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Control Stop. La maldición, los dos idiotas y la ranchera sinfín de Sébastien Ogier

Posiblemente tuvimos una de las ediciones del Rally de México más locas de la ya larga historia de la prueba norteamericana como cita del Mundial de Rallyes. Algo que sin duda no es fácil de decir cuando en ella hemos visto imágenes que han pasado a la historia como aquel problema de Sébastien Loeb y Daniel Elena con la policía, la debacle mecánica vivida por los World Rally Cars en 2017 o el incidente muy recordado este fin de semana de Sébastien Ogier en el año 2013 con aquel cierre de valla. Sin lugar a duda, podemos decir que la prueba de este año ha tenido todo el dramatismo que suele acompañar a la que se ha ganado el derecho a ser considerada la fecha más dura del calendario desde la marcha del Safari.

Desde la propia organización ya apuntan a que tendrán que trabajar en resolver los problemas que se han encontrado este año, comenzando con el salto artificial empleado en la primera superespecial, el cual no contaba con las garantías de seguridad para un evento así, y por último con la situación de Andreas Mikkelsen y la valla cerrada en la jornada del sábado. No es la primera vez que sucede algo así en la prueba y, tal y como reconocen desde la organización, sabían cuál era el lugar cuando vieron las imágenes, por lo que hubiera sido importante que en la planificación del evento se hubiera decidido situar a un responsable de seguridad en ese punto para evitar que esos dos espectadores foráneos hicieran de las suyas con una broma que realmente no tuvo ninguna gracia.

Centrándonos en lo deportivo, obviamente se puede hablar de héroes y vencidos en un fin de semana en el que Sébastien Ogier volvió a sacar toda la garra con un viernes excepcional en el que el francés comenzaría a construir la victoria, la segunda con Citroën. Solo el pinchazo lo haría tambalearse, en este caso con la fortuna de su lado de que dirección de carrera viera peligro en continuar el tramo con el C3 WRC de Esapekka Lappi cruzado.

Hasta entonces, Mikkelsen, Sordo, e incluso Meeke, parecieron inquietarle mínimamente al galo. Sería el pinchazo del norirlandés el que terminaría por ser el punto de inflexión en la prueba, hasta tal punto que, a partir de ahí, Ogier realizó toda una demostración de cómo se debe gestionar una prueba, ayudado también en la necesidad de que Evans tuvo que centrarse en contener a Tänak y que para aquel entonces ya habíamos tenido hasta cinco abandonos entre los World Rally Cars.

Andreas Mikkelsen y Dani Sordo fueron durante algunos tramos la cara de Hyundai Motorsport que terminaría estando finalmente en el cuarto puesto de Thierry Neuville, posiblemente lo único positivo que pudo sacar la estructura de Andrea Adamo de una prueba que se ha convertido en su auténtica bestia negra en el Mundial, con dos terceros puestos y un segundo como mejores resultados. Los ‘duendes’ de la fiabilidad que tocaron el alternador en el Hyundai i20 WRC Coupé del cántabro y la roca que se encontró el noruego en mitad de El Chocolate y que le destrozaron la suspensión, fueron los detonantes de un gran cabreo por parte del nuevo responsable de los de Alzenau.

En cuanto al futuro reparto de pruebas, parece claro que Sébastien Loeb querrá que las cuatro citas que restan en su programa pasen por algunos de sus eventos favoritos. Si será Dani Sordo el que acompañe a Neuville y al alsaciano en pruebas como Alemania o España, no sería de extrañar, en este caso porque sigue siendo el equipo de ‘especialistas en asfalto’, algo que el propio Mikkelsen reconoció ser una posibilidad después de la decisión tomada por el equipo de cara a Córcega.

En Toyota GAZOO Racing, fue Ott Tänak el otro gran vencedor de la prueba. Su remontada viniendo desde atrás por haber tenido que defender galones abriendo pista durante la primera etapa, recordaba de nuevo a lo sucedido en Monte-Carlo. El estonio ha sido el único capaz de subirse al podio en las tres pruebas disputadas hasta el momento y su inicio de temporada 2019, sumado a su exhibición de rapidez en la segunda mitad de 2018 nos hace pensar en que podemos estar ante el verdadero matagigantes que el WRC lleva buscando desde hace 15 años. Se frenaba así la racha del fabricante nipón, incapaz de terminar entre los cinco primeros en las dos ediciones anteriores.

M-Sport consiguió su primer podio de la era pos-Ogier, situación que necesitaba el equipo británico después de dos citas tan duras como Monte-Carlo y Suecia. Pieniazek se aseguró la victoria en un WRC2 Pro en el que competía solo, mientras que el espectáculo estuvo en WRC2, donde Benito Guerra y Marquito Bulacia nos dejaron un buen enfrentamiento que esperemos que tenga continuidad en las próximas fechas. Al menos el equipo español, Race Seven, ya puede presumir de tener su primer triunfo intercontinental, mientras que el boliviano exhibió un gran ritmo en su regreso a la categoría.

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