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La historia del Audi 200 Quattro Trans Am

Imagina que se burlan de ti, por el motor que tiene tu coche. Eso le ocurrió a Audi en 1988 cuando aterrizó en la Trans Am Series (el campeonato de automovilismo de velocidad disputado con coches gran turismo en Estados Unidos desde el año 1966).

En los 80, Audi se puso las pilas con el motorsport

La marca de los aros llevaba consigo una palabra a todas las aventuras de dentro y fuera de Europa: Quattro.

La cruzada por Estados Unidos fue vital para abrirse paso en el difícil mercado de al otro lado del charco y no hay mejor manera de demostrar lo que vales como marca, que apuntarse a correr en una competición llena de historia como la Trans Am Series. Una competición donde no eres nada y a la que podrías hacer retumbar sus cimientos.

Audi llevaba consigo una palabra para todas sus aventuras: Quattro

Apenas dos meses para armarse

La inscripción al campeonato se hizo en el último momento, por lo que había que ponerse las pilas y crear un coche competitivo ante los colosales motores V8 envueltos en chasis tubular que imperaban la categoría.

Con el Audi 200 como base, el equipo comenzó a trabajar incorporando, claro está, la tracción Quattro. Equilibraron el reparto de pesos retrocediendo el asiento del piloto 40cm y reposicionando diferentes elementos auxiliares, añadieron una jaula de acero y refuerzos que modificaban la geometría de la suspensión y afinaron todo lo posible la aerodinámica en el túnel de viento.

El reglamento estadounidense, aunque menos asfixiante que el de la FIA, exigía una potencia mínima de 500cv. Los de Audi utilizaron un motor 5 cilindros de 2.1 litros como base. Entre una gran cantidad de modificaciones destinadas a optimizar la relación rendimiento-fiabilidad, un enorme turbo que soplaba a 3 bares de presión ponía el broche a los 510cv que desarrollaba esta unidad motriz.

El reglamento exigía una potencia mínima de 500cv y el Audi logró desarrollar 510cv

El músculo americano adelantaba en las rectas, los Audi lo hacían en las curvas

Los V8 eran la mayor amenaza en esta competición. Eran más potentes, pero también más pesados. La tracción integral del Audi le permitía cuidar mejor los neumáticos y mantenerse sobre el asfalto cuando la lluvia hacía acto de presencia.

Muchas mofas llegaron a los oídos de los pilotos Walter Röhrl, Hans-Joachim Stuck y Hurley Haywood, pero tras ganar 6 de las primeras 8 carreras, las burlas se convirtieron en quejas. Estas fueron escuchadas por la federación, que penalizó a los Audi con 100kg de peso extra y restringiendo la entrada de aire del turbo.
A pesar de las limitaciones impuestas, Audi ganó 8 de 13 carreras y se hizo con el campeonato de pilotos (Hurley Haywood) y el de fabricantes.

Finalmente la organización optó por banear la tracción integral para el año siguiente, e impuso que sólo pudieran participar coches con motorización de origen americano. Sin embargo, Audi no se marcharía tan rápido del nuevo continente, pero esa ya es otra historia.

Tras ganar 6 de las primeras 8 carreras, las burlas se convirtieron en quejas

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