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Fisker, la marca de coches que quiso ser Tesla

Si hace diez años preguntásemos a cualquiera por Tesla, estoy convencido de que muy pocos apuntarían a la marca de coches que hoy en día hace correr ríos de tinta y que ya ha cautivado a millones de conductores. Elon Musk ya era un empresario de éxito, conocido en el ámbito de los negocios y las tecnológicas, pero aún estaba muy lejos de la figura mediática en que ha devenido, comprando redes sociales a golpe de talonario, enviando cohetes al espacio y protagonizando la transición hacia el vehículo eléctrico.

En realidad hace diez años Tesla ya estaba definiéndose como la Tesla que hoy conocemos. En 2011, Tesla aún era una pequeña compañía que había llevado a cabo la excentricidad de transformar un Lotus en un deportivo eléctrico. En la prueba del Tesla Roadster, que llevó a cabo mi compañero Sergio por aquel entonces, apuntaba: «nos hemos electrizado con el Tesla, y nos ha puesto los pelos de punta en el mejor sentido de la palabra».

En 2014, y cuando Tesla seguía siendo una marca absolutamente desconocida, el que escribe estas líneas se ponía a los mandos del Tesla Model S. No queremos ponernos medallitas, pero por aquel entonces apuntaba que «el Tesla Model S no solo es un eléctrico […] sino también una filosofía, un punto y aparte tecnológico y una utopía que con el paso del tiempo se está haciendo realidad». 9 años después, sin duda, la utopía se hizo realidad.

Fisker intentó ser Tesla, cuando Elon Musk aún era desconocido por la mayoría de los conductores y la única incursión de Tesla en la industria se había producido transformando un Lotus en un deportivo eléctrico

Aunque no lo supiera, Fisker vislumbró el éxito de Tesla

Retrocedemos hasta 2007. Para los entendidos, Henrik Fisker era un reputado diseñador de automóviles que había tenido una gran responsabilidad trazando las líneas de verdaderas obras de arte, como el BMW Z8 o el Aston Martin DB9, y que había comenzado a hacer sus pinitos con una compañía que, con su apellido, realizaba trabajos en California de transformación de deportivos en piezas aún más exclusivas.

Aunque Henrik Fisker no lo supiera, en su mente ya había vislumbrado el éxito de Tesla. Y lo había plasmado en una nueva y exótica compañía que, por supuesto, luciría su apellido. Desde 2009, con su puesta de largo en Ginebra, Fisker exhibiría su próximo gran lanzamiento por los salones del automóvil más prestigiosos en el ámbito internacional generando, sin duda, muchísima expectación. Cuando el Fisker Karma comenzó a producirse, en el año 2011, el Tesla Model S aún era un proyecto en el que, por cierto, Henrik estaba participando.

Su propuesta, un sedán de lujo híbrido enchufable o, mejor dicho, de autonomía extendida. Un vehículo con sendos motores eléctricos y un motor de gasolina encargado de recargar las baterías. De alguna forma, este coche era un adelantado a su tiempo.

Antes de que Tesla lanzase el Model S, Fisker ya vislumbró un sedán de lujo, híbrido enchufable, que debía de situarse en la punta de la lanza de la transición hacia el vehículo eléctrico

Henrik Fisker

Un coche que causó sensación

Fisker fue protagonista de una de las anécdotas más curiosas que he vivido en esta profesión y que, sin duda, habla mucho de lo que supuso la irrupción de esta marca en la industria del automóvil. En 2012, nos llegaba el ofrecimiento de probar el Fisker Karma. Y ante la oportunidad de probar un coche tan exótico, del que todo el mundo estaba hablando por aquel entonces, no dudamos ni un momento en viajar hasta Málaga para conducirlo por las sinuosas y entretenidas carreteras que conectan Marbella con Ronda, hasta llegar al que quizás sea el circuito más divertido de que disponemos en España, el circuito de Ascari.

Mientras llevábamos a cabo la prueba de un coche tan especial como este, nos encontramos con uno de los eventos para clientes más exclusivos de Mercedes-Benz, que durante esos días estaba organizando el Mercedes-AMG Driving Academy en Ascari, habiendo dispuesto de algunas de las piezas más exóticas jamás creadas por Affalterbach, incluido un Mercedes CLK DTM.

La expectación generada por el Fisker Karma era tal que, en cuestión de unos segundos, los clientes de Mercedes-Benz que estaban participando en el evento comenzaron a rodearnos para interesarse y fotografiar ese coche tan extraño que estábamos probando.

Sin duda, el Fisker Karma era uno de los coches que más miradas atraía de cuantos haya probado

El coche de moda en Hollywood

La visión de Henrik Fisker no era otra que la de crear automóviles que brillasen por su diseño, fueran innovadores y sostenibles. El Fisker Karma cumplía con esas premisas y no tardó en convertirse en el coche de moda entre algunas estrellas de Hollywood, emprendedores y capos de las tecnológicas, viviendo un éxito que, aunque fugaz, solo sería comparable al que viviría Tesla años más tarde con la llegada del Model S.

El Fisker Karma fue el coche de Leonardo di Caprio, Justin Bieber, Matt Damon, Tony Hawk, Will Smith y hasta tendría su propio cameo en la serie Dos hombres y medio (ver vídeo más arriba).

Henrik Fisker había vislumbrado el futuro del automóvil, sabía que sería eléctrico, o no sería, y estaba siendo protagonista de la transición que por aquel entonces ya había comenzado a producirse.

El Fisker Karma se convirtió en el coche de moda entre estrellas de Hollywood, emprendedores y entre cualquiera que quisiera trasladar una imagen techie y sostenible

El auge y el hundimiento de una joven marca de coches

Pero entonces llegó el desastre. El caso de Fisker Automotive es hasta cierto punto paradigmático y un buen ejemplo de lo difícil que es levantar una nueva marca de automóviles, y también del mérito del éxito de marcas como Tesla. A finales de 2011, la compañía desarrolladora y productora de baterías A123 Systems se veía obligada a llamar a revisión los packs fabricados y en 2012 anunciaba la bancarrota.

La producción de baterías de esta empresa se detenía y, con ella, siendo el único proveedor de baterías de Fisker Automotive, cesaba la producción del Fisker Karma en la planta de Valmet en Uusikaupunki, Finlandia, después de 1.800 unidades producidas, de las cuales alrededor de 1.600 habrían sido destinadas a Estados Unidos.

Con la detención de la producción llegaron los despidos, y la marcha de Henrik de la empresa y, tras estos, llegaría la bancarrota y el sueño de Fisker llegaba a su fin, no sin antes haber dilapidado cientos de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses, en concepto de préstamos públicos para promover la producción de coches «sostenibles», asequibles y de volumen. La compañía y sus activos acabarían troceándose y vendiéndose – sin duda las casualidades no existen – al conglomerado chino Wanxiang que también se había hecho con A123 Systems, el proveedor de baterías que propició la caída de Fisker.

El sueño de Henrik acabó pronto y la dependencia de un único proveedor de baterías propició la muerte prematura de Fisker

Karma Automotive

Cuestión de Karma

Han pasado casi 11 años desde que probásemos el Fisker Karma un coche que, a pesar de la defunción de la antigua Fisker, ha seguido comercializándose. Sin Henrik Fisker, los activos de la antigua Fisker siguieron empleándose por Karma Automotive, la filial de Wanxiang Group que se hizo con los restos de la marca.

Por otro lado, el sueño de Henrik Fisker no ha muerto del todo. En 2016 nacía Fisker Inc., una nueva aventura de Henrik, que recuperaba el logo de la antigua Fisker Automotive y que, desde 2020, cotiza en la bolsa de Nueva York, tras una oferta pública de venta bajo la fórmula de la compañía con propósito especial de adquisición (SPAC).

Henrik Fisker posa con el Fisker Ocean

La marca de coches que ahora sí quiere ser Tesla

En 2020, Fisker Inc. anunciaba el Ocean que, ahora sí, es un SUV completamente eléctrico, fabricado desde finales de 2022 en la planta de Magna Steyr en Graz, Austria. Y en mayo se producía la entrega de la primera unidad del Ocean a su primer cliente.

Sin duda, Tesla ha allanado el terreno. Y el lanzamiento de vehículos eléctricos por marcas de nuevo cuño, y totalmente desconocidas, es de alguna forma más sencillo en estos momentos.

Lejos de conformarse, este mismo verano Fisker anunciaba el lanzamiento de un nuevo coche, el Rōnin. Aunque aún se encuentra en fase de desarrollo, Fisker ha prometido un deportivo eléctrico que entregará más de 1.000 CV de potencia, cinco plazas y una autonomía próxima a los 1.000 kilómetros.

Fisker Inc. espera que su lanzamiento se produzca en la segunda mitad de 2025, a un precio en el entorno de los 385.000 dólares (355.000 euros al cambio actual) y limitado a 999 unidades.

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