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Skoda Scout 2.0 TDI DSG, a prueba (II)

Continuamos el repaso al Skoda Scout en esta segunda parte. En la primera parte de la prueba os hemos hablado del aspecto campero de este familiar “con aptitudes”, haciendo hincapié en una imagen más aventurera que el Skoda Octavia Combi 4×4 en el que se basa. A nivel de habitáculo, nos hemos llevado una agradable impresión de sus calidades, pero sin duda destacamos la enorme cantidad de espacio disponible, una ergonomía sin objeciones y la vocación práctica de las soluciones incorporadas.

El Skoda Scout mide 4,58 metros de longitud, 1,78 metros de ancho y 1,53 metros de altura. Está basado en la plataforma compacta del Grupo Volkswagen, a pesar de sus dimensiones. Su batalla es de 2.578 mm. Pesa 1.570 kg, un peso acorde a su tamaño y al hecho de que equipa un sistema de tracción integral no permanente, con un acoplamiento por embrague multidisco tipo Haldex. Normalmente, la mayor parte o la totalidad de la potencia se envía a las ruedas delanteras.

Ante pérdidas de adherencia el eje trasero puede recibir más potencia, en circunstancias extremas, el grueso de la potencia. Aún así, es un sistema de efectividad moderada, apto para pistas forestales y no mucho más. El motor de nuestra unidad de pruebas es el conocido 2.0 TDI common-rail del Grupo Volkswagen, del que ya os hemos hablado en otras ocasiones. Este turbodiésel desarrolla 140 CV a 4.000 rpm y un par máximo de 320 Nm a 1.750 rpm. Nuestra unidad tiene caja de cambios DSG.

Skoda Scout 2.0 TDI DSG, a prueba (II)

Esta caja de seis relaciones y doble embrague manda la potencia a las cuatro ruedas. Una de las ventajas de estas cajas de cambios es que mantienen la eficiencia de una caja manual, con cambios imperceptibles en los que no cesa el empuje del motor. El Skoda Scout 2.0 TDI DSG acelera de 0 a 100 km/h en 10,2 segundos y tiene una velocidad máxima de 197 km/h. Su consumo medio homologado es de 6,2 l/100 km. El ciclo extraurbano consume 5,5 l/100 km, el urbano 7,4 l/100 km, teóricamente.

Sus emisiones de CO2 son de 162 g/km, por lo que la versión DSG se pasa al tramo del 9,75% de Impuesto de Matriculación, por muy poco. La suspensión es independiente en ambos ejes, con un esquema McPherson delantero y un paraleligramo deformable trasero. El equipo de frenado monta discos ventilados de 280 mm de diámetro en el eje delantero y discos macizos de 260 mm en el eje trasero. La unidad de prensa va calzada con neumáticos Dunlop SP Sport de medidas 225/50 R17.

Skoda Scout en ciudad: más agradable de lo esperado

Arranco el motor y el sonido a diésel se deja escuchar con cierta claridad en el habitáculo, que vibra ligeramente. Con el motor caliente esta condición se mitiga en gran medida, pero el aislamiento es menor que en un Volkswagen Jetta, el otro coche que he probado con este mismo motor. Pronto nos acostumbramos, y apreciamos que el aislamiento con respecto al exterior sí es bueno. La suspensión tiene un tarado más confortable que otros coches, por lo que la comodidad está asegurada.

Skoda Scout 2.0 TDI DSG, a prueba (II)
Skoda Scout 2.0 TDI DSG, a prueba (II)

No nos molestarán las alcantarillas o el asfalto roto con el Skoda Scout. La mejor ventaja para la ciudad es la caja de cambios DSG. Ya podemos olvidarnos de dejarnos la pierna izquierda en el embrague, todo es mucho más sencillo. La caja tiende a llevar el motor bajo de vueltas en modo 100% automático, aunque sin comprometer la respuesta o la reserva de potencia. Para mi gusto demasiado bajo de vueltas, lo que termina causando algunas vibraciones algo molestas a los pasajeros.

Una recomendación: al parar en un semáforo, tenemos que poner la palanca de cambios en N. De lo contrario el embrague queda “rozando” y todo vibra más de la cuenta. Dejando a un lado estas consideraciones prácticas, es muy efectiva en el tráfico urbano: no da tirones, no es brusca y ayuda a que los consumos no se disparen: he medido un gasto de 9,1 l/100 km en un ciclo urbano típico. Normalmente nuestros consumos oscilarán entre los 8 y los 12 litros por cada 100 km, en función del tráfico y estilo de conducción.

En cuanto a visibilidad, es muy buena en todos los ángulos, gracias a una gran luneta trasera y unos pilares que no son demasiado gruesos. Es un detalle que realmente se agradece a la hora de aparcar: aunque sea un coche grande es sencillo de encajar en cualquier hueco, ayudados por los sensores traseros. La maniobrabilidad del coche es buena, aunque debemos tener en cuenta su tamaño si nos vamos a poner a callejear por centros históricos o zonas con muy poco espacio.

Skoda Scout 2.0 TDI DSG, a prueba (II)

Un explorador para largos viajes

Scout significa explorador en inglés, y es precisamente lo que es este Skoda. He acometido viajes de más de 500 km a bordo de este familiar, y realmente es el terreno donde más cómodo se encuentra. El motor es muy poco audible y la insonorización del ruido de rodadura es muy buena, muy cerca o al mismo nivel de un Volkswagen. A 120 km/h en sexta marcha el motor gira a 2.400 rpm aproximadamente. Un desarrollo un poco más largo no le venía mal, el motor podría moverlo sin problema.

Su estabilidad lineal es sobrebia, y el trabajo del esquema de suspensión en mantener entre volandas a los ocupantes es sobresaliente. Con 140 CV y cerca de su par máximo, los repechos, las recuperaciones o los adelantamientos no suponen problema de ningún tipo. Los consumos se mantienen a raya. Entre Getafe y Gijón, a 120 km/h de marcador y haciendo los puertos de Pajares y Guadarrama hemos medido un consumo según el ordenador de a bordo de 5,6 l/100 km.

Es una buena cifra de consumo, aunque no sobresaliente. Pero no le quitamos mérito, teniendo en cuenta su peso y sus neumáticos, que no son estrechos ni de baja resistencia a la rodadura. Un periplo extraurbano en vías limitadas a 100 km/h puede dejarnos consumos que incluso bajen de los 5 l/100 km, aunque muy puntualmente. Si combinamos estos desplazamientos con algo de ciudad obtendremos cifras de gasto de en torno a los 6-6,5 l/100 km, según nuestra propia experiencia.

Skoda Scout 2.0 TDI DSG, a prueba (II)
Skoda Scout 2.0 TDI DSG, a prueba (II)

Más ágil de lo pensado, más capaz de lo pensado fuera del asfalto

Personalmente, tenía mis dudas sobre el Skoda Scout en cuanto a exigencias dinámicas. Su suspensión tiene un tarado más orientado al confort, pero sin embargo, sujeta de maravilla a la carrocería en una conducción deportiva. Sin duda, me ha sorprendido lo extremadamente neutro de sus reacciones. Los sobrevirajes son casi inexistentes a no ser que los provoquemos con agresividad y el subviraje se ataja mediante un golpe de gas, que hace entrar en funcionamiento el tren trasero, corrigiendo trayectoria.

La dirección aporta una retroalimentación excelente, y eso que es eléctrica. En modo Sport, la caja de cambios estira las marchas hasta las 4.500 rpm aproximadamente, aunque cambiará de marcha incluso si vamos en modo manual. Los cambios de marcha son instantáneos también en el modo secuencial, es desde luego una de las mejores ventajas de las cajas de cambio DSG. El 2.0 TDI empuja siempre con fuerza, pero tampoco debemos esperar emociones fuertes.

Tiene potencia suficiente para un uso normal, pero no podrá darnos fuerte aceleración subiendo un puerto de montaña a 100 km/h, eso lo tenemos que dejar a vehículos como el Seat León Cupra R. El equipo de frenado no acusó el fading, pero el pedal empezaba a estar más “esponjoso” tras un uso exigente. Aún sin ser un coche especialmente excitante, conducirlo rápido es reconfortante y nos sentimos siempre en total control de sus reacciones, siempre seguras y progresivas.

Skoda Scout 2.0 TDI DSG, a prueba (II)
Skoda Scout 2.0 TDI DSG, a prueba (II)

En cuanto al comportamiento fuera del asfalto, sus 40 mm adicionales de espacio libre al suelo sobre un Octavia le ayudan a superar fácilmente los obstáculo que podemos encontrar en pistas, incluso en mal estado. La suspensión filtra bien los baches, pero tampoco está diseñada para correr por pistas rotas a 80 km/h: su recorrido es moderado, poco más que un turismo. Un SUV como el Toyota RAV4 tiene bastantes más habilidades off-road que el Scout, para que se me entienda.

Los obstáculo muy grandes pueden hacer que toquemos con los bajos en el firme, por lo que deberíamos evitarlos en la medida de posible. El sistema 4×4 es efectivo siempre que la adherencia no sea muy baja – el factor limitante son los neumáticos – y es capaz de subir por pendientes grandes. No es un todoterreno, pero se defiende fuera del asfalto. En general, he quedado muy satisfecho con sus aptitudes dinámicas. Ahora hay que ver qué tal se comporta frente a sus rivales en precio y equipamiento.

En Diariomotor: Skoda Scout 2.0 TDI DSG, a prueba (I) | Skoda Octavia Scout 2009

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El Skoda Octavia Scout está disponible únicamente con carrocería familiar de 5 plazas y 5 puertas

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