En estos tiempos, cualquier fabricante de coches deportivos que se precie de serlo está enzarzado en una encarnizada guerra con el cronómetro y otros coches para ser los más rápidos en el Nürburgring Nordschleife. En el segmento de los compactos deportivos hay un claro culpable: el Renault Mégane R26.R. Un coche que en 2008 se hizo con el récord de vehículos de tracción delantera. Pero es mucho más que eso: es uno de los compactos deportivos más especiales de la historia. Y hemos tenido un «vis a vis» con una unidad espectacular.
Renault Mégane R26.R, el compacto deportivo mas radical de 2008
Aprovechando un viaje a Vigo para conocer el Dacia Bigster Hybrid, pudimos visitar la colección privada de Rodosa, concesionario oficial Renault y Dacia en la zona. Entre los vehículos que componen su espectacular colección, pude conocer en primera persona al Renault Mégane R26.R. Fue el primer Mégane verdaderamente especial. Lanzado en 2008 y con un carácter radical abiertamente enfocado a los circuitos, fue el primero en inaugurar una saga que se completaría con el Mégane RS 275 Trophy-R de 2014 y el atómico Trophy-R de 2020.
Inicialmente, Renault iba a producir sólamente 450 unidades para toda Europa del R26.R. No obstante, la crisis económica mundial acabó reduciendo ese número hasta 364 unidades. De ese total de 364 unidades, solo 26 unidades fueron reservadas de forma oficial al mercado español. Esta unidad es una de ellas, y está en un estado de colección. Había notables diferencias con respecto a un Mégane RS F1 Team, pero mejor empezamos por sus similitudes: misma carrocería de tres puertas, y mismo motor 2.0 turbo de 230 CV de potencia.
Fotos del Renault Mégane R26.R
Aunque tenía su mismo cambio de seis relaciones, estas relaciones eran más cortas y la potencia pasaba al suelo mediante un diferencial autoblocante con un tarado mas agresivo. A nivel estético, los R26.R destacaban por sus llantas pintadas en color rojo y por vinilos específicos en paragolpes y laterales – los frontales estaban montados a espejo, por lo que solo los veías correctamente desde un espejo retrovisor. La clave del Renault Mégane R26.R estaba en una puesta a punto mucho más radical y un peso 123 kg inferior a un RS convencional.
Para lograr este ahorro de peso – que dejaba la báscula en solo 1.230 kg en vacío – se recurrieron a diferentes soluciones. Se suprimieron los asientos traseros y se instaló en su lugar una jaula antivuelco. Se reemplazaron los asientos delanteros por baquets Sabelt de fibra de carbono. Se instaló un capó de fibra de carbono. Se reemplazaron las ventanillas traseras y la luneta trasera por otras de policarbonato. Se eliminó el sistema de climatización y y el equipo de sonido y se redujo el aislamiento del coche.
Opcionalmente, incluso se podía montar un escape de titanio. Aunque de serie montaba neumáticos Michelin Pilot Sport 2, podía equipar semi-slick Toyo R888. Su equipo de frenado estaba firmado por Brembo y era de mayores dimensiones, con pinzas de cuatro pistones y discos ranurados. La puesta a punto de la suspensión era específica al R26.R, y notablemente mas radical que la de otros RS. El resultado de todo esto era un tiempo de 8 minutos y 17 segundos en el Infierno Verde, iniciando una guerra de tiempos que aun sigue viva hoy día.
Esa guerra llevaría a marcas como Volkswagen, SEAT u Honda – que retiene el título actualmente con 7:44 en el último Civic Type R – a pelearse de forma encarnizada por el tiempo de vuelta. Una guerra que ha beneficiado a muchos departamentos de márketing, y lógicamente, a muchos aficionados al motor. Una guerra que también ha iniciado una guerra de potencia en un segmento que pronto superó los 300 CV, y que desgraciadamente, está en claro peligro de extinción a causa de la electrificación y la inflación del sector.
Hablando de inflación: en 2008 costaba 32.520 euros. Teniendo en cuenta el IPC, hablamos de 46.167 euros actuales. En el mercado de segunda mano, los poquísimos R26.R que hay a la venta superan con holgura los 50.000 euros.
Fotos del Renault Mégane R26.R






