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Los datos GPS de 33.000 taxis sirven para identificar el origen de los atascos y mejorar la fluidez del tráfico en Pekín

Uno de los principales quebraderos de cabeza para las autoridades chinas encargadas del tráfico son los atascos. Cualquier persona que viva en una gran ciudad y coja el coche habitualmente sabe que, a ciertas horas, verse involucrado en una de estas situaciones es inevitable. Como podréis imaginar, en el país más poblado del mundo, con unos 1.400 millones de habitantes, los problemas se multiplican.

Solo Pekín, capital de la República Popular, aglutina entre sus muros a más de 17 millones de personas. 17 millones de personas que necesitan desplazarse entre las distintas zonas de la ciudad, dando lugar a situaciones tan disparatadas como el atasco más largo de la historia: 11 días y 100 kilómetros de retención en el mes de agosto del pasado 2010.

Pero estos no son los únicos datos asombrosos. El pasado año se vendieron en China 18 millones de vehículos nuevos, y un estudio realizado por la publicación Automotive News previó que en 2020 la cifra podría ascender hasta los 40 millones. Para haceros cargo de la cifra, algo así como si todos los españoles compráramos un coche nuevo al año.

Para lidiar con este problema, Pekín incluso ha limitado las ventas a 240.000 unidades anuales, realizando un sorteo mensual de 20.000 permisos de compra entre aquellos que quieran adquirir una automóvil nuevo, pero parece que esto no es suficiente.

El mes pasado, en el marco de la XIII Conferencia Internacional de Computación Ubicua, que tuvo lugar precisamente en esa ciudad, el científico Yu Zheng, de Microsoft Research Asia presentó un trabajo de investigación que lleva dos años liderando y que tiene como objetivo reducir los problemas de tráfico que asolan a la capital.

Para llevar a cabo el estudio, los científicos dividieron la ciudad en distintas zonas y utilizaron datos procedentes de los GPS de los 33.000 taxis de Pekín recogidos entre 2009 y 2010 para encontrar aquellos lugares donde las conexiones resultaban deficientes.

El algoritmo utilizado por los investigadores indicaba cuándo la red de carreteras y líneas de metro entre dos zonas no podía soportar la densidad de gente que necesitaba desplazarse por ellas, de forma que las actividades de mejora de la infraestructura pudieran centrarse en los puntos más conflictivos.

Además, el sistema permitía analizar si era mejor opción ampliar una zona conflictiva o crear nuevos pasos alternativos para conectar diferentes zonas. Por ejemplo, si se descubría que los atascos se producían en puntos de una zona B atravesada simplemente para llegar desde A hasta C, resultaba mucho más eficiente crear una nueva ruta que conectase A con C directamente.

Los resultados arrojaron que cuando se mejoraban las conexiones siguiendo los resultados analizados por el estudio, la inversión resultaba mucho más eficiente.

Además, según Zheng, el sistema se puede adaptar fácilmente para realizar el mismo trabajo en cualquier lugar que tenga un gran número de taxis, de forma que otras ciudades como México D.F., Bangkok, Tokyo, Nueva York, Buenos Aires o Moscú también podrían beneficiarse de su estudio.

Seguro que a los que estuvieron 11 días atrapados en el atasco del pasado verano ya han descorchado alguna que otra botella de champán.

Fuente: Technology Review
Fotos: Boris van Hoytema | poeloq
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