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Lemmy Kilmister y los coches: una historia de amor y odio

Esta noche nos ha dejado el gran Lemmy Kilmister. Frontman de Motörhead, y aún con 70 años, una de las personas que mejor representaba el espíritu tradicional del rock and roll. Su muerte por un repentino cáncer ha dejado estremecido al mundo de la música, pero sus compañeros de banda y allegados insisten en que recordemos a Lemmy por lo que fue y cómo vivió. Y vaya si vivió. Curiosamente, en su vida apenas hubo coches. Mr. Rock and Roll tenía una aversión notable por los coches, y el motivo es bastante sorprendente.

Sexo, drogas y rock and roll. En la vida de Lemmy Kilmister no hubo hueco para los coches, sorprendentemente.

Lemmy Kilmister no tocó un coche desde el año 1966. En aquella época ni siquiera había fundado Motörhead, pero ya había hecho sus primeros pinitos en el mundo del rock and roll. The Rockin’ Vickers era el nombre de su banda, que gozó de un éxito moderado en la conservadora Inglaterra de los años 60. Lemmy tenía carnet de conducir y había sido el propietario de varios coches. En una entrevista en 2012, reconocía que los coches no eran lo suyo. «Mucho de lo que preocuparse y muchas cosas susceptibles de romperse«, en sus propias palabras.

Pero fueron unos acontecimientos acaecidos en 1966 los que pondrían punto y final a su carrera automovilística. Con el dinero que ganó en The Rockin’ Vickers, adquirió un flamante Chevrolet Coupé de 1952. Un fantástico coupé americano con dirección asistida, radio, frenos hidráulicos y un derroche de diseño. En su entrevista a Red Bull Motorsport, Lemmy bromeaba con el estado de la industria automovilística británica de la época. «En 1952 nosotros fabricábamos los Ford Popular, mientras los americanos fabricaban estos coches«.

En su flamante Chevrolet solía llevar a su banda y a sus fans. Hasta ahí se puede leer.

Por dicho Chevrolet Coupé pagó en 1966 la friolera de 36 libras esterlinas, entonces una buena suma de dinero. Su lustroso Chevrolet tenía un cambio automático, y Lemmy sólo estaba acostumbrado a los cambios manuales. Al poco de tenerlo, engranó marcha atrás en vez de marcha adelante y lo estrelló contra un muro. Puede que el alcohol o las drogas tuviesen algo que ver. Sea como fuere, condujo el coche renqueante hasta una gasolinera, entregó sus llaves a «un tío» y no volvió a conducir un coche en su vida.

Quizá Lemmy se dio cuenta de que su estilo de vida no se llevaba bien con el manejo de un vehículo, y desde entonces siempre recurrió a los taxis y a los chóferes. Desde hace unos años vivía en Los Angeles por razones fiscales, un país donde un coche es directamente imprescindible para moverse. «A los americanos se les da bien lo de llevar a la gente en coche«, bromeaba Lemmy. «Los coches son geniales para moverse, pero no son para mí«. Lemmy Kilmister, rockero concienciado con la seguridad de los demás conductores.

Fuente: Red Bull Motorsport
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