinco temporadas en la Fórmula 1 y eso a pesar de su título en la GP2. Un título en el que se midió a nombres como Jules Bianchi, Sam Bird, Sergio Pérez, Marcus Ericsson o Giedo Van der Garde. Aunque una ver terminado todo esto, quizás haya sido demasiado duro…Buena suerte Pastor.

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