Ayer mismo, BMW anunciaba el lanzamiento de dos versiones aderezadas por BMW Motorsport de sus SUV más grandes. Los BMW X5 M50i y BMW X7 M50i no son versiones 100% M de los BMW X5 y BMW X7, sino que son versiones más dinámicas y prestacionales de sus grandes SUV, cuya puesta a punto y elementos mecánicos están en parte derivados de la experiencia de BMW Motorsport. En un futuro habrá un BMW X5 M, con una potencia posiblemente superior a los 600 CV y mayor foco en la deportividad. En este artículo, no obstante, nos preguntamos qué sentido tienen coches como los BMW X5 y X7 M50i en el mundo de hoy día.
Antes de nada, hemos de conocerlos. Estas versiones M50i comparten un mismo propulsor, un motor 4.4 V8 TwinPower Turbo, con 530 CV y un par motor de 750 Nm, constante entre las 1.800 rpm y las 4.600 rpm. Este motor está asociado a una caja de cambios Steptronic de convertidor de par y ocho relaciones, una caja de cambios ZF que manda la potencia a las cuatro ruedas, a través de un sistema xDrive de tracción total permanente. Al tratarse de versiones deportivas, el diferencial trasero es un autoblocante controlado electrónicamente, algo que redunda en un mejor paso por curva en conducción deportiva.
Sus llantas de hasta 22 pulgadas de diámetro están envueltas en neumáticos deportivos, mientras una suspensión M adaptativa trata de controlar las masas de estos coches, superiores a las dos toneladas en ambos casos. Esta suspensión es de aire en el caso del BMW X7, y tiene una altura regulable – se rebaja hasta 20 mm y se eleva hasta 40 mm para circular fuera del asfalto. Además de un equipo de frenado reforzado, estos SUV cuentan con un tren trasero directriz y unas barras estabilizadoras activas, elementos opcionales que mejoran su agilidad, doblando las leyes de la física a su voluntad.
No lo podemos negar, estamos hablando de coches rápidos: sobre el papel el BMW X5 M50i hace el 0 a 100 km/h en 4,3 segundos, y el X7 M50i hace lo propio en 4,7 segundos. Cifras que impresionan si tenemos en cuenta que el BMW X7 roza las 2,5 toneladas y el BMW X5 ronda las dos toneladas y cuarto. Aunque tienen unas grandes prestaciones, son coches que chocan frontalmente con la eficiencia y el ahorro energético: el BMW X5 M50i consume una media de 10,5 l/100 km y en el caso del BMW X7 M50i estamos hablando de 10,9 l/100 km – en ambos casos, valores NEDC, no ajustados al WLTP.
Son coches realmente ineficientes, pese a tener un consumo relativamente contenido de acuerdo a su masa y prestaciones. Son máquinas pensadas para mercados como el asiático o el estadounidense, donde los combustibles tienen un precio más bajo y existen muchos consumidores de alto nivel adquisitivo. No son compras lógicas, y mucho menos en tiempos como los actuales: en la Unión Europea se exigirá a los fabricantes de coches unas emisiones medias de CO2 de 95 g/km en 2020. Si el objetivo es la lucha contra el cambio climático y las emisiones de CO2, estos coches son un gigantesco corte de manga al planeta.
No quiero que me malinterpretéis. Soy un firme defensor de coches deportivos, y máquinas de diversión, coches que suelen ser vistos como «incorrectos» y contaminantes. Por supuesto que un BMW Z4 M40i no es un coche eficiente ni sensato, pero es un coche que va a recorrer pocos kilómetros anualmente. Estos tanques van a recorrer muchos más kilómetros, y van a ser usados como coches de transporte familiar, no para divertirse en una carretera de curvas. Un todocamino grande – pese a que una ranchera de siempre es más práctica y lógica – tiene mucho más sentido con un motor diésel de mayor eficiencia.
BMW X7 
