¿El diésel como futuro sostenible? Es una idea que hoy suena casi absurda, pero hace veinte años era la gran promesa. Ahora, con Europa obsesionada por el coche eléctrico, miramos hacia atrás y encontramos el arma secreta que tenía Volkswagen guardada: un deportivo de ciencia ficción que demostraba que el diésel no tenía que ser aburrido, ni contaminante.
Hablamos del Volkswagen EcoRacer, un concept car que, al contrario que la mayoría de los prototipos conservadores de la marca, parecía recién sacado de un cómic futurista.






Un prototipo funcional que rompió la norma
El EcoRacer no fue una sencilla maqueta de arcilla. Volkswagen, que no solía sorprender en diseño, puso ante las cámaras un coche totalmente funcional, listo para circular y demostrar sus prestaciones y eficiencia.
Bajo esa carrocería de líneas tensas, radical y futurista, se escondía lo que hoy suena a contradicción: un motor turbodiésel. No era cualquier motor, sino un TDI de 1.5 litros y 136 CV colocado en posición central tras el habitáculo.
En aquella época, el diésel era la gran promesa de ahorro. Las ventas estaban dominadas por los TDI, y Volkswagen no dudó en experimentar con él incluso en un roadster pasional. Además, este coche escondía una clave tecnológica: tenía el primer TDI fabricado por Volkswagen con inyección por raíl común. Una innovación técnica muy importante.
Apenas 850 kilos para hacer un consumo de récord
La clave del éxito no era la potencia, sino la ligereza. Veinte años después, el planteamiento del EcoRacer sigue sonando apasionante. El peso que había previsto la marca era de solo 850 kilos.
¿Cómo se lograba esa cifra? A base de materiales ligeros como el CFRP (fibra de vidrio reforzada con fibra de carbono) y con un tamaño muy contenido: medía solo 3,7 metros de largo, siendo incluso más corto que un Volkswagen Polo de la época.
El resultado: prestaciones de deportivo y consumo de utilitario. Este peso pluma hacía que el 1.5 TDI de 136 CV fuera más que suficiente para mover el conjunto:
- Aceleración 0 a 100 km/h en 6,3 segundos.
- Velocidad máxima de 230 km/h.
- Y el dato más impresionante: un consumo homologado de solo 3,4 litros cada 100 kilómetros.
¿Por qué nunca se llegó a fabricar?
Un coche demasiado bueno para ser real. Fueron muchos los entusiastas que estuvieron dispuestos a pagar una buena suma por él. El EcoRacer proponía un concepto muy interesante, similar al Opel Speedster, pero con el sello de una marca generalista en auge.
Sin embargo, no llegó a producción por dos grandes razones:
- Canibalización interna: Podría haber restado clientes o protagonismo a otras marcas del grupo, como Porsche.
- Altos costes de producción: Los materiales ligeros y el diseño tan específico habrían disparado el precio por encima de lo que Volkswagen consideraba «accesible».
El EcoRacer es una cápsula del tiempo. Lo que ayer era la eficiencia del mañana (el diésel), hoy es casi una rareza. Este concept nos recuerda lo rápido que cambian las certezas en la industria y sigue siendo uno de esos coches que nos hacen imaginar: ¿qué habría pasado si Volkswagen hubiera lanzado este deportivo asequible y eficiente?





