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El Tesla Roadster no llega, pero sirvió de financiación

Desde hace algunos años, con motivo de la popularización de los coches eléctricos y especialmente en Estados Unidos, es habitual que los clientes tengan que financiar los proyectos más prometedores de una marca de automóviles. Básicamente, el fabricante pide a los individuos más interesados en su futuro producto una señal económica a modo de reserva. A cambio, les garantiza ser los primeros en recibir su último vehículo, aunque todavía se trate de una idea, un boceto o una maqueta.

Con el Tesla Roadster de segunda generación pasó algo parecido, aunque el modelo que fuese presentado en 2017 como el deportivo con la mejor relación entre precio y prestaciones del planeta tuvo un prototipo funcional con el que incluso se realizaron pruebas con potenciales consumidores, lo cual desató mucha ilusión entre los «fans» más acaudalados de la firma americana. Sin embargo, seis años más tarde, los «compradores» que confiaron en el que iba a ser el siguiente lanzamiento de la compañía de Elon Musk siguen esperando su unidad o la devolución del dinero que adelantaron.

Un millar clientes pagaron por completo el Tesla Roadster II, pero hay más afectados. ¿Llegará algún día a sus garajes?

En total, fueron 1.000 las personas que, esperando recibirlo en 2020 o 2021, abonaron el precio íntegro del Tesla Roadster II en su versión de lanzamiento limitada, conocida como Founders Edition. La cantidad ascendía a 183.000 euros al cambio de divisa. No obstante, hubo otros muchos interesados (probablemente decenas de miles), que ingresaron en las arcas de dicha empresa unos 45.000 euros en concepto de reserva y prioridad de entrega. Ni unos ni otros cuentan siquiera con el primer ejemplar.

Cuando Musk sorprendió al mundo con un descapotable 2+2 de altísimo rendimiento hace más de un lustro, lo quiso alejar del frecuente aura de exclusividad que la mayoría de marcas de coches pretenden con esta clase de vehículos. El Roadster II iba a ser un «mísil» eléctrico con tecnología punta (incluso cohetes de aire a presión), par motor de tanque (10.000 Nm), autonomía diésel (1.000 km), aceleración de “dragster” (0-100 km/h en 1,4 segundos) y velocidad punta de LMP1 (400 km/h), pero con un coste de adquisición diez veces inferior al de cualquier automóvil similar (como el Rimac Nevera).

Por ahora, este superdeportivo no demuestra, al menos de forma oficial, avances en su desarrollo o fabricación con los que se pueda aliviar el descontento de aquellos ilusos, ingenuos o demasiado confiados en lo que, de algún modo, todavía era “humo”. Las últimas noticias hablaban de un nuevo retraso hasta finales de 2024, aunque no es poca la gente que ya no toma en serio esta clase de información. Esperemos que, en el peor de los casos, ocurra como con el Tesla Semi (camión) o el Cybertruck (“pick up”), pues tarde y mal, pero lograron iniciar su producción.

Pese a no ser un coche especialmente exclusivo, dado su precio, Elon Musk exageró sobre él y pudo financiarse con este proyecto en una época dura para Tesla.

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