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No fue el más rápido, pero sí el más regular: así sacó el martillo pilón Fernando Alonso en Le Mans

Hay muchas formas de ganar una carrera. Y antes de las disputa de las 24 Horas de Le Mans muchos aficionados no eran precisamente optimistas ante el espectáculo que podía ofrecer la categoría LMP1, con sólo dos Toyota oficiales frente a un grupo de privados mal preparados y limitados por reglamento. Pero la casa japonesa al menos dejó luchar entre ellos a los suyos, dejándonos una pelea más que entretenida para los que seguimos las onboards en directo y permitiendo que Fernando Alonso dejara su impronta en un escenario de leyenda.

El asturiano dejó dudas en Spa-Francorchamps. Ganó la carrera junto a Sébastien Buemi y Kazuki Nakajima, pero ni su tiempo en clasificación ni su ritmo en carrera, donde Mike Conway le apretó hasta que el equipo dijo basta, invitaban a ser optimistas de cara a Le Mans. Paparruchas. Un relevo nocturno de antología devolvió a su Toyota #8 a la lucha por la victoria, pasando de estar a más de dos minutos cuando le entregó el volante Sébastien Buemi a apenas 40 segundos cuando se montó Kazuki Nakajima.

Obviamente tal recorte levantó suspicacias. No era normal que a igualdad de montura Alonso recortara más de un minuto y medio a Mike Conway y José María López. Sin embargo las onboards (que espero y deseo que suba próximamente Toyota GAZOO Racing) y los tiempos no engañan: el español rodó a un ritmo estratosférico. El primer aspecto a resaltar es que sólo entrando y saliendo de boxes ya recuperó más de cuarenta segundos. Alonso explicó a los medios que tenía dificultades con el sobrecalentamiento de neumáticos y que de noche no se notó tanto. Y al mismo tiempo, se le daba bien meter gomas frías en temperatura.

Si lo pensamos bien, no deja de ser una característica propia de un piloto de Fórmula 1. No son tantas las categorías al sprint en las que se realizan paradas en boxes con cambio de neumáticos (F1, IndyCar, Super Fórmula o DTM) y además en F1 son particularmente importantes al no abundar los adelantamientos. Y frente a él se encontró a Pechito, un as de los turismos que sin embargo es de todo el equipo Toyota el que menos habituado está a ese otro tipo de carreras. El resultado salta a la vista: una docena de segundos volaron en cada parada.

La otra clave está en la consistencia en los tiempos de Fernando Alonso. La misma razón por la que destaca en Fórmula 1. No es el piloto más rápido a una vuelta, nunca lo ha sido. Tan sólo fue el cuarto más rápido de Toyota. Ni siquiera bajó al 3:17 como sí lograron Buemi y Pechito. Pero fue cuatro décimas más rápido que cualquier otro piloto en la media de sus 40 mejores vueltas, seis décimas más rápido que cualquiera en la media de sus 60 mejores vueltas y el único de todo el equipo Toyota cuya media permanece por debajo de 1:21 en sus 80 mejores vueltas (3:20.86). De hecho el segundo, a nueve décimas, fue José María López. Lo que refuerza la teoría de que el argentino no fue particularmente lento.

En realidad fue una conjunción astral. De noche Fernando Alonso no sufría tanto con las gomas y el Toyota TS050 HYBRID #8 parecía ir un poco mejor que el #7. Además éste no podía arriesgar. No por una orden de equipo concreta, destinada a que le diera caza el #8, sino porque siendo líder de las 24 Horas de Le Mans, con dos minutos de ventaja y siendo tu compañero de equipo el único rival, no puedes arriesgar. ¿Qué piloto desearía pasar a la historia como aquel que se accidentó cuando lo tenía todo de cara y alimentó así la leyenda negra de Toyota en Le Mans?

Y aún así Pechito apretó, como demostraron un par de salidas de pista o ya por la mañana su susto en Tertre Rouge y un trompo. Pero se topó con un Fernando Alonso ultramotivado ante la gran oportunidad en años, que encadenaba las vueltas en 3:20 y 3:21 se encontrara con el tráfico que se encontrara. Fue algo histórico, que posiblemente muchos no valorarán por una idea preconcebida de que esto estaba chupado. Lástima.

Foto | Toyota GAZOO Racing

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