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Este es el aspecto de un motor rotativo tras nueve años de abuso y potenciación

Los motores rotativos son tan mágicos como fascinantes. Resulta increíble que estos «triángulos mágicos» de giro excéntrico produzcan una potencia específica tan elevada, con un sonido tan particular. Hace una semana pudimos probar un Mazda RX-7 de primera generación con un motor 12A y desde entonces estamos aún más fascinados por estos propulsores tan especiales. Rob Dahm es uno de los propietarios de Mazda RX-7 más famosos a nivel mundial, conduciendo a diario un RX-7 FD con un motor 13B de tres rotores con cerca de 1.000 CV. Coche dicho sea de paso, perfectamente documentado en su canal de YouTube.

Rob Dahm tiene varios RX-7, y uno de sus proyectos es un bestial RX-7 con un motor de cuatro rotores y una potencia desmesurada. No obstante, sus vídeos suele protagonizarlos un RX-7 con un motor 20B de tres rotores, potenciado mediante turboalimentación por encima de los 1.000 CV. Un motor que últimamente estaba potenciando más y más, y que no ha sido abierto ni reconstruido en los últimos 9 años. Ha sido el sujeto de muchos experimentos, como la instalación de un primitivo sistema «two-step» de Launch Control, un sistema anti-lag, y diversas soluciones de potenciación.

Con los años, tanto la marca como los especialistas de aftermarket han mejorado la calidad de los componentes de un motor rotativo. El diseño básico de los 13B y 20B data de los ochenta.

El 20B dijo basta hace poco, comenzando a funcionar de forma errática al ralentí, además de acusando falta de potencia. Dahm admite que el motor ha sido maltratado durante toda su existencia. Maltrato que ha aguantado admirablemente, teniendo en cuenta que muchos de sus componentes internos, como bloque y rotores, eran de estricta serie. Aprovechando la visita del coche al «cirujano» de motores, nos enseña los daños que sus componentes han sufrido. Uno de los rotores tiene literalmente una abolladura en una de sus caras, estando el resto de superficies abrasadas tras años de trabajo.

Pero sin duda, los famosos sellos de los rotores – equivalentes a los segmentos en un motor de pistones – son los que más han sufrido el abuso. Al parecer no eran de la especificación correcta para el motor y han dañado las paredes de la cámara de combustión, que tendrá que ser reconstruida. Los propios sellos también se encuentran en mal estado. El ciguëñal también presenta señales de desgaste. Todo el motor va a ser rectificado en un especialista y tras una factura que no querría afrontar en mis propias carnes, el Mazda RX-7 «20B» volverá a rugir como es debido.

Fuente: Jalopnik

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