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Fórmula 1. Adrian Newey en el foco de la «silly season»

Puede suponer un enorme contrasentido que un ingeniero como Adrian Newey, quien en 2014 no parece haber sabido ofrecer un coche ganador al tetracampeón del mundo, Sebastian Vettel, esté ocupando en la actualidad más espacio mediático que el piloto que ha dado a Red Bull sus cuatro títulos consecutivos, pero en Fórmula 1 demasiadas veces la realidad supera a la ficción.

Y el caso es que el británico, al que  dedicamos el año pasado en Diariomotor una breve semblanza y un pequeño homenaje [Adrian Newey, el genio de la Fórmula 1 que camina en zapatillas], es a día de hoy un valor en alza que se disputan en los diarios, semanarios y magazines, desde la escudería en que milita, que reitera una y otra vez que no abandona el equipo, hasta escuadras como Ferrari o Mercedes AMG, quienes negando todo tipo de relación con el alma mater de Milton Keynes no hacen otra cosa que dar credibilidad a los bulos que rodean su persona.

Sea como fuere, Adrian Newey es noticia y no tanto por su aparente fracaso en el RB10 con el que compiten Daniel Ricciardo y Sebastian Vettel en este campeonato de 2014, sino porque el mismo ha alimentado la posibilidad de que su actual destino no esté en disposición de darle todo lo que merece su genio.

Sin duda los pobres resultados cosechados por la unidad de potencia Renault en este comienzo de sesión, forman también parte de la ecuación. Adrian Newey, sumamente exigente con el compromiso existente entre motor y aerodinámica en Fórmula 1, ha encontrado innumerables problemas a la hora de resolver su diseño para este año en base a una plataforma propulsora que seguramente por excesiva prisa, no ha llegado como debería llegar a una temporada crucial en el desarrollo de los nuevos vehículos que se acoplaban por primera vez a la normativa técnica recién estrenada.

Red Bull no es el único exponente de lo antes mencionado. Salvando el estrepitoso fracaso del C33 de Sauber, Caterham navega sin rumbo en los últimos puestos de la tabla del Mundial de Constructores, siendo superada casi constantemente pero con contundencia, por Marussia (la rusa utiliza UP Ferrari); y Lotus acumula una cantidad de incidentes técnicos que resultan a todas luces inasumibles para un equipo que la temporada anterior quedó cuarto en el de marcas, a tan solo unos miserables puntos de Ferrari.

Se salvan Toro Rosso y Daniel Ricciardo. La primera tal vez porque su nivel de exigencia es acorde con la rentabilidad del propulsor francés y el segundo, porque viniendo precisamente de la de Faenza, está acostumbrado a extraer de vehículos menores unas prestaciones muy por encima de sus posibiliades reales. En todo caso y con la sombra de Renault como telón de fondo, la interrogante que alimenta los bulos existentes en la actualidad sobre la figura de Adrian Newey, es si el mago británico sería capaz de recuperar su brillo ahora empañado con plataformas motoras mucho más eficientes y menos frágiles, como las que han propuesto este año Ferrari o Mercedes-Benz, por ejemplo, razón por la cual, Adrian Newey protagoniza la enésima silly season de esta sesión quizás a su pesar, pero inevitablemente con razones de calado porque su contribución en otras escuderías, se presupone sin lugar a dudas que arrojaría un saldo que volvería a situarlo entre los ingenieros más grandes de todos los tiempos.

 

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