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Carlos Sainz y la victoria que la Scuderia Ferrari le debía

Sólo habían transcurrido 16 días desde que Carlos Sainz tuviera que decidir no tomar parte de la FP3 del Gran Premio de Arabia Saudí para ingresar en un hospital local en el que iba a ser intervenido de urgencia por una apendicitis. El madrileño apenas aguantó unas horas en la cama de su habitación antes de que se dejara ver por el trazado de Jeddah Corniche todavía con la pulsera de su ingreso hospitalario adherida a su muñeca derecha.

No estaba bien, eso es algo que no ha ocultado, e incluso durante esa primera semana de recuperación llegó a temer no estar recuperado para afrontar la carrera de Australia, hasta el punto de que con los días descontándose sin ver mejor prácticamente y todavía con el dolor muy presente, la situación se tornó en crítica. Sin embargo, en la antesala al inicio de la acción en Melbourne, cada 24 horas transcurridas, los pasos en la mejoría se convirtieron en salto y aunque su pose para entrar al coche seguía siendo ortopédica, seguramente en una mezcla entre pinchazos abdominales y es cautela más que necesaria para evitar sustos.

Sin embargo, las sensaciones desde el viernes fueron buenas y la victoria de este domingo (nunca sabremos qué hubiera ocurrido sin el abandono de Max Verstappen) se empezó a gestar en el momento en el que Carlos Sainz fue capaz de volar con el compuesto medio, hasta el punto de que a él se le hizo incluso imposible mejorar en la FP3 el tiempo con el neumático amarillo una vez que montó el blando.

La confianza que le daba el medio al madrileño quedó patente ya en ese momento y la gestión de neumático y el gran ritmo de carrera ya se pudo directamente extrapolar de lo vivido en el sábado de Bahréin. Quedó la espinita de no lograr la pole, pero desde luego no parecía que fuera a ser un gran impedimento para pelear por la carrera en Australia. Salida perfecta, manteniendo la segunda posición y siendo el primero que era capaz en lo que llevamos de año de aguantar a Verstappen en rango de DRS.

El neerlandés intentó dar su ya habitual tirón, pero no sabemos si fue ante el huevo o la gallina, si fue primero el susto en la curva seis o el problema con el freno trasero derecho, lo cierto es que Carlos no se lo ha pensado dos veces a la hora de lanzarle el ataque, viendo una pequeña brecha en la majestuosa temporada que mantenía Max, al igual que ya ocurrió el año pasado en Singapur. Atacó se puso por delante y fue testigo directo a través de los retrovisores de cómo el RB20 del tricampeón comenzaba a verse cada vez más pequeño, incluso con… espera, ¿eso es humo?

Lo era, el gigante Verstappen estaba hincando la rodilla por un problema en su monoplaza y en esos momentos era la oportunidad que tanto había estado esperando Carlos, capaz de sacar el máximo jugo del medio ya desde la primera vuelta, gestionándolo para ser el que más pudo extender su ritmo competitivo con esas gomas.

Es ahí donde se forjó la victoria de Sainz, ya que, a partir de ahí, el español de Ferrari estuvo siempre un paso por delante del resto, no necesitado a reaccionar a cada movimiento de sus perseguidores y sabiendo que en la Scuderia ya habían reconocido que la de Carlos era su principal baza para llevarse la carrera ya que Leclerc, y su incomodidad manifiesta con el SF-24 este sábado mantenían la incertidumbre en el equipo.

Sí, Sainz no se sintió tan cómodo con el duro, especialmente al final de los stints, pero el colchón que llegó a crear sobre sus perseguidores fue lo suficientemente grueso como para no tener que preocuparse demasiado, incluso cuando los doblados fueron alcanzados en el peor momento. Su mejor victoria junto a la de Singapur, en este caso aliñada por los tintes de épica que han acompañado debido a su operación.

Seguramente habría sabido incluso mejor si se hubiera logrado con Max Verstappen en la pista y su RB20 en plenitud de condiciones mecánicas, sin embargo, la sonrisa de Carlos, de Ferrari y de todo su círculo familiar, eran imperturbables, a pesar de que cómo reconocía su padre, el bicampeón del WRC, el inicio de temporada había sido muy duro para ellos, primero con la decisión tomada en Maranello y después por la operación.

Había quedado una vez más patente lo que era el espíritu de los Sainz, ese trabajo incansable, esa disciplina de trabajo y perseverancia que llevó a su padre a ser considerado como uno de los mejores pilotos de la historia. Una carrera inteligente, sin errores y aprovechando las oportunidades que se presentaron. Incluso hubo algo de criticismo por parte de los aficionados de Charles Leclerc sobre un presunto trato de favor a Carlos en el momento en el que le dijeron al monegasco que no arriesgara, que se dedicara a gestionar cuando estaba rodando tras su compañero. Sin embargo, Sainz tenía ritmo, confianza y capacidad para haber apretado más de haberlo necesitado.

Ha sido una buena carrera. Siempre me sentí muy bien, aunque estoy un poco rígido, a decir verdad, no fue muy fácil desde el punto de vista físico. Pero siempre pude gestionar el ritmo, los neumáticos. Fue una carrera dura, pero estoy feliz, estoy orgulloso del trabajo realizado por el equipo y estoy orgulloso de haber ganado con Charles segundo, porque esto demuestra cuánto trabajo hemos hecho y lo loca que es la vida. Conseguí el podio en Bahréin, luego la apendicitis en Jeddah y la victoria a mi regreso. Una montaña rusa, pero estoy muy feliz. A estas alturas recomiendo a todos que se operen de la apendicitis… – Carlos Sainz

Curiosamente, los datos históricos nos vuelven a hablar de una tendencia también por parte de los Sainz. El padre, fue operado en el mes de febrero del año 1985 por la misma dolencia y tuvo que perderse el Rally Costa Brava. Unas semanas después regresó a la competición para competir en el Costa Blanca, valedero para el Campeonato de España de Rallyes (su principal objetivo) y para el ERC, con su Renault 5 Turbo oficial terminando quinto de la general absoluta, segundo dentro del Nacional. Casi cuatro décadas más tarde, su hijo, consiguió ganar dos semanas después de haberse saltado el Gran Premio de Arabia Saudí por motivos de fuerza mayor. Están hechos de otra pasa, la de los Sainz.

El gesto final, aprovechando el periodo de VSC por el accidente de George Russell diciéndole al equipo que le comunicara a Leclerc que se acercara para entrar juntos y así celebrar el doblete de la Scuderia Ferrari al más puro estilo de Le Mans fue hermoso, de los que hacen equipo, de esos que se les ocurre a deportistas, competidores como Carlos. Todo ello a pesar de la decisión de la estructura de fichar a Lewis Hamilton o de alguna que otra desconsideración en el pasado por parte de Charles…

Max, al inicio de la segunda vuelta, perdió terreno entre las curvas 2 y 3. En ese momento intenté adelantar y apenas lo pasé vi que empezó a tener problemas con los frenos. Me sentí muy decepcionado, porque Imagino que habría sido una buena lucha con él en la pista por la victoria, pero estoy feliz por el triunfo. ¡Max ya ha ganado mucho! Estoy feliz de estar de nuevo en lo más alto del podio – Carlos Sainz

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