Todo el fin de semana se ha sacado a coalición lo mismo: la actitud de Ferrari ante lo que ocurrió en Canadá. La sanción a Sebastian Vettel ya levantó ampollas, y el piloto germano sigue en modo ‘pasota’. Charles Leclerc se desmarca de forma total de lo ocurrido, mientras que la directiva de Il Cavallino propuso una apelación, aportando pruebas. Unas pruebas que fueron desestimadas. Y, justo en esa llaga, mete el dedo Lewis Hamilton.
El de Mercedes va sobrado al frente del campeonato del mundo de Fórmula 1. Ha sido primero o segundo, independientemente de lo que ocurriese en pista. Cuando se encuentra en estas situaciones, se crece. Es uno de sus puntos fuertes, ya que unido a su capacidad al volante, permite sacar un extra a todo el conjunto. Ya sea con un mejor ambiente en el equipo o con unas décimas extra, Hamilton hace más de un lustro que sonríe. A sus rivales, como buen perro de presa que es, los acosa y ataca.
En la rueda de prensa post-clasificación ha hablado de varias cosas, el inglés. Entre ellas, las famosas stories que levantaron pasiones. Para quien no lo entienda, son unas publicaciones en Instagram en las que Hamilton se puso en modo filosófico. Muchos relacionaron esa expresividad con la duda sobre si le iban a retirar la victoria en el Gilles Villeneuve. Quizá hubo algun punto de desconfianza, pero hubo un momento en el que lo cambió todo. Hamilton, ni corto ni perezoso, ha remarcado las pruebas que aportó Laurent Meekies y Ferrari le relajaron. Por dentro, no me quiero imaginar la fiesta que montó.
«Estaba algo preocupado porque me dijeron que Ferrari preparaba una apelación decente. Fue cuando llegué por la mañana que me dijo Karun Chandhok que su video en televisión, analizando el incidente, era la prueba que aportaba Ferrari. Me relajé a partir de entonces».
Las carcajadas en la sala de la rueda de prensa se han hecho notar, aunque de forma ligera. No sabíamos si reir o llorar (he tenido la suerte de estar presente). Pero así son las carreras, así es este mundo. Hay que saber dar la estocada a los rivales. Ferrari, en pleno proceso de reconstrucción de un castillo de naipes extremadamente fragil, ha visto como con un par de palabras han tirado al suelo todo lo ocurrido desde Canadá. La crisis en Ferrari es patente. Hamilton, no da puntadas sin hilo.
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