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Control Stop. Nunca estuvo tan cerca el cielo de los infiernos


Si hay algo que nos está demostrando el Mundial de Rallyes durante sus dos últimas temporadas es que es imprevisible hasta que se llega a meta. El WRC ha alcanzado incluso cotas mayores de dramatismo después de que ese dominio ejercido por Sébastien Ogier y Volkswagen Motorsport se haya esfumado. En Córcega nos tocó vivir otro capítulo de lo amargo que puede ser esta disciplina cuando un pinchazo arrancó de las manos de Elfyn Evans el que estaba llamado a ser su segunda victoria en las series intercontinentales, una especia de justicia poética a lo ocurrido en Argentina 2017.

Se lo mereció el galés. Primero no perdió la cara de la carrera cuando Ott Tänak se puso en su particular modo martillo y después el domingo fue capaz de contestarle a un Neuville al que le empezaron a aparecer viejos fantasmas después de haber tenido que claudicar durante la jornada del domingo también en Monte-Carlo y Suecia frente a los dos pilotos de Citroën. La victoria estaba en manos de Elfyn hasta que se dio cuenta de que su neumático delantero derecho se estaba deshaciendo en girones de goma. Richard Millener que ya llevaba una hora saboreando su primera victoria como jefe no se lo podía creer. Era una oportunidad única, no solo de dar lustre al inicio de temporada, sino también para recordar a patrocinadores y demás apoyos que seguían allí a pesar de que Ogier ya vestía otros colores.

Ayer Neuville se vistió de Lewis Hamilton. Ambos sabían que no se merecían esa victoria, pero eso tampoco quitaba que dentro de sus entrañas la estuvieran disfrutando como nunca antes. Al fin y al cabo, para Hyundai Motorsport fue pasar del infierno al cielo en 10 minutos. Líderes de ambos campeonatos cuando hasta el último tramo parecía que iban a tener que soportar un mes de frustración sabiendo que eran el único fabricante que no había conseguido todavía la victoria. Los gestos de Andrea Adamo en el podio eran de gran alivio porque esto no significa que no deben seguir trabajando. Ni mucho menos. Pero al menos cuentan con tranquilidad para hacerlo.

Si M-Sport Ford WRT estrenaba aquí las mejoras aerodinámicas para ambas unidades, al Hyundai i20 WRC Coupé se le están empezando a ver las costuras. A la prometida evolución de mitad de año habrá que sumarle la necesidad de que el coche sea más efectivo en asfalto. Incluso Sébastien Loeb estaba confuso por las reacciones del coche en una superficie en la que no es sospechoso de ser un refutado especialista.

Habrá que esperar a julio para gastar dos nuevos jokers en la homologación de nuevas piezas. Citroën también quiere traer modificaciones en la suspensión después incluso de estrenar suministrador de amortiguadores en México, pasando de Öhlins a los Reiger que ya empleó Ogier con M-Sport. También se les ha visto recientemente trabajando con novedades aerodinámicas, como cambios en alerón posterior, nuevas pletinas en los pasos de rueda como las del Yaris WRC y un segundo canard.

Lo que es innegable es que este fin de semana la velocidad la tenían tanto los Ford Fiesta WRC como los Toyota Yaris WRC, siendo la primera ocasión en más de una temporada que Sébastien Ogier no consigue sumar un scratch. La victoria de Neuville y los lideratos en ambos campeonatos, así como el segundo puesto del de Gap, no debe esconder que los pilotos de ambas formaciones sufrieron mucho durante todo el fin de semana, especialmente con el subviraje tal y como se veía con el hexacampeón cuando tocaba el freno ya en curva para colocar el C3 WRC y poder meterlo.

La nota negativa del rally fue en este caso Toyota. Además del pinchazo de Ott Tänak cuando todo parecía listo para ver la segunda victoria del estonio en este 2019, el equipo de Tommi Mäkinen dejó pasar una oportunidad perfecta de abrir brecha en el campeonato. Los problemas de Meeke se debieron presumiblemente a un error de notas en el primer toque y a un fallo de pilotaje en el segundo, mientras que para Latvala la situación se ha tornado ciertamente más preocupante.

No fueron los dos pinchazos del finlandés lo que motivó propiamente este sentimiento negativo, aunque obviamente esto sí alarga la espiral de malos resultados. Fue esa búsqueda de explicación a sus malos tiempos durante la mañana del sábado. Jari-Matti siempre se ha caracterizado por ser un piloto visceral. Su trabajo con su entrenador mental y su búsqueda de las razones que le llevan a no ser competitivo nos está mostrando en ocasiones a un Latvala atormentado. Quizás sea el momento de recuperar su versión más pura…

La sensación en el resto de las categorías es que ganó precisamente el que no fallo o al menos el que menos lo hizo. Lukasz Pienazek se encontró con su segundo triunfo del año gracias a que Kalle Rovanperä tuvo que abandonar al doblar la jaula de seguridad (el golpe se produjo a la altura de la puerta posterior). El ritmo del polaco estuvo lejos de ser competitivo, sin embargo, logró lo que todavía no ha sido capaz el finlandés este año: encadenar resultados positivos cueste lo que cueste. En este caso para Kalle fue un rally amargo no solo por la salida de carretera. El finlandés estuvo lejos de los tiempos de referencia entre los R5 en prácticamente todos los tramos que disputó y su efímero liderato en la segunda categoría del Mundial no le debe tapar la necesidad de seguir aprendiendo y mejorando. Tal vez competir una categoría tan desierta como WRC2 Pro no le beneficie en nada.

En WRC2 la tónica fue similar. Si Eric Camilli fue el gran dominador del fin de semana hasta el fuego devoró su Volkswagen Polo GTI R5, los problemas de Yoann Bonato y el pinchazo de Ole-Christian Veiby dejaron el rally en manos de Fabio Andolfi o Nikolay Gryazin, ganándole la partida el italiano al ruso en la especial final en un duelo apasionante en el que al piloto vencedor del ERC Junior U28 le faltó cierto conocimiento en la prueba corsa.

Precisamente de eso le sobró a Julius Tannert para imponerse en el JWRC. El germano mantuvo un ritmo bestial en la segunda mitad de rally, y si bien Jan Solans destacó por lograr también muchos scratchs, el piloto alemán, tripitidor de la copa monomarca y en el límite de edad, consiguió alzarse con una gran victoria. El pequeño de los Solans tuvo más fortuna que su hermano, Nil que abandonó por accidente. Aunque el pinchazo le dejó sin opciones de pelear por la victoria y después se quedó prácticamente en tierra de nadie con la tranquilidad de haber mostrado su velocidad y de estar segundo del Mundial.

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