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Rally de Gran Bretaña 1998: El día que aprendimos que se puede ganar habiendo perdido [Vídeo]

Sin duda se trata da uno de los momentos que marcaron la historia del automovilismo español, justo cuando se empezaba a escribir la época más dorada, a finales de la década de los noventa, con la llegada de Pedro Martínez de la Rosa y de Marc Gené a la Fórmula 1, así como el título conseguido por Álex Crivillé en 500 cc que terminaría por quitar ‘el tapón’. Carlos Sainz y Luis Moya afrontaban su año de regreso a Toyota con una temporada en la que basándose en la regularidad consiguieron plantar cara a Mitsubishi y Tommi Mäkinen, los cuales acabaron el año con cinco victorias y cinco abandonos.

Precisamente esa inconsistencia del finlandés fue lo que puso a la pareja española en la pista de su tercer título Mundial, llegando al RAC con opciones claras de volver a escribir sus nombres en el palmarés del Campeonato. Mäkinen ya había abandonado después de arrancar una rueda de su Lancer Evo, por lo que la hazaña se les ponía incluso más de cara a los de Toyota, los cuales debían acabar el rally en la cuarta plaza que ostentaban entre los belgas, Bruno Thiry y Grégoire de Mevius para lograr los puntos suficientes como para coronarse.

Los 27,09 kilómetros de Margam esperaban a Sainz y Moya, los cuales contaban con una renta de más de dos minutos sobre de Mevius, razón por la cual no era necesario arriesgar en esa última especial de la edición de 1998 del Network Q Rally of Great Britain. No lo estaban haciendo, ni mucho menos. Ambos tenían muy claro el objetivo y ya habían lidiado con otras situaciones de presión juntos en los 10 años que habían compartido el mismo habitáculo.

Sin embargo, a 500 metros del final, el motor del Corolla WRC decía “se acabó”. El fallo de una biela terminaba de forma dramática y descorazonadora con las opciones de los bicampeones de recuperar el cetro mundialista seis años después. Las imágenes de ambos competidores completamente rotos recorrieron el planeta, haciendo que muchos nos engancháramos aún más a la disciplina después de descubrir todo ese torrente de sentimientos que fue capaz de generar tal situación. Mäkinen se llevó aquel título por dos puntos, recibiendo una llamada cuando se encontraba en la recepción del hotel para hacer una entrevista y prácticamente completar el check-out. El que pudo haber sido el tercero de Sainz se convirtió en el tercero de Tommi.

José Antonio Ponseti, con el que muchos nos enganchamos en su día a las retransmisiones del Mundial de Rallyes a través de Canal+, ha estado recopilando durante las últimas semanas algunas piezas del material videográfico de la época, aprovechando para subirlas a su canal de YouTube donde ya hemos podido disfrutar de OnBoards históricas y de algún resumen integro. Sin embargo, ayer nos subía ese pedacito de historia en forma del reportaje original que se emitió para contar lo sucedido y que todos los televidentes que esperábamos ver a Sainz y Moya levantar de nuevo sus puños al cielo, pudiésemos creer tan inverosímil situación que les había apartado de la gloria.

Siguieron ganando juntos, haciendo aún más grande sus nombres dentro de la historia del motorsport internacional, levantándose cada día para dar una nueva lección del trabajo y pundonor de cada uno de ellos y que ha tenido continuación hasta estos días, más de dos décadas después, cuando Carlos Sainz y Luis Moya siguen dando ejemplo como deportistas y personas. Sé que muchos pensarán que es una idiotez hablar de ganar cuando se te escapa entre los dedos de esta forma un campeonato, sin embargo, es precisamente estos momentos más duros en los que una derrota te puede enseñar mucho más de ti mismo que una victoria.

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