Prácticamente todos los sistemas de propulsión híbridos enchufables están asociados a un motor de gasolina, pues estos son más baratos de fabricar que los de tipo diésel. En el pasado hubo varios fabricantes de automóviles, como Peugeot, que desarrollaron y llegaron a construir PHEV con impulsores térmicos alimentados por gasóleo, aunque al final terminaron abandonado esta combinación por no resultarles rentable.
Hoy en día sólo Mercedes-Benz confía en una tecnología que mezcla lo mejor de dos mundos: la eficiencia del turbodiésel con las facilidades o ventajas de movilidad que ofrece actualmente una batería de gran capacidad y que permite recorrer muchos kilómetros en modo eléctrico (es decir, sin consumir una gota de carburante).
El último lanzamiento de la firma alemana con este concepto mecánico es el C 300 de, una versión del Clase C moderno (W206) que también estará a la venta en su variante de carrocería familiar (S206). Más allá de que cuente con tres o dos volúmenes, esta berlina de tamaño mediano (mide 4,75 metros de longitud) se caracteriza por ser la única de su categoría que puede ser PHEV y diésel al mismo tiempo. Sin embargo, dispone de una versión equivalente de gasolina llamada C 300 e, que entrega exactamente la misma potencia: 313 CV. Sus prestaciones, por tanto, son buenas.
Más de 100 km de autonomía eléctrica, un consumo medio ínfimo y casi 200 CV si la batería se agota… por 68.749 €
Con una tarifa que empieza en 68.749 euros, el Mercedes Clase C 300 de no es ningún regalo. De hecho, es un precio que obliga a viajar y a usarlo mucho a fin de compensar, de algún modo, semejante desembolso para un sedán que, si bien compite en “terreno premium”, no deja de ser convencional por sus dimensiones. A cambio, su nivel de equipamiento estándar en términos de infoentretenimiento, seguridad y comodidad es elevado. Eso sí, la capacidad de su maletero es relativamente, muy escasa: 315 l. La variante de carrocería Estate tiene 360 l, pero también es 2.500 euros más cara.
El sistema de impulsión híbrido del C 300 de está compuesto por un motor térmico con 197 CV (como el que se usa en el C 220 d) alimentado por un depósito de 50 l y uno eléctrico con 129 CV alimentado por una batería de 25,4 kWh brutos. Esta concede la posibilidad de recorrer, según homologación WLTP, hasta 113 km por carga completa. Además, admite 11 kW en corriente alterna y 55 en continua, algo muy propicio y poco habitual. La autonomía conjunta puede superar los 1.000 km normalmente.
Y es que, pese a poder acelerar de 0 a 100 km/h en 6,2 segundos con una respuesta instantánea (el retraso en el funcionamiento del turbocompresor lo suple el propulsor eléctrico) o alcanzar una velocidad punta de 243 km/h, este coche declara un gasto medio de combustible de 0,4 l/100 km. Eso sí, durante los primeros 100 km, ya que cuando se agota la pila sólo trabaja el motor diésel, que habrá de arrastrar los cerca de 200 kg que supone ese acumulador energético “vacío”. Aun así, en tales condiciones, se dispone de 440 Nm de par y un consumo que no debería superar los 6 l/100 km. Por último, a diferencia del C 300 e, este puede configurarse con tracción integral.
Mercedes Clase C 
