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La tristeza materializada es este BMW M1 del año 1981, con sólo 682 kilómetros

Los superdeportivos son máquinas de alta tecnología, diseñadas para soportar altísimas fuerzas y realizar un paso por curva asombroso. Algunos, sin embargo, prefieren tratarlos como instrumentos de inversión. Un instrumento de inversión cuyo valor está ligado bien a su rareza, a su significancia histórica – pedigrí en competición o dueños memorables – o a su kilometraje. Este último caso es el más triste, y es el que nos atañe hoy: se ha puesto a subasta un BMW M1 del año 1981 con sólo 682 kilómetros. Siquiera ha acabado el rodaje.

El valor de este BMW M1 está únicamente ligado a los kilómetros de su odómetro.

Su motor M88 de 3,5 litros y 286 CV ha recorrido poco más de la distancia que separa Barcelona de Madrid, y aún no ha terminado su proceso de rodaje. Es un coche con 34 años a sus espaldas, en los que ha recorrido una media de 20 kilómetros al año. Será subastado por Sotheby’s en Nueva York, en la famosa «Driven by Disruption», en unas semanas. Se estima que su precio de venta sea de aproximadamente 800.000 dólares, habida cuenta de su estado estrictamente original, su documentación completa y qué demonios, que está nuevo.

En su motor o en su interior no se acusa el paso del tiempo, es una perfecta cápsula del tiempo. Una máquina que no ha vivido una sola curva en Nürburgring o un sólo roadtrip por los Alpes suizos. Es un coche que ha pasado más tiempo en contenedores, en almacenes y en garajes estrictamente climatizados. Es uno de los superdeportivos más icónicos de las últimas décadas y ha pasado la mayor parte del tiempo enjaulado. Triste y solo, rodeado de reinas de garaje y de gente que sólo lo valora como un instrumento de inversión.

Cada persona es libre de hacer con sus coches lo que desee, pero me parece un verdadero pecado no disfrutar como es debido de la maravilla que es un BMW M1. Fijaos en su impresionante diseño, en un interior de aspecto neoclásico, de una palanca de cambios que suspira por ser movida y sentida. Un puntiagudo motor con un precioso sonido que posiblemente no habrá visto una línea roja en su vida. Tenedlo claro, su futuro dueño apenas lo moverá, por el mismo motivo: su valor reside en los pocos kilómetros de su odómetro.

Al menos, el tiempo preservará esta joya, y cuando alguien desee disfrutarlo, estará en perfecta forma para hacerlo.

Fuente: Petrolicious
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