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Fórmula 1. Ferrari o el viaje a ninguna parte

Para una escudería como Ferrari, que llevaba tiempo clamando por un cambio de normativa que diera más importancia a la mecánica y los motores, el nuevo marco regulador propuesto para este año y siguientes le ha supuesto un auténtico mazazo en sus aspiraciones de dominar el Mundial.

Tras hacer una pretemporada con las miras puestas en la fiabilidad y conseguir una buena acumulación de kilometraje, el estreno en el circuito de Melbourne (Gran Premio de Australia) no pudo ser más catastrófico para la italiana, ya que por un problema en el software que implementa la FIA en los vehículos para evitar por seguridad que estos alcancen la máxima velocidad hasta que no esté activado el protocolo del DRS, los dos F14-T de Kimi Raikkonen y Fernando Alonso rodaron muy por debajo de sus posibilidades durante casi la mitad de la prueba, obligando además a los pilotos a hacer juegos malabares en sus respectivos volantes para intentar paliar la desagradable coyuntura.

Sin duda el problema sufrido en la carrera que abría el campeonato era ajeno a la estructura de Maranello, pero no así la falta soltura mostrada por los monoplazas rossos sobre el asfalto autraliano y la incapacidad de respuesta del muro de La Scuderia, circunstancias que se hicieron palpables a lo largo de toda la prueba.

Ferrari partía con una evidente desventaja frente a Mercedes AMG y lo que era peor, creyendo poder superar a Red Bull, lo cierto es que la austriaca mostró una mejor desenvoltura en pista que los coches de Il Cavallino.

Inmediatamente saltaron las alarmas y se comenzó a señalar la aerodinámica del F14-T como directa responsable del descalabro. En Malasia, Fernando Alonso fue capaz de acercarse al podio (terminó cuarto), pero Kimi Raikkonen, incómodo durante toda la prueba, quedó relativamente lejos de los puntos al acabar duodécimo.

En Bahrein, Ferrari tocaba fondo. Diversos problemas en el MGU-H impidieron que Fernando Alonso calificara como acostumbra los sábados mientras que Kimi Raikkonen seguía sintiéndose muy incómodo sobre el F14-T. El domingo la suerte estaba echada, los monoplazas italianos iban a sufrir y así fue, con el agravante de que tras la retirada del Safety Car , quedaron literalmente a merced de los vehículos propulsados por Mercedes-Benz y lejos en prestaciones puras de los Red Bull. El español concluía nono y su compañero finlandés, décimo.

La posterior renuncia de Stefano Domenicali y su sustitución por Marco Mattiacci supuso el punto de inflexión en un equipo que había perdido el rumbo. De esta manera, en el Gran Premio de China, Ferrari ofreció mejores sensaciones a los tifossi y sus propios pilotos. El F14-T había implementado algunas soluciones y había resuelto en parte sus problemas con la parte electrónica de su unidad de potencia, lo que originó que Fernando Alonso firmara el primer podio de la temporada y que Kimi Raikkonen terminara en una más que discreta octava posición.

Llegados a España las preguntas superan en número a las respuestas. En este sentido, el Gran Premio que se ha comenzado a desarrollar ya supone una reválida que Ferrari no puede ni debe desaprovechar. El cuarto puesto que ocupa en la tabla de constructores no hace honor ni al nombre de Ferrari ni a las expectativas levantadas ante una temporada que estrena un reglamento que teóricamente le viene como anillo al dedo a la italiana. Pero los números imponen su frialdad y Sahara Force India aventaja a La Scuderia en número de puntos y McLaren y Williams viene apretando desde las posiciones inmediatamente posteriores, además, Red Bull permanece a buena distancia por delante (podría ser mayor si Daniel Ricciardo no hubiese sido descalificado en Australia) y Mercedes AMG parece inalcanzable de momento.

 

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