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Ocho mecánicos y 75 minutos para convertir un coche de rallyes en un devorador de asfalto [+Vídeo]

Quizás no se puede comparar con un baile preciso al milímetro como el de un Pit Stop de la Fórmula 1, sin embargo, lo que se ha visto año tras año en el Rally de Catalunya mixto ha sido toda una demostración de destreza en la que no solo cada componente tiene que saberse los pasos y su lugar en el escenario, sino que también todos los elementos de la sinfonía deben estar perfectamente encajados en la partitura, tanto en tempo como en forma.

Por delante, solo 75 minutos (tradicionalmente el último Service Park es de 45-47 minutos) para convertir un vehículo preparado para superar todos los tramos de tierra a uno que se aproxima mucho a un coche de circuitos. Los mecánicos se afanan durante la asistencia más larga del año en cambiar cada elemento para que los pilotos a la mañana siguiente pudieran resetear su chip y ponerse en modo “100% alquitrán. Que las sensaciones de firmeza y estabilidad les ayude a olvidarse de emplear el pie izquierdo y el derecho de forma simultanea para hacer danzar la zaga y que se centren en frenar lo más tarde posible y acelerar lo más temprano que puedan.

En el proceso se cambia prácticamente todos los elementos, desde torretas de suspensiones hasta ruedas o partes del kit aerodinámico dañadas. Se introducen los frenos más grandes, se cambia por completo la amortiguación y se solventan todos los problemas del primer día. Todos menos los que ya no tienen solución, como fue en el caso de Esapekka Lappi, al cual un fallo en el motor de su Citroën C3 WRC le obligaba a sacar el extintor ayer y le impedía reengancharse a la carrera hoy.

Todo está perfectamente estudiado y diseñado para ser susceptible de ser cambiado en el menor tiempo posible y precisamente este es uno de los trabajos que cada equipo tiene que hacer tras las sombras para ser campeón. Todo cuenta y quizás no se le da el mérito y la visibilidad que se debería. El desarrollo de cada pieza no solo tiene su propósito en cuanto al rendimiento, sino también debe cumplir con la necesidad de poder ser sustituido con rapidez y afectando al menor número de piezas posible.

Es precisamente uno de los problemas que Tommi Mäkinen y el equipo Toyota GAZOO Racing experimento en su primer año con el Yaris WRC en competición. Cuando el splitter delantero se dañaba, la estructura debía cambiar por completo el frontal, lo que además del trabajo extra suponía grandes costes en fabricación y en transporte de material. Como podéis ver en la imagen cedida por uno de nuestros compañeros, cada pieza del kit del Yaris está lista para cada coche, en este caso para el de Jari-Matti Latvala.

Todas esos elementos se sustituyen en la asistencia, sumadas a la caja de cambios, diferenciales, semiejes, brazos de dirección, y todo lo referente a la suspensión y sistemas de frenos. Ocho mecánicos encargándose de un trabajo que en condiciones convencionales duraría más de una jornada laboral y que aquí, en el mejor de los casos, se completa en una hora. Este viernes fue la última ocasión en la que se pudo asistir a esta coreografía. A partir de 2021, el RallyRACC regresará en versión completa de asfalto, perdiendo quizás uno de los mayores espectáculos que podíamos ver hasta ahora en las asistencias.

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